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martes 8, octubre 2024

Mercedes Migoya. Mujer Prestosa 2024

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Ama su profesión de farmacéutica y le encanta innovar, pero sobre todo está consiguiendo que sus consejos lleguen al gran público a través de diferentes formatos muy creativos. Su iniciativa, capacidad de gestión y compromiso solidario le ha llevado a crear la sólida y fiel comunidad de los #MigoyaLovers. Mercedes Migoya, que desborda energía positiva en cuanto abre la boca, acaba de ser reconocida como Mujer Prestosa 2024, un galardón concedido por la Asociación Mujeres de Empresa.

-Has entrado a formar parte del Club de Mujeres Prestosas. ¿Qué te ha hecho brillar con luz propia?
-Es un premio que me ha hecho mucha ilusión. Que me hayan reconocido mujeres, que además son empresarias y saben lo que supone todo esto pues presta todavía más. Y si encima son de mi tierra, ni te cuento.
Pues son varias las facetas en las que se reconoce a la Mujer Prestosa: que inspires a otras mujeres, ser ejemplo de perseverancia, crear un buen ambiente laboral en tu entorno, el trato con los pacientes, el sentido del humor, la parte solidaria y de compromiso social, la empatía…

-También recibiste el Premio Farmacia Destacada 2023 en la primera edición de los Premios Excelencia Farmacéutica. ¿Cómo se mide el éxito en una farmacia?
-Esta es una farmacia con historia, la fundó mi abuelo en la calle Jovellanos (Oviedo) hace más de ochenta años y ha conseguido adaptarse a los tiempos, reinventándose en cada momento. A ello sumas que ofreces servicios distintos, muy profesionalizados, y en base a este trato se ha creado una comunidad en Instagram que en realidad son mis clientas, ellas se autodenominan las #MiGoyaLovers. No es una comunidad digital ni de redes sociales, son pacientes que acuden a mí para personalizar un tratamiento de la piel, asesorarse en la menopausia, o de cualquier otro problema. También valoraron el trato con el resto de los compañeros y mi compromiso con la salud desde todas las vertientes. Recoger ese premio fue uno de los días más bonitos de mi vida. Ambos galardones dan importancia a lo que para mí es más importante, la parte humana.

-¿A qué le llamas tú reinventarse?
-Mi abuelo fundó la farmacia en los años cuarenta que era la postguerra, luego entró mi padre, y los tres hermanos hemos pasado por aquí hasta que al final me quedé yo de titular. Mi abuelo eran un gran emprendedor, mi padre añadió la óptica hasta que salió del establecimiento por cambios legislativos; hemos vivido postguerra, crisis económica y pandemia.
Además de ir profesionalizando los servicios que hacíamos, hemos añadido otros a lo que sumamos el tema de las redes sociales. Nos hemos ido transformando, reinventando sin perder nuestra esencia y lo que es nuestra forma de trabajar.

-Cuéntame cómo nacen los talleres solidarios. ¿A quiénes van dirigidos?
-Estoy especializada en dermofarmacia y hago consultas privadas de media hora para estudiar cómo está una piel, qué necesita, o personalizar una rutina. Ese servicio había crecido porque surgían muchas dudas sobre cómo se utilizaban las cremas, qué producto iba antes, cuando utilizar Retinol (antiarrugas y antimanchas)… Me preguntaba tanta gente en el mostrador que, para no repetir lo mismo, pensé en dar unos talleres en principio como para seis personas, luego fueron diez, doce… Eran muy divertidos y siempre diferentes: sobre distintas rutinas y marcas. Luego se reunían mujeres que no se conocían entre ellas, y eso les daba mucha libertad y se pasaban un rato muy agradable, se sentían bien autocuidándose.
Empezamos en enero de 2019 y como se hacían tantos talleres gratuitos, pensé en poner una entrada solidaria de 5€ y destinar lo recaudado cada mes a una causa solidaria. Durante la pandemia los talleres fueron casi diarios y se apuntó tanta gente que aterrizar todo aquello a nivel físico, reunir a tantas personas, era difícil. En septiembre de 2021 hicimos el primer evento grande, acudieron 150 personas y aumentamos el donativo a 10€.

