Arango es economista y fue Consejero de Agricultura entre los años 1982 y 1987. Esos dos conceptos se unen en él gracias a la gran sensibilidad que manifiesta hacia la naturaleza y el campo, y a su capacidad de observar cómo se mueve el mundo y hacia dónde camina. Acaba de publicar en formato digital ‘Asturias. Sendas y escritos’, diez años de artículos periodísticos que siguen de actualidad.
Jesús Arango maneja un verbo fluido y cercano, además es capaz de unir pasado con futuro, campo con ciudad, y tradición con nuevas tecnologías. Pare ideas a la velocidad del rayo y en su exposición desnuda tus convicciones y renueva tus proyectos si te dejas llevar por el vendaval de su mente. Asturias es un pequeño punto en un mundo globalizado que debe dejar atrás su funcionamiento si no desea perder el tren. Aprovechemos lo que nos hace únicos y preparémonos para la ruptura si deseamos avanzar. Pasemos de lo local a lo global.
-Acaba de publicar en formato digital «Asturias. Sendas y escritos», una serie de artículos publicados durante diez años en el periódico La Nueva España. ¿Qué aporta este nuevo libro respecto a los anteriores que ha escrito?
-A los textos les he añadido fotografías y un capítulo introductorio de cómo la tecnología ha cambiado nuestras vidas. Con la disculpa de la recopilación, el lector puede leer seguido esos artículos que son de temática muy variada: pensiones, plurinacionalidad y estado autonómico, temas agrarios asturianos o sobre la desigualdad que significan los grandes sueldos de ejecutivos y los empleos precarios. También aproveché para hacer un homenaje a dos fotógrafos de mi pueblo, Muros de Nalón, uno de ellos era de principios del siglo XX y se llamaba Julio Pire. Incluyo una selección de mis fotografías por bloques de occidente, oriente y centro, con un homenaje a una mujer llamada Isabel, la última pobladora de San Martín del Valledor (Allande). Y al final del libro incorporo más de cuarenta sendas por Asturias.
«La política de los montes es la política del conflicto, y no hay cambio sin conflicto, aunque tienes que hacerlo sabiendo que hay que pasar por ahí para mejorar. Asturias tiene posibilidades de emplear gente en los próximos cincuenta años si aborda ese tema»
Pero, más que el contenido, el libro tiene una intencionalidad y es la primera exportación al mercado global que se hace desde la aldea. En el sentido de que ese libro se vende en cincuenta y un países a través de la plataforma de Apple. Me he demostrado a mí y a los demás que Asturias -siempre que haya banda ancha y no solo llegue a las villas puede mejorar la vida de las aldeas, para nuevos pobladores que vengan de fuera y quieran calidad de vida. Para las grandes políticas cinco individuos no son nada, pero en un pueblo cinco individuos jóvenes que aporten cinco o seis niños es toda una revolución. Yo soy de los que creo que sumando pequeñas cosas se hacen grandes cosas.
-El recopilatorio de artículos sirve además de reflexión, ¿por dónde pasa el futuro de esta región, después de diez años de crisis?
-Bueno, la crisis de Asturias es permanente. Yo viví una época -cuando acabé la carrera y entré a trabajar, en el año 71- en la que la opinión pública asturiana no era consciente de la crisis que ya existía, y se tardó mucho tiempo en asumir que había crisis. Ahora ya es agónica y se vive como algo permanente. Yo comparto con Stiglitz -Premio Nobel de Economía- el pensamiento de que antes de hacer políticas de desarrollo hay que tener una visión a largo plazo, y eso es lo que necesita Asturias. Una vez que sepamos hacia dónde queremos caminar, habría que ver las secuencias para llegar y desencadenar acciones que me lleven hasta ellas. Mientras, estamos caminando bajo la discusión del último tópico que sale en la prensa.
Sucede que hoy en día el volumen de pensiones es la principal empresa de Asturias, y se ha convertido sociológicamente en una región conservadora. Asturias tiene aversión al cambio, a las nuevas ideas, se pasa la vida discutiendo hacia adentro, obviando que en el mundo vivimos una revolución tecnológica como nunca se vivió, que esa revolución va a una velocidad terrible y hay que tomar decisiones rápidas. Asturias tiene primero que discutir la visión, segundo coger una conciencia regional de ruptura y tercero asumir riesgos. Habrá ganadores y perdedores, gente con una serie de privilegios que los perderán, por ejemplo. Para eso se necesita visión, liderazgo y compromiso. Y si no iremos lentamente bajando, con una población envejecida y con los jóvenes más preparados marchando.
