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martes 10, diciembre 2024

Mujer y Mente

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La mente tiene nombre femenino y, como todo lo femenino, ha sido condenada en este planeta y relegada a ocupar un lugar secundario entre las cosas importantes.
La mujer es el polo negativo y, desde siempre, ha sido relegada a ser símbolo sexual y a ser madre, como su aspiración suprema en la sociedad y, en muchos casos, como su máxima obligación, dar hijos para el hombre.
Pero el sexo ha sido siempre condenado y la mujer culpada de ser la precursora de todos nuestros males.

Así, el sexo, la mujer y la mente forman un triángulo interrelacionado detrás del cual se esconde uno de los misterios más profundos de la historia de la humanidad, de su pasado y de su futuro.
Al relegar a la mujer a un lugar secundario en la sociedad, al no dejarla participar en labores responsables, creativas, áreas de poder, etc. en realidad lo que se está haciendo es anular una parte de la mente, puesto que las dos polaridades, positivo-hombre y negativo-mujer, son el equilibrio perfecto en la creación, y de su perfecta combinación depende el paso evolutivo que la raza humana tiene que dar en este tiempo.

Mujer y Mente. Dibujo para La Espada en fusionasturias.com
Dibujo: @arabesko3

La energía sexual es electricidad, y la electricidad es energía mental.
La mujer despierta en el hombre la energía sexual, así como el hombre en la mujer. Si las dos partes fueran conscientes de que esa es una reacción puramente física detrás de la cual existe todo un mundo por descubrir, si la visión del uno hacia el otro no se quedase simplemente en satisfacer físicamente esa atracción, si a consecuencia de la unión trascendiera los niveles físicos y se llevara también al nivel mental, ambas partes experimentarían un fuerte impulso mental, la apertura de nuevas “sensaciones” mentales, una mayor capacidad creativa y, como consecuencia, una liberación en sus vidas.

La Mujer está prisionera del hombre y del pasado, pero la gran paradoja está en que el hombre y el futuro necesitan a la mujer libre para poder continuar.

El hombre tiene que “entregar” la libertad a la mujer, porque ello significa que a la vez se está liberando la mente y que el sexo se está colocando en su verdadero lugar, dejando de ser la perdición de muchos y el campo de justificación de las miserias de otros.
Cuando el hombre condena a la mujer y al sexo, desde su ignorancia no sabe que se está condenando a sí mismo al ostracismo, a la retención, a la no evolución.
Pero el tiempo de la liberación de la mujer y, como consecuencia, de la mente, ha llegado.

La Mente del Uno ha pulsado el botón del nuevo tiempo. La mujer se levanta poco a poco de su confinamiento y alza sus manos, para fundirse en la eternidad.
Nada puede evitarlo, nadie puede impedirlo.
Tal vez por eso las sociedades machistas del planeta refuerzan sus leyes degradantes contra la mujer, contra sus derechos y sus libertades. Tal vez presienten el fin de su hegemonía, tal vez tienen miedo al poder oculto en la mujer y, sobre todo, al hecho de que la mente se libera con ella.
Porque la mente, al ser patrimonio del hombre solamente, es un pobre reflejo de lo que en verdad es.
La Mente, la auténtica Mente, cuando sea la perfecta combinación de sus dos polos, hará del hombre-mujer un dios, un dios libre y creador, una nueva criatura, soñada en el tiempo por el Uno y destinada a ser el principio de una nueva raza cósmica.
La mujer de este planeta debe conocer y comprender que su futuro ya no está en manos del hombre, que este ya no tiene poder para retenerla, para humillarla, para relegarla a sirvienta de sus deseos más bajos y de sus caprichos.
La mujer de este planeta debe saber que una Fuerza Superior se ha puesto en marcha, que su tiempo ha comenzado y, sobre todo, que el futuro espera por ella y la necesita.

El hombre que sepa comprender y se una será impulsado, y su mente será elevada.
El hombre que se oponga y quiera mantener a la mujer bajo su pie, será anulado, confundido y perderá el tren del futuro.
Porque la mujer no es patrimonio del hombre, sino que, al igual que él, es hija del Uno y, por tanto, es en el Uno en quien tiene que apoyarse.
La mujer ha sido “obligada” a ser madre en la historia de la humanidad.
Ahora tiene que aprender a ser Hija para recuperar su lugar en el futuro.

Ser Hija implica reconocerse como la Madre del hombre, el hombre que fue creado a “imagen y semejanza de los “dioses””, el hombre que debe reconocer su parte femenina, donde está depositado su poder, donde está escrito su pasado y su futuro.

Estamos finalizando un ciclo que dará paso a otro donde la combinación hombre-mujer transformará la humanidad y la convertirá en la Idea del Uno, del Creador, cerrando definitivamente la puerta de la oscuridad, de la ignorancia, de todo aquello que limitó la evolución de la humanidad y la hizo prisionera con la complacencia del hombre, un hombre que siempre tuvo miedo del poder de lo femenino.

Un futuro totalmente diferente de lo que conocemos está ya abierto para la humanidad. Pero antes hay que vivir estos tiempos convulsos, el cierre y el nacimiento de un tiempo que fue señalado como de la liberación definitiva del hombre y de la mujer.

Y en estos tiempos de dualidad, de presencia de lo que no es y de lo que Es, la mujer tiene una gran responsabilidad, dejar de ser una marioneta en las manos del hombre y convertirse en una “diosa”, pero respetando al hombre y apoyándolo con su amor y con su recién adquirida mente, que le aportará la visión necesaria para recorrer el camino que existe en la Mente del Creador, en la Mente del Soñador.

Así está dispuesto y así será, porque no existe “poder” en este planeta que pueda cambiar el curso del Sueño.

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