Algunas integrantes de las MigoyaLovers.
Algunas integrantes de las MigoyaLovers.

-¿Eres tú quién elige esas causas solidarias?
-Sí. El año pasado lo recaudado fue para Germán Rodríguez, el pediatra de Mieres (Asociación Humanitaria Sira) que todos los años viaja a Guatemala un mes para atender a los niños de los poblados. También colaboramos con la Fundación Dravet y la Asociación Movember.

-Dices que tu tribu no para de crecer. ¿Quiénes son?
-Mis clientas. Hay alguna que vive fuera y viene los fines de semana o en vacaciones. Pero son todas de Asturias. Gente que acude a la farmacia y le gusta el tú a tú. Soy poco digital. Me gusta el contacto y trato personal. Son las que acuden a los talleres, las que vienen a consulta de piel, de menopausia, una gran familia que sigue creciendo. A partir de septiembre tendremos que buscar una nueva ubicación porque ya no cabemos. Ese es mi mayor éxito, tener a toda esa gente que me sigue en lo que haga y que además les gusta colaborar en los proyectos solidarios. Juntas podemos hacer muchas cosas.

'Gonza' forma parte del equipo de la Farmacia Migoya.
‘Gonza’ forma parte del equipo de la Farmacia Migoya.

-En la farmacia trabajáis un grupo de ocho personas entre los que se encuentra ‘Gonza’, un joven con Síndrome de Down, que decís que es el pilar fundamental del equipo. ¿Cómo habéis consolidado este equipo?
-Los tres técnicos que trabajan conmigo llevan a mi lado lo que ha sido toda mi vida laboral. Las farmacéuticas es más difícil que se queden, cuando tienen oportunidad quieren comprar una farmacia y eso lo entiendo. Las que tengo ahora están durando bastante. Luego tenemos a ‘Gonza’ que va a hacer cinco años aquí. Priorizo la parte humana porque aquí pasamos muchas horas juntos y nos tenemos que llevar bien, tomarnos las cosas con humor, y en ese sentido ‘Gonza’ humaniza todo lo que le rodea. Valora cosas que nosotros damos por sentado, como firmar la nómina o la cesta que recibe por Navidad. Siempre tiene una sonrisa para regalar y un sentido del humor a flor de piel. A nivel laboral es muy resolutivo.

-Eres madre de tres hijos, ¿es fácil combinar la maternidad con tu profesión?
-Es muy difícil y creo que nadie te dirá lo contrario. Siempre surgen imprevistos, los horarios son de locos. Ahora mis hijos van siendo mayores, el primero cumple 19, la niña 17 -empiezan a volar solos- y luego una de 10 años. Aún tengo una logística un poco complicada. Voy capeando el día a día con lo que va surgiendo. La verdad es que llegas a casa y no dejas de trabajar, mi cabeza siempre está creando, a veces tengo la sensación de que no puedo dar el cien por cien en la farmacia y tampoco en casa. Parece que no llegas a todo, por eso entreno para llevarlo bien, aunque te confieso que, a pesar de que he hecho avances, aún no lo he conseguido.

-¿Qué es lo más gratificante de tu trabajo?
-El trato con las personas. No hay nada más bonito que la gente te escriba por Instagram o que vengan a la farmacia para decir que lo que les diste ha ido fenomenal (producto o consejo); el poder ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas me llena por dentro. Me gusta cuando además de darte las gracias por la consulta, por escuchar, por el consejo, añaden lo bien que se lo han pasado contigo el rato que hemos estado juntas. A través de las redes nunca podrías dar un abrazo para consolar, te pierdes el lenguaje no verbal, una mirada. Cada día agradezco que todas esas personas me hayan abierto la puerta de sus vidas y lo hayan querido compartir conmigo.

