Las mujeres siguen llevando mayoritariamente el peso de las tareas del hogar. Sé que no es ninguna noticia, pero lo vuelve a poner de manifiesto una encuesta publicada hace unos meses por el Instituto Nacional de Estadística.
En el caso de Asturias y según dicha encuesta, menos de la mitad de los varones mayores de 16 años (48,4%) dice encargarse de la mayor parte (17,6%) o de una parte (30,8%) de las tareas domésticas. En el caso de las mujeres ese porcentaje se eleva hasta un 82,7% que lleva todo el peso de la casa (50,7%) o buena parte de él (32%). Si nos vamos a los mayores de 60 años las diferencias son mucho más marcadas, son ellas las que se encargan mayoritariamente de las tareas del hogar.
La esperanza parece que está en el grupo de menores de 40 años. Aquí parece que las tareas son más compartidas, aunque queda mucho camino por recorrer. Y es que, puestos a ser positivos, la sociedad está cambiando, y con ella, las preferencias.
En este caso los datos los aporta el CIS que ha preguntado a los ciudadanos a qué aspectos dan más importancia a la hora de iniciar una relación en pareja. Pues bien, para el 80% de encuestados es “implicarse en las tareas domésticas”. Sí, sí, han leído bien. Es decir, lo que más se aprecia en el otro, bien se trate de un hombre o una mujer, es que sea corresponsable, que sume. Dicho de otra forma: están muy bien los besos y arrumacos, pero a la hora de la verdad, frente al deseo, parece que prima más lo práctico.
Y es que, aunque cada vez haya más hombres que se sumen a hacer la compra, -muchos con un carrito superordenado que ya quisiéramos muchas-; a poner lavadoras y tender, ir a buscar a los niños o a hacer la comida… las mujeres siguen asumiendo -el doble de horas- la carga mental del hogar y un sinfín de tareas invisibles, algo que a la larga acaba pasándoles factura.
Siguiendo la citada encuesta del CIS, lo siguiente más valorado a la hora de iniciar una relación de pareja son “unas relaciones sexuales satisfactorias”, y ahí casi coinciden en porcentaje hombres y mujeres. ¿Pueden estar ambas cosas relacionadas? Pues puede que sí. Un estudio australiano (Jounal of Sex Research) muestra que en las parejas que se reparten las tareas domésticas de forma equitativa tienen una vida sexual más satisfactoria. Mas allá de los estudios y los datos, la idea parece clara, disfrutar con un/a compañero/a con quien repartes responsabilidades, con quien te sientes bien y con quien haces causa común, puede resultar mucho más apetecible que hacerlo con alguien que no da un palo al agua.
Aunque sólo sea tímidamente, y partiendo de la base de que estas encuestas no sientan cátedra, parece que, por lo menos, en las cabezas algo está cambiando, aunque sea muy lentamente.
La lucha por una sociedad más igualitaria no se libra sólo en el ámbito laboral y educativo -que también-, lo que se haga dentro del hogar supone una parte muy importante. Recuerdo que el Ministerio de Igualdad sacó el pasado año una campaña bajo el título “El hombre blandengue” con la que quería poner en valor la evolución que se ha producido en la sociedad española en los últimos cuarenta años y animar a los hombres a “seguir viviendo la masculinidad de una forma más comprometida, abierta y a ser corresponsables en el hogar”. Para ello rescató del archivo de TVE unas memorables declaraciones de El Fari en una entrevista, donde calificaba de “hombre blandengue” a los hombres que ayudaban en casa con la compra y los hijos. La campaña plateaba escenarios del día a día como el cuidado de los hijos, de los mayores, las tareas domésticas, las relaciones y también las emociones que reflejan la masculinidad en la sociedad actual. Está cambiando la forma de pensar y ello contrasta con el pensamiento colectivo que regía en los años 80 -cuando se realizaron esas declaraciones-. Eso anima a seguir trabajando.