Si se cumple el dicho popular, éste habría de ser un año de bienes, puesto que las nieves nos han acompañado para despedir el 2009 y estrenar el 2010. Asturias vestida entera de blanco brillante. Buenos augurios, pues, para este año que comienza, si hemos de fiarnos de una naturaleza que en esta tierra siempre ha sido generosa.
No obstante, debemos tener en cuenta otros factores.
El cambio climático hace ya tiempo que dejó de ser una elucubración, una idea vaga con límites difusos entre lo que había que achacar a la actividad humana y lo que era atribuible al proceso evolutivo normal de la climatología. Ya tenemos evidencias comprobables y previsiones concretas. Tenemos datos que son indiscutibles y datos que se discuten poco, porque cada vez queda menos margen para el desacuerdo. Tenemos fechas incluso, plazos que cuanto más se van ajustando, más se acercan en el tiempo y más definitivos son en los cambios que anuncian. Todo está claro y todo sobre la mesa, pendiente únicamente de que se tomen las decisiones correctas para afrontar un hecho que es uno de los mayores desafíos a los que tiene que hacer frente la humanidad como entidad global.
Pero el momento de tomar decisiones responsables pasó. La cumbre climática de Copenhague cerró el 2009, y si para algo sirvió, fue para constatar una vez más que los intereses particulares priman sobre los generales. Resulta absurdo si tenemos en cuenta que nos referimos a algo que condicionará de forma definitiva la vida en el planeta en un futuro inmediato. La decepción, aunque esperada –a estas alturas quién se hace ilusiones-, no deja de ser brutal.
A lo largo de los dieciséis años de vida de Fusión Asturias, hemos tocado el tema del cambio climático en numerosas ocasiones, queriendo plasmar tanto los avances científicos como la percepción que los propios asturianos iban teniendo de los cambios que experimentaba su entorno cercano año tras año: en los fríos o calores desacostumbrados, en las floraciones desordenadas, en las sequías insólitas en esta tierra de aguas abundantes, en el oleaje, la pesca, las mareas… La constatación científica ha avanzado con tiento, por detrás lógicamente de las observaciones de a pie. De hecho, hasta hace muy poco encontrábamos siempre dificultad a la hora de tratar de recoger datos para elaborar un reportaje: siempre se nos avanzaban pocos y siempre son suma cautela.
Ahora ya no.
Las Naciones Unidas proponen dos clases de respuesta ante el cambio. Uno, tratar de mitigarlo. Dos, adaptarse. Lo primero tiene mal futuro puesto que quienes debían de tomar las grandes decisiones estructurales nos han dado la espalda; queda lo que pueda abarcar la labor individual y de colectivos pequeños. Lo segundo dependerá de nuestra capacidad para encajar el cambio y también de la magnitud de lo que vaya a venir.
Con esta idea, en Asturias se acaba de publicar el trabajo de un grupo científico agrupado por iniciativa del Gobierno del Principado bajo el nombre de CLIMAS. “Evidencias y efectos del cambio climático en Asturias” es un informe suficientemente concreto y suficientemente divulgativo sobre lo que ya está ocurriendo y lo que se espera que pueda ocurrir, con el ánimo de que los ciudadanos, todos, conozcamos cuanto más, mejor, y confiando en que quienes hayan de tomar decisiones no lo hagan con miras cortas, sino con previsión e inteligencia. No pensando en el “ahora”, sino en el “pasado mañana”.
Con todo esto, y precisamente por todas estas razones, el comienzo de un nuevo año siempre es un motivo de esperanza. Desde Fusión Asturias queremos desear a todos, asturianos y amigos, un 2010 que comience con proyectos nuevos y que termine con ilusiones cumplidas.
Un brindis con sidrina de la nuestra, y salud para todos.