-¿Consideras que tu éxito, tu forma de hacer farmacia, es extrapolable a otras farmacias o es marca personal?
-Me hace gracia lo de la marca personal porque estuve haciendo un poco de rebranding y los que se dedican a esto de unificar la marca -tipografía, colores, mensaje- me decían que yo era una marca personal. Y es que veces no te das cuenta de lo que transmites. Yo creo que se trata de crear una farmacia asistencial, que ofrezca muchos servicios enfocados al paciente. Si el trato con el cliente no es lo que más le gusta al titular de la farmacia, que busque en el equipo gente que valga para esas cosas que siempre la hay. Dedicar un tiempo a la solidaridad, a crear un proyecto o colaborar con alguno. Y, añadiría una cosa más, incluir en el equipo a una persona con Síndrome de Down, que se pongan en contacto con asociaciones. No se pueden imaginar lo rápido que aprenden, la cantidad de trabajo que quitan. Ha estado ‘Gonza’ de vacaciones y el equipo contaba los días para que se incorporara a trabajar. Es quien recoge los pedidos de los almacenes, los recepciona y coloca los productos en los cajones para que el resto del equipo vaya haciendo otras cosas. En una persona imprescindible en nuestra farmacia.

-¿Cómo es la boticaria en familia? ¿Qué haces para desconectar?
-Intento desconectar, pero tengo un problema y es que me apasiona mi trabajo. En septiembre tendremos un gran evento y eso para mí es adrenalina pura. Sigo pensando, organizando, creando, es un día muy bonito con muchas clientas a las que quiero mucho y te confieso que me cuesta desconectar. Cuando me hace falta, sí, lo hago, aunque teniendo chavales es complicado, cuando sean un poco más mayores, libres y con la vida más hecha, a lo mejor me relajo más.

-A parte de todo lo que haces, ¿hay alguna aventura más en la que te gustaría embarcarte?
-Creo que no. He hecho tantas cosas tan seguidas que ahora lo que me apetece es hacer crecer lo que he puesto en marcha y disfrutarlo. Estoy intentando reducir un poco los días de consulta para volver al mostrador, a disfrutar con la gente. Le dedico también mucho tiempo al estudio para poder dar mejores consejos. Si me meto en otras cosas dejaría de disfrutar este momento. Somos sanitarios y tenemos que estar poniéndonos al día continuamente. Las redes van muy rápido, la gente busca y tú tienes que informarte también. Tienes que ser una autoridad para la desinformación.

Mercedes Migoya, farmacéutica y propietaria de Farmacia Migoya

-¿Crees que las farmacias están infravaloradas en el sistema sanitario?
-No lo creo, pero eso dependerá de la persona a quien preguntes. Pienso que hay cosas que sí podían mejorar, reivindicaciones que hemos hecho los profesionales hace tiempo. No puede ser que si yo no tengo un antibiótico para una persona porque está en desabastecimiento y se lo han recetado en cápsulas, no pueda darle al paciente ese mismo medicamento, pero en sobres. Creo que eso es un atraso. No hablo de cambiar un medicamento sino de sustituir una pastilla por un sobre. Cara al público considero que estamos muy valorados como profesionales y eso es lo más bonito. Si nos dieran un poco más de autoridad, mejoraría mucho más la vida de los pacientes.

-Reconocen que eres una mujer que inspira. ¿Recuerdas qué decisiones que no han resultado como esperabas te han aportado un mayor aprendizaje?
-Siempre quise ser farmacéutica y mi sueño fue quedarme en esta farmacia. Me daba igual si era sola o con mis hermanos. Cuando terminé la carrera, como mi padre tenía aquí la óptica, me animó a hacer la especialidad. Lo hice más que nada por él porque no me gustaba nada, hasta el punto de que los tres cursos los estudié en dos años para terminar antes. Regresé a la farmacia, y el día en que la óptica se independizó como negocio, toda la zona que estaba con gafas pasó a estar con cremas y empezó mi otra vida. Hay que saber entender los consejos que nos dan nuestros padres, en el fondo lo hacen para asegurarnos la vida, pero hay que saber escucharse. De los errores he aprendido muchísimo. Ahora creo que tengo entre manos un proyecto muy chulo y me gustaría disfrutarlo.

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