Nuria Santos, actriz protagonista en “El poder del silencio”

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Siempre soñó con la interpretación actoral, pero, en sus caprichosos giros, la vida le condujo a otra de sus grandes pasiones: la locución y el doblaje. Ahora, Nuria Santos está reviviendo aquel sueño que parecía lejano en el largometraje “El poder del silencio”, del director Saúl Pérez Ruano.

En realidad, la barcelonesa afincada en Valdés, supo lo que era estar frente a una cámara desde bien pequeña. Su padre, con el Súper 8, hacía feliz a aquella niña que siempre sabía cómo colocarse y resultar fotogénica. Por eso, y aunque ahora ya no pueda acompañarla cumpliendo su mayor sueño, Nuria lo tiene muy presente, «si no fuera por él, yo no estaría aquí».
Para el mes de febrero está previsto un estreno simultáneo de la película, pero el próximo 10 de enero Oviedo tendrá una primicia con un pase de la misma. El director y su equipo aterrizarán en Asturias para dar a conocer su ópera prima y, sin duda, será un día especial para Nuria, que alternará cierta dosis de nervios con la emoción de compartir con los suyos su primer papel protagonista en un largometraje.

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-Aunque tu labor profesional se ha centrado en la locución, has seguido intercalando algún que otro trabajo escénico y, en un momento inesperado, aparece esta oportunidad de participar en la película. ¿Cómo confluyeron los astros?
-Fue una suerte, la verdad, porque casi todo el equipo técnico y el resto de gente involucrada en la película se conocían, son todos amigos y de Santoña. Los actores habían trabajado anteriormente con el director Saúl Pérez Ruano, pero a mí no me conocía. Un compañero de trabajo nos puso en contacto, Saúl se fijó en lo que tenía colgado en mis redes sociales y decidió que quería trabajar conmigo.

El poder del silencio, película del director Saúl Pérez Ruano.

-¿Resulta difícil el tránsito de contar historias sin que nadie te vea a hacerlo delante de una cámara y como personaje protagonista?
-Bueno, en realidad, los tres somos protagonistas. Yo soy la que más hablo y la que estoy todo el rato en plano, en ese sentido sí que lo soy, pero luego en la trama los personajes de Javier Chueca y Jonatan F. Txakartegi tienen mucho peso.
Y contestando a la pregunta, hay que explicar que en un principio el proyecto había sido pensado para hacer una ficción sonora, y así la grabamos. Saúl, de hecho, hizo el casting fijándose en las voces; cuenta muchas veces que le daba igual que fuésemos guapos o feos, porque lo importante era la voz. Luego, gracias a unos productores, hubo la oportunidad de sacarla adelante como película; la verdad es que el guion lo merecía. Y allá nos aventuramos, ¡imagínate que alegría cuando me lo dijeron!, aunque en las primeras grabaciones había un poco de nervio. Además, como mi personaje está todo el rato hablando, me daba muchísimo miedo el caer monótona, el rayar a la gente. Tuve que trabajar muchísimo en la modulación de la voz para no caer pesada y hacerlo lo más ameno posible.

-Sé que ya habías hecho tus pinitos en interpretación escénica, pero ¿este era tu primer largometraje?
-Sí, y no es lo mismo porque, aunque hice mucho cortometraje y algunos con papeles importantes, no tiene nada que ver con desarrollar un personaje de principio a fin. Esto es lo más grande que le puede pasar a un actor.

-La película tiene pocos personajes, pero a cambio mantiene una trama muy intensa.
-Sí, es tremendo porque se desarrolla en tiempo real. Es una entrevista que transcurre en una emisora de radio y tienes que mantener la atención continua durante todo ese tiempo. Era un reto complicado, pero creo que lo hemos conseguido.

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-¿Resulta más difícil interpretar con el cuerpo o hacerlo sólo con la voz?
-Todo tiene su profundidad. Cuando lo haces sólo con la voz siempre tienes un huequito tuyo porque no te están viendo, mientras que en el cine requiere más responsabilidad precisamente porque ya se te ve. Pero yo veo la misma dificultad, porque con la voz transmites dependiendo de cómo estés tú, con independencia de los demás.
Controlar las emociones y saber mostrarlas a través de la voz, tanto de una manera como de otra, es lo más bonito de este trabajo y a mí eso me encanta.

