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martes 16, abril 2024

Los rescates ¿tienen precio?

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Con la idea de “prevenir antes que lamentar”, el Gobierno del Principado propone una medida para que los rescates que tengan su origen en una imprudencia conlleven un coste económico. Así, quienes provoquen una situación de emergencia después de haber hecho caso omiso de las alertas meteorológicas, banderas rojas, señalización de lugares peligrosos, o realicen actividades sin el debido equipamiento, tendrán que abonar las tasas correspondientes. La medida abarca también los falsos avisos y las llamadas de bromistas que obligan a salir a los equipos de rescate.

Valentín Ruiz. Director General de Seguridad Pública

“En los últimos años hemos venido observando un incremento del uso de los servicios de emergencia, en ocasiones provocados por actitudes que rayan en la imprudencia, e incluso se han producido simulaciones en algunos casos. Si bien no constituyen un número elevado, sí ponen en riesgo la vida de las personas que participan en ese rescate y al mismo tiempo están detrayendo de servicios verdaderamente necesarios a otro tipo de emergencias.
Esta posibilidad de poner una tarifa para determinados rescates ya se establecía en la ley cuando se creó Bomberos de Asturias en el año 2001. Lo que hemos hecho ahora es proponer una reforma de dicha ley para que cuando se produzca algún rescate bajo alguno de los tres supuestos establecidos, se proceda al cobro. Hemos contrastado estos supuestos con los técnicos de bomberos y con la Federación de Montaña y hemos coincidido en los tres, aunque lógicamente sabemos que en la medida que se vayan aplicando habrá algunos aspectos que afinar. Los casos son los siguientes:
Uno, cuando no se atiendan las alertas o las predicciones metereológicas adversas emitidas. Dos, cuando el rescate se produzca en zonas que se han señalado como peligrosas. Pongamos el caso de que se pone una bandera roja en la playa o se señala una zona prohibida al baño. Si por su cuenta y riesgo una persona desobedece esas indicaciones y hay que ir a rescatarla, se le aplicará la tarifa correspondiente. Y tres, cuando se realice una actividad sin el equipamiento adecuado. Por ejemplo las personas que se van a la ruta del Cares con zapato de tacón, absolutamente inadecuado, o no llevan agua, o se adentran en alta montaña con pantalón corto y sin más equipamiento. Como se puede ver, se trata de mínimos de sentido común.
En cualquier caso, hablemos de actividades en montaña, en el mar, en simas de espeleología, etc, nosotros insistimos en que la tasa lo que pretende es disuadir, educar, prevenir; lograr que la gente se informe antes de emprender una actividad de riesgo”.

“Se trata de mínimos de sentido común”

Raimundo González “Mundo”. Vicepresidente de la FEMPA

“En principio no me parece mal que se tomen medidas y que se cobren ciertos rescates, siempre y cuando sea una cosa justa y se aplique no sólo a los montañeros sino también a los bañistas, a los que circulan por las carreteras, etc. Se dice que se cobrará cuando se comete una negligencia, pero yo veo que es algo difícil de valorar. Dudo de cómo y quién va a valorar las imprudencias y si tiene la suficiente preparación para hacer esa labor. No todos los bomberos son escaladores, y si hay que hacer un rescate en una escalada ¿cómo se llegará a la conclusión de si existió o no imprudencia? ¿Qué comité va a decidir eso?”.

“Dudo de cómo y quién va a valorar las imprudencias”

Bernardo de la Cuesta. Presidente del G.M. Vetusta

“Una imprudencia es cuando se sabe que algo no se debe hacer y se hace, de modo que yo no considero que la mayor parte de los casos sean imprudencias, sino más bien desconocimiento. Y este problema se soluciona orientando a los turistas metidos a montañeros ocasionales.
Aquí vendemos la montaña como algo idílico, un atractivo turístico más, y eso no se debe hacer, porque de ahí viene que la gente lleve malos equipos, se meta en lugares inapropiados, etc. Parece que uno sale de paseo y ya está en el Urriello, y no es así. Los que hacemos montaña y nos consideramos modestamente montañeros, sabemos que las condiciones pueden cambiar de repente. Por algo existimos los grupos de montaña, y por algo hay también guías de montaña profesionales. La montaña no siempre es igual de fácil y no se puede vender como si lo fuera. Y aunque es probable que haya personas que se meten en la montaña basándose en que, si tienen algún problema, llaman desde el móvil al 112, lo cierto es que son una minoría.
Primero hay que informar, y recalco lo de informar, a la gente y luego decirle que, si no hizo lo que se le indicó, comete una imprudencia. Pero no se puede llamar imprudente a alguien que no sabe que lo que está haciendo es una imprudencia. Ese matiz es fundamental”.

