La naturaleza de Cangas tiene una dulce réplica gracias a la iniciativa de Alan García, un repostero local que ha transformado algunos de sus elementos más representativos en delicias de chocolate. Los visitantes pueden ahora degustar Huellas de Oso o saborear Trufas de Muniellos.
Alan es la tercera generación en una panadería, Manín, que ya es un referente en Cangas del Narcea. Sus abuelos fueron los que pusieron en marcha el negocio, posteriormente sus padres dieron un vuelco total a la empresa y la hicieron crecer un 500%. Ahora, Alan, continúa manteniendo la calidad de siempre pero aportando un toque de modernidad a través de una nueva línea de productos y próximamente la venta on line.
-¿Cómo fueron tus inicios?
-Estudié en la Escuela de Hostelería de Gijón, luego en la de Oviedo y ahí fue cuando empecé a tomármelo más en serio. A los cuatro o cinco años empecé a trabajar en casa de mis padres haciendo lo típico de cuando eres pequeño, rellenando bollos y haciendo masas. La verdad es que siempre quise que mi formación fuese fiel a lo que había aprendido en mi infancia. Luego trabajé en Balbona, en Sentir el Chocolate y luego en Chocoreto, pero los fines de semana casi siempre volvía a Cangas porque aquí teníamos mucho trabajo. Después ya me vine para aquí definitivamente.
-Has creado una línea de productos propia muy vinculada a Cangas.
-Creamos varios productos relacionados con el entorno en el que estamos. Por un lado están las Huellas del Narcea, que es una sablé de mantequilla que lleva pintada con chocolate Valrhona
una pisada de oso. También tenemos las Trufas de Muniellos que están elaboradas con chocolate blanco, ron y canela y Las Rocas del Narcea que, aunque se hacen en muchos sitios, yo las quería presentar vinculadas al río Narcea. Ahora estamos con la Nocinarcea que es con lo que más fuerte pegamos.
-¿Qué tiene la Nocinarcea para tener tanto éxito?
-Es una crema de avellanas que no lleva ningún tipo de aditivo extra, solo avellana, mantequilla clarificada, azúcar y chocolate. El proyecto empezó porque mi abuelo tenía avellanas de más, así que las torramos en los hornos de leña, las pelamos e hicimos un praliné a base de avellana, un 80%. La producción la hicimos a finales de verano y en cuatro días ya teníamos las existencias agotadas.
-¿Apostar por una línea de producción artesanal es también apostar por la salud?
-Sí, todavía vi el otro día un reportaje en televisión en el que se decía que la mitad de las enfermedades y sus síntomas que había hoy en día, son por culpa del pan industrial. Lo hacen súper cargado de azúcar y casi no lleva trigo. La barra de pan que compras en cualquier sitio, y que te cuesta ochenta céntimos, al día siguiente la tienes que tirar. Nuestro pan es apto para comer durante seis o siete días con lo cual, al final, ahorras. Lo que estás pagando es la calidad de la materia prima. A la larga, todos esos aditivos y azúcares que se añaden no son buenos.
-¿Cuándo publicáis la web para poder comprar on line?
-Está todo muy avanzado pero hasta dentro de seis meses no va a salir. La idea es tener todos los productos que hay en tienda y que la gente los pueda o bien recoger en la propia tienda, o que se los enviemos a casa. Esta es la línea que tenemos ahora para poder crecer porque en lo que al pan se refiere, estamos muy limitados y no queremos extendernos en producción y perder calidad. Pinche aquí para ver más reportajes de este concejo