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jueves 19, junio 2025

Vacunación: Las vacunas salvan vidas

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Un físico, un químico, dos geólog@s y un biólogo. La Asociación Villaviciosa ConCiencia lo componen un grupo de científicos nacidos y criados en Villaviciosa, entusiastas de la divulgación científica. "Queremos transmitir lo que hacemos de una manera accesible a todo el mundo"

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Cada vez más personas tienen serias inquietudes y preguntas sobre las vacunas, dudando en vacunarse o incluso negándose a hacerlo con los peligros que esto acarrea para la salud. Desde el Rincón de la Ciencia, la Asociación Villaviciosa ConCiencia inicia una serie de artículos informativos para dar a conocer la importancia de la vacunación.

El sarampión o rubéola es una infección respiratoria causada por un virus que se encuentra en la nariz y en la garganta de un niño o adulto infectado. Es una enfermedad altamente contagiosa, tan es así que aproximadamente el 90 % de las personas que no han tenido sarampión ni se han vacunado contra la enfermedad se infectan cuando se exponen a alguien con este virus del sarampión. En principio puede parecer una enfermedad inofensiva y bastante parecida a una gripe, pues sus síntomas son similares (fiebre, goteo nasal, etc.), salvo que en el sarampión aparece un característico sarpullido con manchas rojas usualmente primero en la cara y detrás de las orejas, y que luego se extiende hacia abajo, al pecho y la espalda, y finalmente a los pies. Aun así, es una enfermedad que puede ser muy grave, especialmente en bebés, niños pequeños, embarazadas y personas con un sistema inmunitario debilitado. De hecho, todavía en 2023 mató a unas 107.500 personas, en su mayoría niños menores de 5 años. La causa de la muerte más común es la neumonía que entre un 5 y 6% de los infectados desarrollan. Pero el sarampión puede causar otros efectos secundarios que condicionan la vida de los infectados, ya que también puede causar ceguera o pérdida de audición. También genera efectos a largo plazo como la rara, y casi siempre mortal panencefalitis esclerosante subaguda, que se desarrolla años después de una infección de sarampión y se caracteriza por deterioro cognitivo, cambios de personalidad y demencia. Otro efecto a largo plazo es la amnesia inmunitaria que se genera al ser eliminados durante la infección una gran cantidad de anticuerpos que almacenan la memoria del cuerpo sobre cómo combatir otras enfermedades. De hecho, existe evidencia de que el sarampión podría debilitar el sistema inmunitario de cara a defenderse de otras enfermedades durante unos 2-3 años después de la infección.

Sin embargo, esas muertes y síntomas a largo plazo son evitables ya que existe desde hace años un invento que consigue erradicar la enfermedad por completo: las vacunas. De hecho, éstas funcionan tan bien que la Organización Mundial de la Salud ha podido declarar que 82 países de todo el mundo han eliminado por completo el sarampión.

Uno de esos países es Estados Unidos, pero puede que esta feliz realidad no se mantenga mucho más tiempo. Un agresivo brote de sarampión lleva causando estragos en Texas varias semanas. Se detectó a finales de enero, pero su notoriedad se acrecentó con la muerte por esta enfermedad de un niño de seis años, con buena salud, pero no vacunado. Esta muerte fue la primera de una persona en Estados Unidos en una década. Pero lo peor es que esta situación no solo se restringe a Estado Unidos. Reino Unido era otro de los países que había declarado la enfermedad como erradicada en el año 2017. Sin embargo, en el año 2023 tuvo que luchar contra un brote parecido al actual en Estados Unidos que las autoridades sanitarias relacionaron directamente con la disminución en la vacunación con la vacuna triple vírica (SPR), que se administra en dos dosis (normalmente al año de vida la primera dosis y a los 3-4 años la segunda), durante la pandemia de COVID-19. Y es que en Reino Unido la tasa de vacunación de la triple vírica a caído en los últimos 10 años a un preocupante 85% de los niños de 5 años cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendo un mínimo del 95% para conseguir la inmunidad de grupo.

Las vacunas funcionan tan bien que la Organización Mundial de la Salud ha podido declarar que 82 países de todo el mundo han eliminado por completo el sarampión.
Las vacunas funcionan tan bien que la Organización Mundial de la Salud ha podido declarar que 82 países de todo el mundo han eliminado por completo el sarampión.

Y estos no son casos aislados. El sarampión está en aumento en casi todas las regiones del mundo (Figura 1). En Europa se reportaron, en 2024, 127.350 casos, la cifra más alta desde 1997. Durante el año 2024 se produjeron brotes en nueve países europeos, destacando Rumanía (27.568 casos) e Italia (1.097 casos). El número de muertes se elevó a 19, con 18 muertos en Rumanía y 1 en Irlanda. En la región de Ontario en Canadá, desde octubre 2024, se han confirmado más de 2000 casos, lamentando la muerte un bebé prematuro. En general, en 2023, 57 países de todo el mundo experimentaron brotes significativos, un aumento con respecto a los 36 de 2022. En todos los casos, estos brotes se corresponden con una disminución en la vacunación. Pero no solo ocurrió con el sarampión, la tosferina está siguiendo una tendencia similar: Australia notificó 14.783 casos en el año 2024, un aumento sin precedentes que afectó principalmente a neonatos y niños pequeños, con múltiples hospitalizaciones. Y lo más preocupante es que entre el 96 y el 98% de los casos de sarampión y tosferina se dieron en niños no vacunados, por lo que se puede concluir que el aumento del número de brotes se debe a que la tasa de vacunación ha bajado ostensiblemente en los últimos años.

Estos datos avalan una cruda realidad: cada vez más personas tienen serias inquietudes y preguntas sobre las vacunas, dudando en vacunarse o incluso negándose a hacerlo. (Figura 2). En algunos casos, dicha disminución coincide con campañas activas, a menudo lideradas por personas con poder e influencia, que comunican información sobre las vacunas que no se ajusta a las recomendaciones de salud pública aceptadas internacionalmente. Esta desinformación suele estar relacionada con los supuestos efectos secundarios de las vacunas y también con la supuesta eficacia de tratamientos alternativos a las enfermedades para las que se utilizan vacunas. Por ejemplo, con respecto al brote actual de sarampión en Estados Unidos, se ha propagado la información de que el aceite de hígado de bacalao y los suplementos de vitamina A ayudan a tratar la enfermedad. Este mensaje es muy peligroso, pues si llega a gente que ya está dudando en si vacunar a sus hijos o no, les puede empujar a no vacunarse y optar por un “tratamiento más natural”, con los riesgos para la salud de los menores que esto conlleva. La solución para revertir esta tendencia y combatir la desinformación es poner mucho más esfuerzo en aclarar cualquier tipo de duda sobre el concepto, la fabricación, el uso o las causas secundarias de las vacunas.

Figura 1. Número de casos de sarampión por mes y año en la Unión Europea del 1 de enero de 2013 al 31 de marzo de 2025.
Figura 1. Número de casos de sarampión por mes y año en la Unión Europea del 1 de enero de 2013 al 31 de marzo de 2025.
Figura 2. Tasas de vacunación en Estados Unidos a lo largo de los últimos 13 años contra enfermedades infantiles que antes eran comunes.
Figura 2. Tasas de vacunación en Estados Unidos a lo largo de los últimos 13 años contra enfermedades infantiles que antes eran comunes.

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