El pueblo de Froseira se encuentra custodiado en el valle que forma el río Orubio, rodeado de un gran bosque caducifolio. Entre las montañas que circundan este pueblo, a modo de centinelas, destaca el Pico del Cuco.
Muchos son los que coinciden en resaltar el encanto que tiene Froseira, detenido en el tiempo donde los hombres vivían fundidos con la madre naturaleza. Porque aquí, ante las aguas del río Orubio y protegido por espesos bosques, el visitante se siente una especie más del entorno y desea pasar desapercibido, manteniendo todo como está. El pueblo tiene tres casas habitadas, aunque durante gran parte del año sólo vive una persona. Todas las viviendas son de piedra y diseño tradicional, aunque su robustez engaña porque en Froseira el clima es muy cálido, hasta tal punto que aquí se cultivaron dos tipos de viñas. Se cree que estas benignas temperaturas tienen mucho que ver con sus 140 metros de altitud y con las montañas que lo rodean, entre ellas el Pico del Cuco que ofrece hasta su cima una ruta de gran belleza. Otro de los paseos cercanos es la Cueva del Demo, en cuyo interior cuarcítico pueden verse pinturas rupestres que datan de entre los siglos I y II a.C. El difícil acceso al pueblo ha mantenido vírgenes las maravillas del lugar, sin embargo no ha podido preservar íntegro su edificio más emblemático: la Ferrería de Froseira. Se conserva parte de la construcción y un mazo, mientras que la fragua está en ruinas. Se sabe a ciencia cierta que la ferrería ya funcionaba en 1751, convirtiendo el hierro en barras a partir del mineral, y que era una de las que más producían en Asturias. Tras el cierre de la ferrería se construyó un molino hidráulico que se encuentra en buen estado de conservación.
En los alrededores se encuentra la Cueva del Demo, donde pueden verse pinturas rupestres.
Al regresar de nuestro particular viaje en el tiempo, podemos detenernos en el embalse de Doiras, dotado de puerto de amarre para embarcaciones y próximamente de pantalán, y desde el que se aprecian maravillosas vistas. §