Con su quinta edición recién celebrada, la Travesía a nado organizada por el Club Deportivo Mar Abierto ha conseguido hacerse respetar en el calendario regional.
En esta última edición, con condiciones atmosféricas favorables y buen estado de la mar, se alzaron como ganadores Patxi Isasti, del Club de Natación Xove, con un tiempo de 24 minutos y 22 segundos; y Raquel Pérez, del Club Natación Villa Navia con 25 minutos y 24 segundos.
Desde que comenzó a celebrarse la prueba, de aproximadamente una milla de longitud, ha ido ganando tanto en participantes como en público, que apoya a los nadadores desde la orilla y hasta la llegada a meta. Una de las peculiaridades de esta Travesía, de carácter lúdico, es que no ofrece un premio a los tres primeros clasificados, como sucede en la mayoría de las pruebas. En este caso se prefiere tener un detalle con todos los nadadores como reconocimiento al esfuerzo realizado. También se celebra una comida para todos los participantes, que acuden con un acompañante, y para los que han prestado su colaboración. «Para nosotros, todos los que nos ayudan son valiosos y tienen un gran mérito», destaca la organización, que no deja pasar la ocasión de subrayar su agradecimiento a quienes contribuyen para que todo salga perfecto, entre los que se encuentran los efectivos de la Guardia Civil o Salvamento Marítimo: «Sin ayuda, no seríamos capaces».
El Club organiza otra carrera, esta vez en unas fechas tan especiales como la Nochevieja. A pesar de las temperaturas, muchos nadadores acuden a recorrer los doscientos metros que marca la prueba, superando la dificultad extra que supone el frío. La última edición ya contó con la participación de unos cincuenta «valientes».
Antonia Martínez Díaz, el corazón de la Travesía
Su trayectoria deportiva empieza desde muy joven, ligada a la fuerte experiencia personal que supuso la pérdida de un familiar cercano, ahogado en aguas locales, y que avivó el deseo de valerse por sí misma en aguas abiertas. Ya a los catorce años nadaba el tramo de Viavélez a Pormenande, ida y vuelta, todos los días si el mar estaba en buenas condiciones. Más adelante fue nadadora en el Santa Olaya de Gijón y llegó a participar en unos campeonatos de España en Tenerife. «Eran otros tiempos –cuenta Antonia-. Como había pocos medios, iba a Gijón una vez por semana y regresaba con instrucciones para entrenar. Así fui mejorando». Toda su vida ha girado en torno al agua y su deporte: socorrista en la playa de Perlora, monitora de natación, monitora de salvamento en el CAU (Oviedo). En la actualidad, todos los días sale a nadar si el mar lo permite, invierno incluído. «Estoy fuerte. Cuando me pongo a nadar no tengo miedo a nadie. Solamente tiro y tiro hacia delante».