Hace veinticuatro años un accidente le condujo a una silla de ruedas y le obligó a nacer de nuevo. Esta vez, Aladino Pandiella hizo del deporte adaptado su mejor aliado. Conocedor de su poder rehabilitador no ha dejado de transmitir sus conocimientos a otros que pasan por la circunstancia de la discapacidad.
Aladino reside en Quintes, Villaviciosa, y es todo un ejemplo en Asturias como deportista adaptado. Ha practicado varias disciplinas: tenis, remo, baloncesto… destacando en muchas de ellas. Durante su trayectoria deportiva ha conseguido varios títulos nacionales y ahora centra sus esfuerzos como presidente de la Asociación Cosa Nuesa, una atalaya desde la cual están llevando el deporte adaptado a los centros escolares. Su afición por el baloncesto, que sigue practicando, también le ha llevado a crear una Escuela de Baloncesto Adaptado.
Su nombre es uno de los reconocidos en la última Gala del Deporte Asturiano como ejemplo de superación y recientemente sus vecinos de Bimenes también han querido rendirle un homenaje concediéndole el premio San Diego 2017.
-Han pasado muchos años desde que tuviste el accidente que te dejó en silla de ruedas, pero para algunas personas esta circunstancia forma parte de su presente. ¿Cuál es la clave para afrontar una situación como esta?
-La verdad es que lo mío fue un poco raro, porque a pesar de que tuve una lesión adquirida y lo pasé mal, no lo viví como otras personas que sufren depresiones y se pasan años que no salen de sí mismos. Es verdad que cuando tienes un accidente con veinte años y estás en la plenitud parece que te cargas la vida, pero cuando estaba en el Hospital, miembros de la Federación Asturiana de Deportes pasaron por allí y me ofrecieron hacer deporte y empecé pronto, cuando estaba todavía ingresado y en plena rehabilitación. Cambié de chip totalmente, me enfoqué hacia el deporte y a seguir haciendo vida normal. Tuve la suerte de tener una familia maravillosa que me apoyó hasta donde pudo sin arroparme demasiado, lo cual es bueno. Y así pude salir adelante.
-¿Cómo se ayuda a una persona que está pasando por una situación de este tipo?
-A las personas hay que dejarles un tiempo y un espacio para que sus cabezas empiecen a ver las cosas desde otro punto de vista. A veces los mayores problemas se deben a la sobreprotección, que puede hacer más daño que favor. Hay que dejar ese espacio para que la gente vea sus problemas, cómo afrontarlos y que tropiece, porque es una vida nueva en la que empiezas a andar de nuevo y para aprender a hacer las cosas tienes que caer muchas veces. Hay que dejar que la gente caiga y se levante.
«Las barreras físicas existen. Son las que nos impiden hacer cosas y las que luego nos dan el nombre de discapacitados»
-¿Qué aporta el deporte a una persona con discapacidad?
-Yo creo que todo, además de poder moverte, ver sitios, conocer gente… a una persona usuaria de silla de ruedas, como es mi caso, le viene estupendamente como medio rehabilitador. Dejas de ser una persona sedentaria y pasas a ser una persona activa. Estar todo el día moviéndote te viene fenomenal.
-En tu caso, has practicado deportes muy diferentes
-Sí, empecé con halterofilia, pero luego me apunté a otros. Como éramos pocos en la federación asturiana hacíamos varias cosas para poder abarcar más actividades y en algunas conseguíamos ser buenos a nivel nacional. Gané medallas en halterofilia, tenis de mesa y tenis y hoy todavía sigo jugando al baloncesto, pero a mí me gusta hacer deporte y estar organizando a la vez y no se pueden compaginar ambas cosas con el deporte a otro nivel.
-¿Cuál es el recuerdo deportivo que guardas con más cariño?
-Yo creo que te quedas con un poco de todos, aunque al final lo que más cariño te da son los reconocimientos que recibes, como el último que recibí en Bimenes. También recuerdo el premio Delfos que me dieron en La Felguera, un reconocimiento que dan a deportistas de carácter internacional, y la medalla de oro del Gijón Baloncesto.
-Desde la discapacidad, ¿qué resulta más difícil, superar las barreras físicas o las mentales?
-Yo creo que ambas. Nosotros llevamos muchos años haciendo campañas en colegios para que los niños perciban una normalidad cuando ven a una persona a la que le falta un brazo, un pie o está en silla de ruedas. Intentamos sensibilizarles y derribar esas barreras sociales que son las que muchas veces nos impiden hacer cosas, pero también hay que darse cuenta que las barreras físicas existen. Como decía un compañero, «realmente no seríamos personas con discapacidad si todo estuviera llano y accesible porque tardaríamos lo mismo que cualquier otra persona». Las barreras físicas son las que nos impiden hacer cosas y las que luego nos dan el nombre de ‘discapacitados’. Así que las dos son las mayores trabas que tenemos para todas las cosas.
«El deporte es estupendo como medio rehabilitador. Dejas de ser una persona sedentaria y pasas a ser una persona activa»
-A través del deporte adaptado se dan a conocer historias sorprendentes. Al final el dolor y la dificultad forjan personas con mucho carácter.
-Sí, es así, pero también es verdad que esto lo observáis más las personas que miráis desde fuera, incluso lo valoráis más. La persona que está en silla de ruedas no se para a pensar en esto cuando hace deporte o cualquier otra cosa, aunque es verdad que nos cuesta un poco más que a los demás hacer ciertas actividades.
-Realmente, ¿querer es poder?
-Sí, y lo compruebas todos los días. Un ejemplo es que este mes estamos intentando captar a gente nueva para la Escuela de Baloncesto porque queremos renovar a los viejunos que como yo estamos desde hace mucho y esto se ve claramente en gente que viene recién accidentada. Ponen otra disposición, les gusta hacer cosas y las sacan adelante por querer, simple y llanamente.
-Háblanos sobre la Escuela de Baloncesto y vuestro trabajo con los jóvenes.
-La Escuela nació hace seis años con la idea de tener un relevo generacional para los que llevamos toda la vida en el equipo y también para integrar a jóvenes que están en los colegios y tienen una discapacidad. La gente que está en la Escuela está encantadísima, y los padres también. Los niños que participan tienen una discapacidad muy severa, por lo que no son el relevo generacional que buscamos pero al final estás haciendo un taller terapéutico que les viene tremendamente bien.
Lo que hacemos en los centros escolares son campañas como ‘Ponte en su lugar’. A través de talleres y charlas las personas que tenemos una discapacidad les explicamos cómo se originó, cómo prevenirlas, sus consecuencias, etc., y luego hacemos talleres de deportes, con una silla de baloncesto, de esgrima o la de ciclismo de mano. Vamos a colegios que tienen algún crío con discapacidad para que tanto ellos como los profesores de educación física sepan que se puede hacer deporte y actividades adaptadas en las que pueden participar todos. Los niños se lo pasan muy bien, para ellos es como un juego.
-¿Os sentís suficientemente respaldados por la administración regional?
-Tenemos respaldos pero no llegan a donde uno quiere. Tampoco nos podemos quejar, este año aumentaron la partida destinada a gasto social en los presupuestos pero es un sector muy amplio y hay gente que está peor que nosotros, gente que necesita comida o un techo. Al fin y al cabo, nosotros estamos pidiendo dinero para hacer actividades que no deja de ser algo de un segundo plano.
-¿Qué le pides al 2018?
-Creo que seguir como estamos, pero también que haya más ayudas para colectivos de apoyo a gente con discapacidad. Hay muchas asociaciones y cada una aporta su granito de arena y es importante para que funcione todo un mecanismo que a veces es complejo.