Las navajas y el turismo rural son las dos referencias que a primera vista se asocian con el nombre de Taramundi. Detrás de ellas, una importante red humana consigue que este territorio enamore a todo aquel que lo conoce. Y no hay quien se resista.
Hace treinta años, cuando en España el concepto turismo rural era un perfecto desconocido un pequeño municipio asturiano, Taramundi, se embarcó en la mayor aventura de su historia y creó el primer hotel rural. Y no era un hotel cualquiera sino uno de cuatro estrellas instalado en la antigua casa rectoral del pueblo. La historia en sí es cuanto menos sorprendente, porque a pesar de hallarse en un rincón del Occidente, alejado de la zona centro y comunicado por unas sinuosas carreteras, este concejo se convirtió en un referente para el turismo nacional. Con una apuesta arriesgada habían empezado a vender la idea de que nada mejor que una pequeña aldea asturiana para pasar las vacaciones. Y ahí empezó a forjarse el milagro, hasta constituirse todo el concejo en una infraestructura especializada en alojamientos de ‘aldea’.
Taramundi, pionero en turismo rural, ofrece en torno a 300 plazas hoteleras.
Hoy día, la mejora de las comunicaciones ha acercado el concejo asturiano al resto del mundo, pero éste sigue conservando el mismo espíritu que lo puso de moda: el de un pueblo tranquilo, inmerso en plena naturaleza y con una apuesta fuerte por lo suyo, el turismo y las artesanías. Y aquí, entre todas, la del hierro con las navajas como producto estrella sobresale entre las demás convirtiendo en souvenir una industria muy extendida en el concejo.
Taramundi ofrece en torno a unas 300 plazas hoteleras, una cifra muy alta para un concejo que ronda los 700 habitantes. Jesús Mier, gerente de La Rectoral, el primer alojamiento rural del concejo hace 30 años, explica la clave del éxito de este municipio de no más de 82 kilómetros cuadrados, que se llena de visitantes en épocas vacacionales. «Aquí lo fundamental es la colaboración entre los vecinos y para que un colectivo colabore tiene que haber necesidad, ya que cuanto más avanzada es la sociedad más individualista se vuelve. E igual que cuando hay que hacer la matanza o cuando se recogen las patatas ayudan la familia y los amigos, pues con esto ocurrió lo mismo. Necesitábamos una fórmula que permitiese que esto no se despoblase, y aquí fue el turismo como podría haber sido otra».
Afortunadamente, en Taramundi se está desterrando la enfermedad que aqueja a otros concejos del medio rural que ven con tristeza cómo las nuevas generaciones marchan por no encontrar salida en su tierra. Las pequeñas industrias y comercios tienen continuidad en sus sucesores, los artesanos pueden transmitir sus conocimientos sin que estos se pierdan y el concejo fija población. «El objetivo que nos planteamos cuando se puso en marcha el proyecto turístico se ha conseguido -expresa satisfecho Mier-. Conseguimos que la gente joven se establezca en el municipio, que era nuestra gran ilusión. Tuvimos un bache por la crisis pero ya lo estamos superando, y se nota la recuperación».
El próximo 3 de julio se celebrará el I Mercado Tradicional de productos artesanos de Taramundi.
La amplia oferta en museos y conjuntos etnográficos, con rutas articuladas en torno a ellos, es uno de los principales atractivos. Al menos seis propuestas culturales, entre las que se encuentran algunas tan conocidas como el Museo de los Molinos de Mazonovo, el Conjunto Etnográfico de Teixois o el Museo de la Cuchillería. Y a esto hay que añadir el Centro de Artesanía en Bres o el castro de Taramundi, enclavado en la capital del concejo. De todo ello es posible informarse en la oficina de turismo o a través de la web municipal (www.taramundi.es), que mantiene actualizados los contenidos y recorridos que es posible visitar y realizar en Taramundi.
En realidad podría considerarse el concejo como un gran museo vivo, ya que la necesidad de enseñar los secretos y particularidades del territorio y sus productos está presente entre los vecinos. Esta actitud es probablemente la que percibe el visitante al pisar esta tierra. El empresario, Jesús Mier, resalta la capacidad de acogida de los vecinos, «aquí la gente es cordial y cariñosa, algo que se echa en falta en otros lugares de Asturias. Esa es la diferencia, en Taramundi todos somos comerciales».
30 años de turismo rural
Artesanos también en gastronomía
Por último, otro de los productos que se ha abierto camino con éxito es la producción de arándanos y otros frutos como fresa, grosella, frambuesa y mora con los que elabora mermeladas, zumos y salsas. La empresa familiar Los Arándanos, que recibió en el año 2012 el Premio Nacional de Excelencia a la Innovación, los cultiva de forma ecológica en el pueblo de Almallos.