-Precisamente muchos jóvenes tienen que emigrar porque no encuentran trabajo aquí, algo que agradecen los países receptores, que no tienen que invertir en su formación.
-Toda la gente de mi generación que conozco tenemos los hijos fuera. Para entender el tema hay que explicar a la gente qué es la renta disponible. A la producción de las empresas se le quitan los impuestos y se le devuelven transferencias sociales, básicamente pensiones. Y como tenemos hasta ahora unas pensiones buenas, porque somos la segunda provincia con la pensión media más alta -después de Vizcaya- por el régimen de la minería, ello hace que la renta disponible en Asturias sea alta, aunque estemos en crisis. Entonces hay una dicotomía: los salarios son bajos, precarios, mientras hay un volumen de gente que de forma anticipada se jubiló con salarios altos. Eso hace que se viva la dormidera. Y luego tenemos un futuro incierto con la población más envejecida de España. Somos la única región española donde las personas mayores de 65 años son el doble que las de menos de 16. Y dentro de Asturias hay concejos donde hay doce veces más viejos que jóvenes de 16 años, como es el caso de Illano. Somos una población de viejos. Y con toda la importancia que tiene para el futuro, no es una discusión que esté en las prioridades de la política regional. Si somos viejos habría que estar construyendo residencias, programas de formación de envejecimiento activo. Si la política es para solucionar problemas de las personas, en Asturias la política más prioritaria sería la de los mayores.
-En sus escritos refleja su gran interés por el mundo rural y está preocupado por los campesinos…
-Como estamos en una sociedad de frases, yo soy de los que cree que la especie en extinción en Asturias es el campesino, no el oso, y los medios de comunicación no lo recogen porque son urbanos. El día que presenté el libro sacaban en la primera página de los periódicos los problemas que generaba un oso que andaba por ahí, y en las páginas interiores podía leerse que en un pueblo de Teverga un carnero había matado a una señora. Esa es la medida de la sensibilidad: una señora muerta en páginas interiores, un oso que andaba despistado en primera página. No puede ser. Y después, cada vez más, hay una telaraña burocrática tanto para las empresas como para el medio rural. Se te ocurre poner una red para proteger las cerezas, viene el Seprona y te amenaza con una multa de dos o tres mil euros, como le sucedió a un señor de Repolles (Pravia). Y mientras tanto, las cerezas están desapareciendo.
-Y en la misma línea, estamos dejando de obtener rentabilidad de los montes comunales…
-Según el catastro y lo que yo investigué para uno de mis libros, alrededor del 50% de Asturias son comunales que no se sabe muy bien de quién son, en qué situación jurídica se encuentran. Están inscritos en el catastro a nombre de organismos que han desaparecido, como Patrimonio Forestal del Estado que no existe desde el año 71. Tú tocas un monte y salen todas las trifulcas de los vecinos desde hace doscientos años, pero la política de los montes es la política del conflicto, y no hay cambio sin conflicto, aunque tienes que hacerlo sabiendo que hay que pasar por ahí para mejorar. Asturias tiene posibilidades de emplear gente en los próximos cincuenta años si aborda ese tema. Hay que ir haciendo estrategias, un monte aquí y otro allá, diseñando previamente qué parte hay que destinar a árboles y qué parte deben ser pastos. Y dentro de los pastos qué parte dedicamos a la reciella, como se llamaba antiguamente al ganado menor compuesto por ovejas y cabras, con técnicas nuevas de pastoreo, para lo cual hay que abordar el tema de elegir entre oso u ovejas. Y las ovejas necesitan pastores y hay que formar pastores; los vascos tienen una escuela de pastores por ejemplo. Aquí teníamos medio millón de ovejas en la segunda mitad del siglo XIX y hoy tenemos unas cincuenta mil. Hay que hacer una recolonización de todos esos espacios que no se sabe de quién son.
