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jueves 11, diciembre 2025

La Madre Universal

¿Qué ocurriría si un día descubriéramos que el hombre es un embrión en gestación en el cuerpo de una Madre Cósmica?
¿Qué ocurriría si pudiésemos comprobar que aún no hemos nacido, que simplemente nos estamos desarrollando en el vientre de nuestra Madre, y en ese desarrollo vamos forjando poco a poco nuestra verdadera naturaleza, la que un día, cuando salgamos a la Vida, nos calificará como hijos de nuestra Madre?
¿Está la mente humana preparada para asumir semejante posibilidad y los cambios que ello conllevaría?

No, por supuesto que no. Pero ¿es realmente así o es una teoría más de ciencia ficción?
Imagínense ahora a un niño, un feto, en el interior de su madre. ¿Cuál es su nivel de consciencia? ¿Qué percibe o que conoce del exterior? ¿En qué se parece la Vida que existe en su esfera con la que existe en el exterior?
Para el niño, para el feto, el cien por cien de su existencia está basado en la dependencia de su madre. De ella recibe, percibe, siente y hasta se cree que sueña con los sueños de ella.

Exactamente así debería ser, y era antes, con los hombres y la Madre Tierra. Algo que se ha perdido, pero que no por eso deja de seguir siendo una realidad.
En el vientre, que es la Tierra, se desarrolla el feto, que es el ser humano. Pero ello ocurre dentro del cuerpo de una Madre Cósmica, donde la Tierra es tan solo el vientre, o si se prefiere, la matriz. Y en dicha matriz se está forjando una nueva criatura, un nuevo hombre, el Hijo de la Madre Cósmica, su descendiente, el precursor pues de una nueva raza que cambiará el destino del Cosmos, que levantará y construirá una nueva forma de vida, una existencia totalmente diferente a la actual.

La Madre Universal, La Madre Cósmica
Ilustración: @arabesko3

Además, en el cuerpo de la Madre Cósmica existen otros mundos, con otras criaturas que están atentas al desarrollo y evolución del feto humano, que colaboran en sus cuidados, que velan por su seguridad.
Ellos son conscientes de que la Madre está embarazada, y que la criatura que nacerá es diferente a todas, porque porta en sus genes lo que todos siempre estuvieron esperando, el germen de la Mente, de una nueva Mente que alberga en sí misma el Poder más elevado del Cosmos y que aportará a todos el más inimaginable espíritu de la Libertad.

Pero dicha Mente hay que aprender a manejarla, hay que saber dominarla y utilizarla, por eso todo ocurre dentro de la matriz donde todos los cambios son posibles, donde los aparentes daños o problemas ocasionados por las “prácticas” del feto humano no afectan al resto del cuerpo.
También por eso el feto humano no es consciente de la Vida existente más allá de su burbuja, porque si lo fuera afectaría negativamente su desarrollo. Las vidas del exterior sólo pueden intervenir para apoyar o ayudar en el desarrollo del embrión, nada más.

Y si todo esto fuera así… ¿Quién sería la Madre Cósmica?
¿Y quién sería el Padre del que el hombre recibió la herencia genética?
Estas preguntas sólo las puede responder quien descubra la verdad de la existencia, el porqué de la creación, quien encuentre su sitio, su verdadera dimensión en el organigrama cósmico.

Pero tenemos pistas, tenemos evidencias que ayudan al buscador a encontrar sus respuestas, porque es la criatura humana, en el proceso de desarrollo de su Mente, la que debe encontrar las respuestas a su razón de ser, al sentido de su existencia.
Y las respuestas están dadas en la historia de esta humanidad, en la sabiduría de los antepasados, en las palabras del Hijo Cristo, y de otros que supieron ver y comprender la Voluntad de Su Padre.

Pero la vida en este Planeta, en esta matriz cósmica que es la Tierra, sólo encontrará el equilibrio cuando el feto humano, la nueva criatura, comprenda quién es, dónde está y para qué fue concebido.
Mientras tanto, el proceso conllevará ciclos, tiempos, donde el dolor forjará la sabiduría y el error conducirá a la consciente utilización de la Mente.

Y así hasta que el Nuevo Hombre pueda abandonar la matriz y moverse libremente por el resto del Cuerpo, por la Madre, compartiendo con las demás criaturas su cualidad por excelencia, la Mente, mostrándoles la Mente, entrenándoles en el uso de la nueva Mente. 

Estamos ahora viviendo el final de un ciclo, un ciclo cuyo objetivo fundamental es que la Tierra, con todas sus vidas, salte a otra dimensión y deje atrás definitivamente los tiempos de conflicto, de ignorancia y de dolor.

La selección de las vidas que puedan dar ese “salto” ya está ocurriendo. El “examen” definitivo ya es una realidad. El hombre, el ser humano, está empezando a comprender la razón de su creación y, de paso, la verdadera naturaleza de sus creadores.

Vivimos tiempos de “revelación”, de conocer las verdades y las razones del “experimento” que vive y vivió la humanidad. Estamos en pleno “Apocalipsis”, y “Apocalipsis” significa Revelación.
La luz es y será siempre superior a la oscuridad.

Como dijo el Maestro Jesús, el Cristo, “quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que oiga”.
Todo está ocurriendo ya. Las profecías se están cumpliendo. Fue larga la espera pero mereció la pena.

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