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lunes 2, diciembre 2024

A los pies de la montaña

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Detrás de la cara más mediática de Riosa, con L’Angliru como escaparate internacional, hay un concejo tranquilo, lleno de pequeñas poblaciones con encanto.

La Sierra del Aramo domina el paisaje, y marca también un futuro que pasa por desarrollar sus enormes posibilidades turísticas.


Todo es montaña. A poco que uno busque el horizonte con la vista, se encuentra con una ladera más o menos escarpada, bien del omnipresente Aramo, bien de las montañas cercanas, un poco más discretas. En el valle entre unas y otras cumbres se congrega la mayor parte de la población riosana: entre la capital, La Vega, y la vecina L’Ará, se concentran prácticamente todos los servicios del concejo, tanto municipales como de comercio y hostelería. El resto de los habitantes han decidido vivir en cuesta, ganando mejores vistas y espacios abiertos, a cambio de lidiar con una orografía complicada. Dicen por ejemplo que en Doñaxuande «les pites hay que atar pa que no echen a rodar». Y es un dicho popular que bien se puede aplicar a las calles estrechas y empinadas de muchos otros lugares: Villamer, Muriellos, La Xuncar… Lugares llenos de encanto, con un carácter especial, que han sabido conservar un sentimiento de comunidad muy arraigado entre los vecinos.
Porque los pueblos riosanos son pueblos habitados. En un contexto regional de despoblación, en Riosa el censo se mantiene razonablemente estable y el colegio reúne niños para abrir curso tras curso. Hay muchos casos de gente que vuelve al pueblo a arreglar la casa familiar, si no como residencia definitiva, sí al menos para las vacaciones y fines de semana. También se puede constatar un pequeño éxodo urbano: nuevos vecinos que buscan la tranquilidad de un entorno rural y la han encontrado en territorio riosano.
El pozo minero Monsacro (con entrada en el vecino Morcín, pero con túneles que entran de lleno en Riosa) parece tener los días contados, merced al plan de cierres de Hunosa, aunque en el concejo se resisten todavía a darlo por perdido. Aunque la carga de trabajo que aporta es ya más bien escasa, y el legado es más cultural que económico, el cierre de la mina es el cierre de una era. Con una ganadería y una agricultura enfocadas básicamente al autoconsumo (con algunas excepciones reseñables) Riosa, como buena cuenca minera, debe reinventarse y tirar de lo que tenga a mano. Que en este caso no es poco. L’Angliru está muy enfocado como paquete turístico, y sus posibilidades empiezan a desarrollarse ya y a dar sus frutos, en forma de iniciativas de alojamientos rurales y un pequeño repunte de la hostelería local. En el concejo no ven el turismo como la panacea pero sí como un puntal básico en el futuro de la economía riosana. Aquí entrarán en juego, en algún momento, las minas de cobre de Texeo, muy cerca de la población de Llamo, que se promocionan como las más antiguas de Europa. En los últimos años se ha hecho un esfuerzo por acondicionar el entorno y preparar el terreno para una futura explotación turística. Y para los próximos meses está ya aprobado el proyecto de construcción de un mirador en la zona, junto al acondicionamiento de alguna bocamina para su visita, con fondos del plan Leader. Texeo es problablemente el recurso a desarrollar durante los próximos años en un concejo, que debe encarar el futuro con decisión, agradeciendo y aprovechando las muchas posibilidades que otorga la privilegiada Sierra del Aramo.

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