La villa de Luarca es la puerta que se abre. Una vez dentro, el viajero descubre que en el concejo de Valdés hay todo un universo de recursos y experiencias esperándole y dispuesto a emocionarle.
El premio Nobel de Fisiología y Medicina 1959, D. Severo Ochoa de Albornoz ha dejado una huella imborrable en el concejo de Valdés, territorio que probablemente despertó su interés por la ciencia y la naturaleza. El hombre que descubrió el mecanismo de la síntesis biológica del ácido ribonucleico (ARN), fundamental en el estudio genético, fue primero un niño curioso que pasaba horas y horas observando la vida animal y vegetal existente en las rocas y pozas formadas a orillas del Cantábrico. De esta forma se enamoró de una tierra que presenta playas de ensueño y un interior que ofrece infinitas posibilidades para disfrutar y explorar. Y esto es lo que consigue transmitir la nueva marca turística Luarca ‘Villa de Nobel’, Algo Realmente Nuestro, que el consistorio valdesano presentó en la reciente edición de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) y que constituye el marco de un calendario de actividades en honor al premio Nobel que se desarrollan durante todo el año en conmemoración del 25 aniversario de su fallecimiento.
El objetivo final, será la creación de una red europea constituida por municipios donde hayan nacido premios Nobel y en la que participará el concejo asturiano. Como primer paso a este proyecto, la localidad de Luarca se hermanará el próximo mes de mayo con la localidad de Petilla de Aragón (Navarra), lugar de nacimiento del primer premio Nobel de Medicina de España, Santiago Ramón y Cajal. Será el primer paso institucional para tender puentes con otros destinos ‘Nobel’.
De momento, la iniciativa Luarca ‘Villa de Nobel’ que impulsa el Ayuntamiento está permitiendo mostrar un catálogo de recursos vinculados a la figura del galardonado bioquímico. El legado que este hombre brillante y bueno dejó en Valdés se pone de manifiesto en un vídeo promocional que recorre el territorio bajo la atenta mirada del científico. A través de sus bellas imágenes es posible ponerse en la piel de tan ilustre vecino, entender su infancia y compartir su amor por esta tierra.
Turismo a fuego lento
Bajo la mirada del Nobel es posible conocer la villa marinera de Luarca y redescubrir el concejo a un ritmo lento y empapándose de la cultura local. Los encantos de esta tierra invitan a olvidarse del reloj y conectar con cada rincón, cada pueblo, cada fiesta; llenar la maleta de experiencias, de vida, al fin y al cabo. En una sociedad que vive a velocidad de vértigo, reinventada por las nuevas tecnologías y con una mentalidad de rápido consumo, destinos como el concejo de Valdés invitan a disfrutar de una forma diferente. El territorio pone todo de su parte. Una rasa costera de impresionantes acantilados y playas de gran belleza natural, con espacios naturales protegidos como la reserva natural de Barayo o Cabo Busto. Caudales fluviales como el Esva, truchero y salmonero, que además de modelar espectaculares hoces como las del Esva, nutre las tierras y el alma de núcleos rurales como Trevías, el segundo más poblado del concejo. Fiestas conocidas más allá de sus fronteras como La Vaqueirada de Aristébano, La Regalina en Cadavedo, San Timoteo en Luarca o San Miguel en Trevías. Todas ellas imbuidas del sello local de las fiestas de ‘prao’ que valoran la tradición, la romería, la reunión con sus vecinos y amigos.
La diversidad de experiencias y paisajes que ofrece el concejo lo convierten en un destino imprescindible para el turismo familiar
Un puerto pesquero lleno de tipismo, el de Luarca, cuya historia ballenera se relata en los mosaicos de cerámica situados en torno a la Mesa de Mareantes. Un escenario natural ideal para disfrutar del deporte en sus diferentes modalidades. Tantas son las posibilidades como sabores ofrece la gastronomía valdesana, marinera a pie de costa, con calderetas que llevan el nombre de Luarca, con carnes más que recomendables en el interior y platos de cuchara, que demuestran la calidad del producto local.
Todo ello, materializado gracias a una importante red de alojamientos, gran parte con sello rural, en los que el viajero encuentra además de abundantes dosis de hospitalidad la posibilidad de sumergirse en la tradición asturiana. Sin duda un punto de partida idóneo desde el que planificar la conquista del increíble territorio de Valdés.
La labor científica realizada por Severo Ochoa es reconocida internacionalmente con la concesión del Premio Nobel compartido con Arthur Kornberg en 1959 por el descubrimiento de la enzima Polinucleótido fosforilasa con que sintetizó por primera vez el ácido ribonucleico (ARN) en un tubo de ensayo. Su trabajo fue de vital importancia en el desciframiento del código genético, creando los cimientos de la biología molecular de los años 50 y 60.