-Para todo ello se necesita gente dedicada al mundo rural.
-Claro, y eso nos lleva a otro tema, que es la política de crecimiento y la inmigración. Asturias tiene que abordar, igual que Europa, esa cuestión. En el tema del envejecimiento no podemos poner a parir a las abuelas, hay que rejuvenecer el territorio con personas nuevas y en Asturias hay que recurrir a la inmigración.
Y otro tema importante es que para recolonizar las zonas agrarias con gente nueva -inmigración- hay que distinguir entre gente que vive de los recursos de la aldea, y gente que vive en la aldea pero que trabaja para fuera. Por ello es prioritaria la cobertura, mediante convenios y conciertos a través de satélites.
Y otro tema que tenemos aquí es que vivimos en Oviedo, mirando a la cordillera. Asturias tiene que mirar al mar, abrirse al mundo, intentar que nuestros puertos sean competitivos. Llegamos tarde, pero hay que buscar una gestión, como pasa con Rotterdam, que tiene un gran volumen de importación y exportación. Para eso y con respecto a la variante de Pajares, en vez de discutir si el AVE es de primera o de segunda para cuatro personas que van a Madrid, lo importante es saber si los túneles sirven para sacar la mercancía rápidamente del Musel y de Avilés.
«Tenemos un futuro incierto, con la población más envejecida de España. Somos la única región española donde las personas mayores de 65 años son el doble que las de menos de 16. Y dentro de Asturias hay concejos que superan esa tasa»
-Porque la exportación es uno de los recursos importantes cara al futuro, si queremos abrir mercados y nuevas estrategias. ¿Cómo combinar lo local y lo global?
-Se trata de buscar una nueva visión de una Asturias que aproveche los recursos naturales, el paisaje, porque con el tema de Paraíso Natural hacemos trampas. Pensemos en la transición energética: el carbón viene de fuera -generando empleo lejos-, y llega en camiones de gasoil que contamina, para quemar aquí que contamina, para vender energía que se consume mayoritariamente en Madrid. Yo no digo que haya que cerrar mañana, pero hay que ser conscientes de que ahí tenemos una estrategia que cambiar y que salimos de un punto de partida jorobado, como siempre, porque tenemos una densidad térmica que no tiene otra región en España.
Tenemos en contra la transición energética, el envejecimiento, el sistema educativo y la Universidad. O tú eres capaz de concentrar los recursos en pocas carreras que tengan cierta calidad o estás muerto, porque hay ya universidades en línea como Harvard, que posee un consorcio por el que tiene más de doce millones de alumnos en todo el mundo. Tenemos que reformular el sistema educativo, eligiendo a los mejores expedientes de cada generación para que se dediquen a la enseñanza, porque vamos a confiarles nuestros niños, que son el futuro de la región.
El otro tema son los localismos. Podemos seguir contándonos chistes de Oviedo y Gijón, pero tenemos que decidir claramente si queremos jugar en la primera división de las ciudades españolas, unificándonos en una zona donde planifico y no duplico, donde una Consejería está en Gijón como algo natural, y los ciudadanos de Gijón vienen a Oviedo y viceversa. Pensemos que incluso para un mercado como los conciertos somos una región muy pequeña, la región entera somos un barrio de Madrid. Y ya terminando, hay que abordar los recursos naturales. Vas a Doñana y tienes que pagar por entrar, aquí vas a Somiedo, con un parque maravilloso, o los Lagos de Covadonga, pero no se paga nada…
En la economía hay mucha falacia, pero hay dos cosas de sentido común: para competir o haces un producto más barato que otros, o haces cosas que otros no hacen. Y nosotros tenemos cosas que otros no hacen. Los teitos de Somiedo no los puede hacer nadie, son únicos, y hay que saber reutilizarlos y venderlos; y lo mismo sucede con el prerrománico. Hay que pensar en reequilibrar esta región, mediante la interacción entre lo urbano y lo rural, buscar nuestro lugar, pero no es nada fácil porque estamos en un mundo de incertidumbre, un mundo de cambio tecnológico y todos tenemos miedo a perder pie. Los que quieran ser diligentes tienen que hacerlo y arriesgarse a equivocarse.