Nuria Santos en un fotograma de la película El poder del silencio.
Nuria Santos en un fotograma de la película.

-¿Qué tiene Maira, tu personaje en la ficción, en común con Nuria?
-Pues muchísimo. Además, Saúl me dio libertad total para crear el personaje, me invitó a ser yo misma. Me dio unas notas y unos apuntes en los que fijarme, pero en ella hay mucho de mí porque me tomé la licencia de mantener muchas cosas de Nuria, hasta el punto de que en la película tengo el teléfono conmigo en todo momento, y cuando se ilumina la pantalla salimos en ella mi perra Neska y yo. Esto el público no lo va a percibir, pero yo sí que lo sé.

-Como locutora estás acostumbrada a estar delante de un micrófono. ¿Esto te facilitó el rodaje?
-Me ayudó mucho, aunque es muy diferente estar delante de un micrófono interpretando a un personaje que siendo tú misma. Para crear el trasfondo de Maira me fijé en el trabajo de muchas periodistas a las que admiro. Saúl me aportó varias notas sobre esto, y una de ellas fue sobre la entrevista que Julia Otero le hizo a Mario Conde en el año 1989 en el programa La Luna.

-El título es El poder del silencio. ¿La historia marca una dicotomía entre apostar por la libertad o por la seguridad?
-El silencio es muy potente, no quiero desvelar nada, pero ya verás su importancia si puedes ver la película. El largometraje tiene un hilo conductor que es la pederastia, y la principal reflexión que Saúl quiso conseguir con esta película es la importancia de que como oyentes tengamos un espíritu crítico y sepamos distinguir la información real de la que no lo es, porque hoy en día la manipulación que hay en los medios y en redes sociales es muy grande.
El otro día vi un meme que me gustó mucho, decía que si una persona dice que está lloviendo y otra que no está lloviendo, el trabajo de un periodista no es contar lo que están diciendo esas personas, sino abrir la puta ventana y comprobar si está lloviendo o no. Y Maira es esa clase de periodistas que abren la ventana para mirar si llueve o no.

-Vivimos unos tiempos en los que la sobreabundancia de información se convierte, muchas veces, en la misma desinformación. Se escucha de todo y en todas partes y por eso mismo parece que ya nada molesta. ¿Esta película es de las que todavía tiene el poder de incomodar?
-Totalmente, es además lo que se busca en la película. Es verdaderamente incómoda por lo que se habla, por lo que se cuenta y por cómo se cuenta. Tú no sabes la cantidad de casos que hay en España de pederastia y sin embargo no se habla de ello, están ahí ocultos. Hay uno en Murcia en el que hay un montón de empresarios implicados y nunca hubo imputados. Hay otro, el caso Trinity, en Tarragona, que es una macro red de pederastia.

-Esta película, aparte de incomodar al público, ¿puede molestar a alguien más que se vea reflejado?
-Bueno, además de la pederastia también habla de la corrupción política, algo que, por desgracia, se vive en este país. No me gusta utilizar esta frase ya tan manida de que la realidad supera la ficción, pero es que es así. Lo tenemos aquí, a la orden del día.

-¿Qué sensaciones tuviste en el preestreno?
-En realidad no hubo preestreno, pero sí hicimos un pase técnico en Málaga y verme ahí, en ese pedazo de pantalla y con tantísima gente, fue una experiencia preciosa; de las pocas que pueda vivir así. Hubo otros pases, porque la peli ya ha estado rodando por festivales, se vio en el de Alicante y en el Festival de Cine de Santander donde ganamos el Premio del Público a Mejor Película. Nos han seleccionado para otros dos festivales, uno en Bogotá y otro en Linares, y el día 10 de noviembre tenemos un pase en Oviedo que me da muchísimo respeto porque la gente que va a estar en el cine son familia, amigos… personas que de una manera u otra han estado presentes en algún momento de mi vida y que son importantes para mí.
Esta es una fase más de todo este proceso y, aunque no la más importante, es bonita porque puedes mostrar el trabajo que llevas haciendo durante tanto tiempo a la gente que quieres. Pero todo esto de las entrevistas y de las charlas-coloquios que hay tras las proyecciones me ponen muy nerviosa, porque es hablar de mí, ya no es interpretar a un personaje.

