Después de diez años del último disco de canciones originales de estudio y múltiples giras por España y América, Víctor Manuel ha compuesto nuevos temas que reflejan la sociedad actual, su amor por Asturias y los cambios absurdos que nos rodean. ‘Casi nada está en su sitio’ demuestra que el cantautor permanece fiel a sus orígenes.
-¿Cómo surge la idea de grabar este nuevo trabajo?
-A mí lo que me pasa es que cuando no tengo a la vista un disco, no me surge escribir canciones. A veces me encargan algunas cosas y las hago, pero normalmente no escribo.
Cuando estábamos acabando la gira de El Gusto es Nuestro, 20 años después, me preguntó David San José si no pensaba escribir canciones nuevas. Total, que me puse y la verdad es que tenía ganas porque salieron un montón en poco tiempo.
-¿Qué tenías dentro para que saliese este volcán de veinticinco canciones?
-Tenía sobre todo muchas notas. Yo camino mucho y eso siempre me despeja y me vienen cosas a la cabeza. Lo que hago es ir grabando en el teléfono notas de voz, o alguna referencia musical o literaria. Cuando me pongo a componer, empiezo a tirar de ahí y el noventa por ciento de lo que he hecho ahora ha surgido de las notas de voz que tenía tomadas.
–«Casi nada está en su sitio«. ¿Qué es lo que más te flipa de este descoloque?
-Bueno, yo lo atribuiría a la edad, porque con la edad también te descolocas tú del mundo. Es decir, yo no tengo la cabeza en el mismo sitio que la tiene un chaval jovencín, pero sí tengo la sensación de que todo va a mucha más velocidad de lo que nosotros podemos controlar, desde la información hasta la tecnología. El mundo es cambiante y absurdo a veces, por ejemplo, nunca hubiéramos soñado que EEUU tuviese como presidente a un hombre de color naranja. O que los fascismos resurjan en Europa justo allí donde han padecido más el fascismo, como son Alemania e Italia. Estas son cosas muy raras, el eterno rondó de la vida y del mundo, que va olvidando lo que ha pasado y volviendo a registrar errores muy parecidos años después.
-Dices casi… ¿hay alguna cosa que permanezca en su lugar?
-El Naranjo de Bulnes, por ejemplo. Lo físico más o menos está en su sitio, pero lo aleatorio se mueve todo el tiempo.
-El tema Allá Arriba, al Norte es un homenaje a tu tierrina. ¿Qué cosas te quedan por decir de Asturias?
-La verdad es que creí que ya no tenía ninguna cosa más que decir, y esta ha sido como un regalo maravilloso. Siempre que me pongo a escribir canciones no pienso en que tengo que escribir una canción que tenga que ver con Asturias, pero por algún sitio se cuela, casi en prácticamente todos los discos. Y esta es de esas canciones que te vienen y salen rapidísimas.
«La patria de cada uno es la infancia, los primeros diez o doce años que vives en un determinado lugar, en un determinado ambiente»
-Lo que llevas dentro sale a la menor oportunidad…
-Sí, aunque yo pienso que la patria de cada uno es la infancia, los primeros diez o doce años que vives en un determinado lugar, en un determinado ambiente y de ahí estás sacando agua toda la vida. A mí me vienen cosas a la memoria de cuando era muy pequeño y se me humedecen los ojos, y eso son canciones. Están ahí, pueden estar dormidas, pero siempre puedes sacarlas a flote.
-Hace treinta y seis años escribiste la letra de España camisa blanca y ahora incluyes en este nuevo trabajo, Digo España. ¿Cómo ha cambiado el país desde entonces?
-Ha cambiado mucho, entonces era una España que salía del blanco y negro e iba de alguna manera hacia la luz. Era un país atroz y en el 82 empieza a transformarse en todos los sentidos, en lo militar, en la sociedad, en las cosas que empieza a hacer la gente, que no pregunta si tiene o no libertad, la toma y ya está. Y todo eso está un poco reflejado en España camisa blanca. También la pesadumbre de ser un país con unos perfiles muy negativos, donde nunca apreciamos realmente lo que somos como país. Digo España es una canción con otro reposo, desde antes del 82 llevo pisando este país, viajando continuamente, conociendo lo más hermoso y lo peor también. Hay muchísimas cosas que no me gustan, seguramente muchas más que a algunos catalanes particularmente. Este país por momentos me espanta, directamente. Pero es mi país, vivo en él, tiene unos límites y unos perfiles que yo reconozco y me reconozco en ellos. Entonces quería cantar en un momento de convulsión, en el que el país está muy tironeado por todos los sitios, todo el mundo quiere cosas, a veces justamente y a veces por capricho, siento yo. Una cosa es que uno pida para su tierra mejor financiación -o crea que merezca mejor financiación- y otra cosa es que la gente decida gratuitamente saltarse las leyes. A mí lo que me gustaría es no pagar a Hacienda si soy franco, pero ya sé lo que me pasa si no lo hago. Entonces pedía a gritos otra canción donde la palabra España -como en la anterior canción- no está arrojada contra nadie ni contra nada, es una canción que habla de nosotros.
«Hay mucha gente que odia y que mataría por gusto si supiese que quedaría impune ese hecho. En este país si eres de raza árabe y tienes pasta no eres un tío odiable, pero si no la tienes eres un desarrapado, o sea, te echan al mar para que te ahogues si ya no lo han hecho»
-¿Éramos antes más libres que ahora?
