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Asturias es tierra de miel, un oro dulce que cuenta con un reconocimiento internacional cada vez más extendido. Parte de este mérito se encuentra en la idiosincrasia de nuestro paisaje, el clima lluvioso y también las prácticas apícolas heredadas de nuestros ancestros que mantienen el uso del ahumador y la extracción a través de la centrifugación o decantación.
La miel tiene mucha tradición en la región, hasta el punto de que casi hasta finales del siglo XIX era el único edulcorante que existía en la sociedad rural asturiana, y cuando se recolectaba era motivo de fiesta que se compartía con todos los vecinos del pueblo. Tenemos miel de calidad, somos uno de los principales países productores en Europa, pero era necesario un reconocimiento que colocara a este producto donde se merecía.
Tras mucho trabajo y esfuerzo, la Miel de Asturias por fin cuenta con una Indicación Geográfica Protegida (IGP) y se incorpora a la marca de calidad Alimentos del Paraíso. Este distintivo la equipara con las mejores mieles del país y reconoce la importancia de un producto cien por cien asturiano a través del cual se divulgan las propiedades y territorios de nuestra región. El pasado 11 de noviembre la IGP Miel de Asturias fue presentada oficialmente por el Consejo Regulador, tras ser aprobada por el Principado hace algo más de un año. “Tener una IGP más es algo muy importante para Asturias y tenerla especialmente para la miel es algo vital. La medida permite utilizar esta marca de calidad en el etiquetado, contribuye a diferenciar este producto en los mercados y ayuda al consumidor a conocer su trazabilidad. La gente tiene una garantía más para consumir productos asturianos. Cuando compra miel es miel de verdad y además es de Asturias”, comentaba en el acto de presentación el consejero de Medio Rural y Cohesión Territorial, Alejandro Calvo. “Con este acto concluye una lucha de muchos años del sector, de nuestros predecesores en la Consejería, es por tanto un motivo de felicitación para todo el mundo. Es una nueva alternativa de actividad frente a la despoblación de la zona rural”, reconocía Calvo.
Tras mucho trabajo y esfuerzo, la Miel de Asturias por fin cuenta con una Indicación Geográfica Protegida (IGP) y se incorpora a la marca de calidad Alimentos del Paraíso.
Al proceso aún le falta el reconocimiento oficial por parte de la Comisión Europea que debe incluirla en el registro comunitario, pero desde febrero de este año ya se puede etiquetar y vender la miel con el logo de la IGP. El sello de calidad agrupa en estos momentos a 60 productores y 32 envasadores que forman parte del Consejo Regulador que será quien vele por el cumplimiento de la normativa IGP. Este año se han certificado unas doscientas toneladas de miel, aunque el Gobierno asturiano es optimista y prevé duplicar esa cantidad en poco tiempo.
La apicultura es un sector en alza en el Principado, el que ha registrado un mayor crecimiento en el sector agrícola durante la última década. Y es que cada vez son más los apicultores -especialmente de la zona suroccidental- que se dan de alta. Un número que se espera que aumente tras esta certificación de calidad.
¿Qué requisitos ha de cumplir la miel para llevar esta etiqueta? Pues, en primer lugar, ha de ser cosechada en Asturias y solo en colmenas de desarrollo vertical -Langstroth o Dadant- lo que deja fuera a muchos truébanos o colmenas tradicionales. La miel no podrá ser pasteurizada, tendrá que ser extraída solo por decantación o centrifugado y no deberá ser calentada en ningún momento por encima de los cuarenta grados. Por otro lado, los apicultores no podrán alimentar sus colmenas durante el período en que las abejas almacenan miel y tampoco aplicarán tratamientos mientras haya miel en las alzas.
Si hablamos de variedades, la Miel de Asturias tiene distintas tonalidades, sabores y texturas dependiendo de la flor a la que da origen. En concreto tenemos nueve variedades: brezo, castaño, roble, eucalipto, calluna y madroño, las flores de los árboles más representativos de nuestro territorio. Y luego tres tipos más de miel mutifloral, es decir, fruto del néctar de distintas especies donde no predomina ninguna en especial: Miel de la Montaña, de la Costa y del Bosque.
Por fin la miel forma parte de Alimentos del Paraíso, el sello de calidad que identifica los productos de la región y los relaciona con los valores de Asturias. Al valor económico que esto supone hay que sumarle el ecológico porque esta actividad tiene una función clave en el mantenimiento de la biodiversidad, por la tarea que desempeñan las abejas en la polinización de muchas especies, esencial para su conservación.
La miel tiene mucha tradición en la región, hasta el punto de que casi hasta finales del siglo XIX era el único edulcorante que existía en la sociedad rural asturiana, y cuando se recolectaba era motivo de fiesta.
El objetivo de esta IGP Miel de Asturias es que, tanto consumidores como profesionales de la restauración, consideren la miel como un alimento adaptable a cualquier dieta y para todo tipo de público, para abrir con él un abanico de posibilidades dentro de la cocina en asados, salsas, postres, etc.
Además de como alimento, el uso de la miel como medicina también viene desde la antigüedad. Son reconocidas sus propiedades antimicrobianas, antiinflamatorias, antioxidantes, es un agente antibiótico y además cicatrizante. Ayuda a aumentar las defensas del cuerpo, mejora la salud del corazón, mejora el colesterol y disminuye los triglicéridos, alivia el dolor de garganta, asma y tos, mejora la salud gastrointestinal… y así un sinfín de propiedades.
El consumidor cada vez más se interesa por conocer las propiedades de cada tipo de miel y la zona donde se produce para, en base a ello, tomar una decisión consecuente. Cuando se prueba una miel de calidad, artesana, se comprueba que su textura y su sabor no tienen nada que ver con las mieles industriales. La Miel de Asturias está pegada al territorio y a las personas que lo habitan. Hay que fijarse en la etiqueta.