– ¿No prefieres hacer otra cosa?
– No. Es lo que me gusta y a lo que me quiero dedicar.
Este diálogo se ha dado durante generaciones en muchos ámbitos distintos, y aunque suene un poco anticuado, hoy en día se sigue dando.
Has leído exactamente cuatro líneas y lo más probable es que hayas vuelto a leerlas para contabilizar que han sido cuatro. También probablemente te hayas imaginado la situación anteriormente mencionada. Fíjate que no hablo ni de géneros ni de profesiones concretas, pero los prejuicios e ideas establecidas en la mente de cada uno ya han hecho su trabajo.
Ahora remontémonos a la esencia de las cosas, esas que interpretamos, o al menos hasta hace unas décadas, que tienen género. Partimos del hecho de que son cosas, quiere decir que es algo material, algo que hemos creado nosotros, por lo que le hemos dado el simbolismo que nos ha dado la gana.
Plantéate entonces porqué somos más afines a unos objetos que a otros, a unas aficiones que a otras o a unos colores que otros. Sí, sí, sí, me dirás que es cuestión de gustos y que para gustos los colores, y estoy de acuerdo. Pero también estarás de acuerdo que estadísticamente y de manera general (subrayo lo de general, que nadie se me eche encima) los gustos son similares si hablamos en cuanto al género. Y eso se ha dado porque nos han metido en la cabeza que tiene que ser así. No sé quién ni cómo, pero está en tu mano al menos cuestionarlo.
Mi nombre es Andrea Ariznavarreta, estudiante de ingeniería y me dedico a esto porque descubrí que solucionar problemas mediante aplicaciones tecnológicas era algo que me llenaba.
Hablemos entonces de lo que nos ocupa realmente. ¿A qué te dedicas y por qué te dedicas a lo que te dedicas?
Pues a eso también voy a contestar yo, y así me presento.
Mi nombre es Andrea Ariznavarreta, estudiante de ingeniería y me dedico a esto porque descubrí que solucionar problemas mediante aplicaciones tecnológicas era algo que me llenaba.
Y no, no prefiero hacer otra cosa, es lo que me gusta y a lo que me quiero dedicar.
Hoy en día no es tan raro que la mujer y la niña en la ciencia estén más presentes, aunque sí, sigue habiendo prejuicios y discordancias por ello, pero soy de las que piensa que si tienes vocación, qué más dará el género. Afortunadamente no soy la única que lo piensa.
Vale que hay diferencias físicas y que para ciertos tipos de profesiones quizás llegue a ser un condicionante. Pero, ¿por qué en vez de ver esas diferencias como algo negativo, no sacamos provecho de ello sumando habilidades?
Antes de entrar en más polémicas e irme por las ramas, déjame que barra para casa y que finalice celebrando un día especial para muchas personas. Si sabes cuál es, celébralo, y si no, te invito a que lo celebres también, porque hoy (11 de febrero) es el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Gracias a este día, puedo contar mi historia, y que otras muchas personas tengan un ejemplo para ver que es la pasión por lo que haces y no los estereotipos que lo rodean, lo que verdaderamente importa.