Este 8 de marzo, como cada año, se repiten los actos que ponen el acento en la situación de la mujer en nuestra sociedad. El papel de las instituciones públicas es fundamental en un terreno en el que aún queda mucho por hacer.
El 52% por ciento de la población asturiana son mujeres. Y, según los estudios que periódicamente se publican, esa mitad sigue siendo la que se responsabiliza de cuidar a los hijos y a los mayores, a la vez que se ocupa de atender la casa y mantiene su actividad laboral. En general, las mujeres se forman más que los hombres, pero no acceden a los puestos de responsabilidad ni a los trabajos mejor pagados. Además tienen más enfermedades crónicas y toman ansiolíticos en una proporción pasmosa.
Vamos, lo de siempre. La legislación al respecto -como la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género de 2004 o Ley Orgánica de Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres de 2007- ha supuesto mejoras, pero de momento no ha conseguido revertir una situación que hunde sus raíces en un patriarcado con siglos de ventaja.
Para ejecutar políticas reales y eficaces hay que creer en ellas, mantenerlas en el tiempo y, sobre todo, dotarlas de medios. Es responsabilidad de las instituciones públicas hacerlo, y de la sociedad civil reclamarlo. Y por eso es interesante, cada 8 de marzo, hacer balance y reforzar objetivos: insistir en la prevención de las desigualdades, en la educación como arma indiscutible. En Asturias, la administración regional y los diferentes ayuntamientos han preparado actos en torno a ese día, pensados para la participación y reflexión. Porque la Igualdad, así, con mayúsculas, es la meta, y queremos pensar que cada vez está más cercana.