-En muchos sentidos sí, yo creo que ahora estamos muy aherrojados por los canales de comunicación inmediatos, donde creo que la gente se complica la vida. Pero también eso ha sustituido lo que antes eran las barras de los bares, que cualquiera decía lo primero que se le pasaba por la cabeza cuando estaba tomando una caña. Pero eso que ahí no quedaba grabado en ningún sitio, ahora cuando lo haces en una red social puede hundir tu reputación en cinco segundos.
-Recordamos que aquella Planta 14 estuvo censurada y prohibida durante ocho años. ¿Cómo es ahora la censura?
-Entonces alguien mandaba y decía lo que se podía y lo que no se podía hacer, ahora la censura es mucho más sutil y más peligrosa también, porque es la autocensura de cada uno. Hay gente que por no cometer una incorrección política o social se calla la boca y no dice exactamente lo que piensa, ya sea en artículos, canciones… pero sí hay cosas que la gente masivamente siente que son incorrectas. Nos vamos cortando las alas nosotros mismos. Hay gente que intenta volar por su cuenta y ya ves que a un rapero le piden tres años de cárcel por decir una chorrada en una canción. Eso es la amenaza exterior, pero luego está toda esa gente a la que le gustaría decir eso y no lo hace para que no le pase lo mismo o porque socialmente no es admisible.
-¿Qué cosas te siguen cabreando?
-Recientemente, la decisión del Tribunal Supremo para que los clientes bancarios paguen el impuesto de actos jurídicos documentados. Te pone en ebullición que pasen estas cosas tan ridículas, porque cuando suceden sabemos que van a ir a Europa y nos van a decir que somos gilipollas. Esas cosas a mí me resultan incomprensibles, cómo no hay una voz superior con coraje, que diga que esto no se puede hacer y que le den por culo a los bancos.
-En el tema Nos están preguntando hablas de las armas que se pueden comprar, de fabricantes, de que esto no va a parar y de gente que quiere matar. ¿Hay tanta gente que odia, tanta gente que quiere matar?
-Sí, hay mucha gente que odia y que mataría por gusto si supiese que quedaría impune ese hecho. Es gente ultrarreligiosa y gente que odia al diferente. En este país si eres de raza árabe y tienes pasta no eres un tío odiable, pero si no la tienes eres un desarrapado, o sea, te echan al mar para que te ahogues si ya no lo han hecho. A veces confundimos las cosas y pensamos que la gente que sube de África viene porque tienen hambre. Lo que quieren es una sociedad mejor y llegan por cantidad de circunstancias diferentes, pero no es exactamente el hambre, es la mejora social a la que todos hemos aspirado en algún momento. Yo he tenido familia, como tanta gente, que ha estado emigrando en los años sesenta a Francia y a Suiza y no tenían hambre, iban porque querían una sociedad mejor para sus hijos, tener una mejor educación y volver con un dinero a su país. Yo pienso que cada uno que intenta cruzar el Estrecho está haciéndolo por esa razón.
-Iniciaste tu gira en Avilés y sentiste el calor de tu público con el nuevo trabajo. ¿Cómo resultó esta experiencia?
-Fue muy bonita, siempre que canto en Asturias tiene un punto especial, hay un algo más. Estos días canté en Ávila y lo pasé muy bien también, pero en Asturias hay una complicidad diferente con el público. Fue un concierto muy bonito, al día siguiente hice otro en la Cuevona -en Benia de Onís- y fue espectacular. Es un sitio donde sientes que hace cuarenta mil años había vida y era el refugio de cantidad de gente de esa comarca y de su ganado. Cantar ahí en semipenumbra fue una experiencia maravillosa.
«Ahora la censura es mucho más sutil y más peligrosa, porque es la autocensura de cada uno. Hay gente que por no cometer una incorrección política o social se calla la boca y no dice exactamente lo que piensa, ya sea en artículos, canciones…»
-¿Te consideras profeta en tu tierra?
-Sí, siempre lo he sido, siempre ha habido mucha gente que me ha querido y que me quiere. El otro día me crucé con dos señoras de mi edad y una le dijo a la otra «Ahí viene Víctor Manuel» y la otra le respondió «No lu trago» (risas). Pues qué se le va a hacer, lo que te dije antes, no se puede gustar a todo el mundo.
-¿Qué supone para ti que tus canciones formen parte de la vida de muchos asturianos e incluso del folclore asturiano? Formas parte de la historia.
-Es estupendo que las canciones pasen a la generación siguiente y se olviden completamente de mi nombre, pasando a ser canciones de ellos. Ocurrieron dos cosas casi seguidas hace algún tiempo: salió Revilla, el presidente de Cantabria, felicitando las Pascuas en YouTube y cantó «El portalín de piedra», como si fuese una canción tradicional y después Amaia, en un descanso de OT, se arrancó a cantar esa misma canción. Y la cantó sin identificarla, y eso es lo mejor que le puede pasar a cualquier canción. Eso es la inmortalidad, que te canten sin que sepan de quién es la canción.
-Parece mentira que ese artista que pisa con tanto aplomo el escenario sea una persona de carácter tímido. ¿Cómo se produce esa transformación?
-La verdad es que es una suerte tener esta profesión para un tímido, porque ahí te curas todo, te ahorras el psiquiatra y cantidad de tratamientos. Tienes posibilidad de expansionarte durante dos o tres horas cada cierto tiempo, transformarte y ser otro con cada canción que cantas. Eso es una experiencia impagable.