Mientras la juventud de Sama celebra la gira de Santiago en La Joécara, con calimocho, según la prensa otros trescientos jóvenes asturianos van a que los bendiga el papa romano, que es argentino, en tierras polacas. Seguramente más que vino beberán agua, como la de la botella de la derecha de la foto, (Kropla Beskidu) que no tiene nada que ver con la Iglesia, aunque es bendecida comercialmente por otra multinacional, la de la cola. Nosotros la compramos tiempo atrás en el aeropuerto de Cracovia y pudimos comprobar que no era agua del grifo, como la que por aquí intentaron colarnos (propiamente), sino naturalna woda mirenalna. Que lo sepas. La de la izquierda, con perdón por la palabra, es un recuerdo de una estancia académica de Marta entre los jesuitas de Deusto. Es lógico que hagan seminarios; sorprende que los realicen sobre violencia de género y otros asuntos propios de mujeres. Son los signos de los tiempos, al parecer. Sin embargo su misión trascendente queda reflejada en la etiqueta, «Aqua Deus», ni más ni menos; no sirve un prudente «Aqua Dei» (agua de dios), sino que el sano líquido se llama Dios, directamente.
Aqua también se titula, en Toro, la última edición de las Edades del hombre. Los signos de los tiempos no recorren por igual las huestes católicas, después de veintimuchos años, desde aquella exposición inicial, -magnífica-, en la catedral de León, mantienen este nombre tan poco afortunado, sugiriendo que la Historia pertenece a los varones. Ya se les podía haber ocurrido rebautizarse, es bien sencillo: Las Edades de la Humanidad; y en este caso era más apropiado el bautismo, dado el lema del año. Aqua, por otra parte, no parece muy apropiado en tierra de vinos, la verdad. En fin, por resumir, que tengo otras cosas que contarte, diré que la muestra me resultó insípida.
A ver si se les ocurre mejorar nomenclatura y contenidos para las siguientes ediciones, que van a ser en Aguilar de Campoo, -estupendo para ver románico-, Lerma, -la personalidad del duque que fuera valido de Felipe III lo llena todo-, y Cuéllar, donde presumen de tener los más antiguos encierros taurinos de España. Se ha quedado sin premio Tordesillas; su alcalde declara que no tiene por qué ser debido a la polémica del toro de la Vega. Yo creo que sí. Una página que pretende ser jocosa y divertida obliga en ocasiones a ponerse serios. Muy serios. Deben denunciarse las jaurías humanas, como las que se divierten asaetando toros tal que si fueran acericos o las de San Fermín, con animales acorralando y agrediendo mujeres. Negro futuro para un pueblo si no respeta a la mitad de sus componentes.
Tan negro como el de la Semana negra, que con una constancia admirable, quieren cargarse los elementos más retrógrados de la sociedad gijonesa. Este año se cumplió la edición número veintinueve; un milagro, según las zancadillas que recibe. Gracias a la amable invitación de sus organizadores y de la Fundación Andreu Nin, he pasado unos días entre los ciento setenta (¡170!) autores que han desfilado por sus carpas. He viajado en el Tren negro, desde Madrid a Gijón, con novelistas, ilustradores y periodistas, y en el tren minero de Samuño (un periódico lo rebautizó a Lamuño, que es pueblo más de mar que de hulla), desde El Cadavíu a La Nueva, para compartir con el escritor Leonardo Padura y Lluis Juste de Nin, -iluminador de aventuras y desventuras de su saga familiar, els Nin-, la espicha con que nos obsequió el Ayuntamiento de Langreo.
El autor cubano es un ejemplo de equidad. Tiene un conversar humilde; con calma isleña va desgranando poco a poco las tropelías del estalinismo, el histórico y el residual, y lo cuenta como si estuviera refiriéndote una anécdota de su barrio. «El hombre que amaba los perros» no deja indiferente a nadie; pero como el mejor escribano echa un borrón, sirvan estas humildes líneas para advertirle: Edición de Tusquets, página 138; en el exilio de Turquía se muere Maya, la perra de Trotski, los allegados la entierran con respeto, «Krarálambos se encargó de abrir el hoyo, y el nuevo secretario, Jean van Heijenoort, preparó una pequeña lápida de madera«. Lápida procede del latín lapis/lapidis, piedra llana en la que ordinariamente se pone una inscripción, por lo que la madera está de más.
Hemos caminado también por Valladolid, debido a la atenta invitación de la asociación Parad@s en movimiento, gentes ágiles, dinámicas y cariñosas; organizaban la II Escuela de verano, con un programa tan denso como interesante. Ello no fue obstáculo para darse una vueltecilla por las pucelanas calles y traer para nuestro respetable público la información de la «Guardería de maridos» que tienen organizada en el Café bar Imperial. Si tiene usted interés en depositar el suyo, Doña Engracia, -aseguran que lo devuelven-, puede dirigirse al Paseo de Zorrilla, número 350. Aconsejo que aproveche para probar las magníficas orejas de cerdo con tomate que prepara Carmen.
Para postre, una sonrisa. Televisión de Galicia (TVG) emite los sábados el programa Bamboleo; entre sus secciones hay una competición de cantantes aficionadas, acude en esta ocasión una maestra que después de entonar con un cierto gusto su tema, charla con el conductor del programa y le comenta una divertida anécdota con un alumno. Explica en clase los romanos y su actividad en el entorno próximo; traduzco del galego: «…y Roma hizo esto y aquello; la ciudad de Lugo nació de los romanos, que hicieron tales y cuales cosas, y construyeron las murallas…» Un alumno, respetuosamente, pide la palabra: «Maestra, ¡Cómo no va a haber paro en Lugo!, si contratan las obras con la gente de fuera, con una empresa romana…»