“Normalmente no son imprudencias, sino desconocimiento”

Rosa Fernández. Montañera

“Es un tema que resulta complicado valorar. Hay quienes se llevan el teléfono móvil a todas partes y a la mínima llaman al helicóptero, eso es verdad, pero también es cierto que a veces vale más llamar ante un accidente que en principio no parece grave, porque luego se puede complicar. Yo creo que se podría establecer una cantidad simbólica, un mínimo, para que la gente se corte un poco y no llame por tonterías, como sucede a veces.
Por otra parte, pienso que si una persona se mete a hacer montaña o escalada en serio tiene que tener un seguro en condiciones, sea el de la Federación u otros, que cubren los accidentes de montaña y también los rescates. Desde luego en otros países si te vas a hacer montaña y te tienen que rescatar lo tienes que pagar tú, es lo normal y además no te queda otro remedio. Por eso a nadie se le ocurre irse al Himalaya o a los Alpes o a la Antártida sin un seguro.
Además, tendríamos que tener un método de previsión más ajustado y más fiable, y no general para Asturias, sino específico de montaña, porque el tiempo no es el mismo en la Gamonal que en la Ubiña o que en Picos de Europa.
Por último, tiene que haber buenos centros de información. Hay gente que sale a dar un paseo por la Ubiña, que queda ahí al lado y de repente se encuentra en alta montaña porque no sabía dónde se metía. Hay que informar, porque prohibir por prohibir no tiene sentido”.

“A nadie se le ocurre irse al Himalaya sin un seguro”

Amador Fernández. Presidente del G.M. Torrecerredo

“Me parece que resultará complicado llevarlo a cabo. ¿Cómo decir cuándo hay o no negligencia? Si un alpinista de élite se mete en invierno en una cara norte, para el 90% de los mortales será una negligencia, pero lo cierto que el alpinismo consiste precisamente en asumir este tipo de retos.
Por otro lado, el mar produce muchos más accidentes que la montaña. Cuando un surfista se mete en las olas es cuando peor está la mar, cuando está prohibido bañarse en la playa. Y para ellos es una maravilla. Algunos casos pueden parecer negligencias muy evidentes, pero también puede ser negligente un señor que va al Monte Deva en playeros en invierno y rompa un tobillo por no llevar un calzado apropiado. ¿Cómo se valora esto? Me parece algo muy difícil de medir, no veo que exista claridad suficiente para poder aplicar esta norma.
A los deportistas hay que apoyarles. Si queremos que lleguen a cotas importantes tendrán que jugársela en momentos importantes en los que, seguramente, Protección Civil dirá que no se puede ir a la montaña o al mar”.

“Me parece algo muy difícil de medir”

Pascual Ricardo Fernández. Presidente de la Federación de Vela de Asturias

“Yo estoy completamente de acuerdo con esa medida. Los medios utilizados en este tipo de actuaciones son muy caros, en la mar en concreto son carísimos, por eso me parece bien que la administración los cobre. Si no se hiciese así, al final las imprudencias las pagamos todos los asturianos con nuestros impuestos, y yo prefiero que el dinero de todos se destine por ejemplo, en el caso del deporte de la vela, a la formación, de forma que los niños puedan aprender a navegar. Precisamente eso es lo que va a hacer que de mayores no cometan errores ni imprudencias. La obligación de un patrón o de un capitán de un velero antes de hacerse a la mar es revisar todos los dispositivos de seguridad a bordo y consultar los partes meteorológicos.
Eso no quiere decir que a uno nunca le vaya a sorprender una tormenta en alta mar o en la costa, y que necesite un rescate y que no lo tenga que pagar. Eso me parece normal. Pero si dan un aviso de temporal y un barco sale de puerto sin encomendarse ni a dios ni al diablo y después hay que llamar a un helicóptero, lógicamente debe asumir el coste. «

“Las imprudencias las pagamos todos con nuestros impuestos”

Lo que cuesta un rescate
Las tarifas aplicables estarán en función de los medios que se empleen para el rescate. Se establece una “tarifa de la salida” para la primera hora; a partir de ahí se aplicará por minutos en función de lo que dure la intervención.
Hay seis tipos de tarifa:

  • 32 € por persona.
  • 36 € por vehículo ligero.
  • 72 € por vehículo pesado, como una autobomba.
  • 218 € por vehículos especiales, como una autoescalera por ejemplo.
  • 1.258 € el helicóptero llamado “multifunción”, el más pequeño.
  • 2.013 € el helicóptero medicalizado.
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