-Aunque ya has hecho otras cosas en la pantalla, hasta ahora ha prevalecido tu trabajo como locutora, trabajando de alguna manera en la sombra.
-Claro, y esto es como saltar al vacío. Aparte que yo creo que, cuando rodamos todo esto, ninguno nos imaginábamos que podría llegar hasta donde lo hizo. Pero a veces ocurre con los proyectos buenos que, de alguna manera, se van haciendo a sí mismos.

-¿El poder del silencio te ha transformado en alguna medida? ¿Eres ahora otra persona?
-Totalmente, porque es una experiencia en la que estás aprendiendo continuamente, y te cambia mucho. Y aunque llevaba una temporada buena en la que hice la comedia de GPS Mon amour, que tuvo su recorrido por el mundo, el mío no dejaba de ser un pequeño papelito. Nada que ver con esto.

-¿Qué se siente estando en una alfombra roja? Sabiendo que tienes todo el derecho del mundo a estar ahí…
-Me da mucha vergüenza, porque al final sube todo el mundo a sacarse fotos contigo y son cosas a las que no estaba acostumbrada. Fue en Málaga donde viví ese momento que para mí fue mágico.

Nuria Santos, actriz.

-Visto que los sueños se cumplen, ¿qué más te gustaría hacer?
-Pues no lo sé. Creo que me gusta tanto esta profesión que cualquier cosa que venga. La verdad es que con este papel no me pudieron dar más con el gusto; cuando leí el guion, vi que estaba hecho para mí.
Me gusta mucho el drama, mucho más que la comedia. Mi padre siempre lo decía: esta niña tiene que ser actriz porque es una dramática. Y me encantan los thriller, pero todo esto ya lo he tenido en esta película.

-Una actriz que para ti sea una inspiración.
-Hay muchas, pero siempre ha admirado muchísimo a Tippi Hedren, me encantaba en la película de Hitchcock Marnie, la ladrona.

-Premio del público en el Festival de Cine de Santander… ¡Vaya subidón! ¿Qué decían los espectadores de la película?
-La acogida fue buenísima, la gente comentaba que los habíamos mantenido en tensión todo el rato, que es lo que se busca con la película. También resaltaban el tema de las voces, como la de Javier Chueca, el compañero que interpreta el personaje de Santiago Rueda, y también Jonatan F. Txakartegi que, aunque tiene un papel más pequeñito, es de mucho peso.
La verdad es que todo está muy bien trabajado en la película: la fotografía, el color, el sonido… son espectaculares. Ha sido un trabajazo de un montón de gente muy comprometida y el resultado, fantástico. Y hay que contar que la película es autofinanciada, no cuenta con ninguna subvención, lo cual implica mucho esfuerzo por parte de todos los que estamos en ella.

Nuria Santos, actriz protagonista en “El poder del silencio”
Foto de gran parte del equipo técnico del Poder del silencio.

-Después de una experiencia así, ¿tienes ya una familia cinematográfica?
-Totalmente, porque fueron once días superintensos, con rodajes hasta altas horas, durmiendo siempre poco y se creó un vínculo importante. Somos una familia ahora mismo, la familia El poder del silencio. Los actores estamos en primer plano, pero detrás hay un montón de gente implicada y sin ellos esto no hubiese salido así. La banda sonora de la película, por ejemplo, es de uno de los productores, Antonio Meliveo, y es muy importante, así como el trabajo de post producción, que es pura magia, porque dependiendo de cómo vistan y coloquen las imágenes, al público le va a llegar de una manera o de otra.
Hay tanta gente a la que hay que mencionar… los Boogie Riders hicieron una canción para la película, y luego está Manuel Valenzuela, otro productor, en iluminación está Iker Aranguren, el sonido a cargo de Àlex Flores y Agustín Rezza, Jon Aitz Urruchi como director de fotografía y Miriam Fernández Osés en la sección artística, entre otros, porque en realidad son tantos que no es posible nombrarlos a todos.

-Tras esta experiencia ¿qué retos te planteas a ti misma por delante? ¿Con qué seguir soñando?
-Puestos a pedir un reto mayor que este, me encantaría trabajar con Rodrigo Sorogoyen y si hay que soñar, con Pedro Almodóvar, me encantaría. De momento, mi mayor reto es seguir trabajando y poder llegar a vivir de esta profesión a la que amo. En este sector las cosas surgen siempre de la forma más inesperada y no cuando las vas buscando, como me ocurrió con esta película.

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