Las palabras, como todo lo que existe porque el hombre lo necesita, tienen un límite: nacen, se desarrollan y mueren. Sirva de ejemplo el adjetivo funambulesco, puesto de moda por el eximio escritor y extravagante ciudadano que fue D. Ramón María del Valle-Inclán.
Las líneas anteriores sirven para explicar el uso y significado de la palabra “chiringuito” en un escrito recientemente publicado en un periódico regional en el que colgaba este sustantivo a una situación concreta que definía el Campus de Mieres y sus contenidos académicos. Muy utilizada por un político municipal para poner en solfa a quienes son oposición, “chiringuito” tiene un significado peyorativo en boca del susodicho. Y como está de moda en el ámbito regional, pues con esa intención lo utilicé en el articulo anteriormente citado, “Ya no es Bolonia, ya estuvo bien”. Parece que, con la simple enumeración de una situación concreta, abrimos la caja de Pandora de la que salieron todos los males y en la que la esperanza quedó prisionera para desconsuelo de quienes sufren.
Visto lo visto, sobre todo las reacciones de las autoridades, por enésima vez visito las interioridades del edificio que alberga nuestro Campus. Voy a tiro fijo, valga la expresión, y acompañado de su Director, A. Bernardo, le explico cuál es el motivo de la visita. Con la amabilidad que le caracteriza, me acompaña hasta la tercera planta donde encuentro uno de los grupos de investigación que cito en el articulo que salió en prensa y al que había colgado el adjetivo de chiringuito. Es el European Centre For Soft Computing. El Soft Computing que está en el Campus de Mieres dejará de ser un chiringuito si en el nuevo edificio que se construye con los Fondos Mineros les dan los 2.400 m2 que son esenciales para el futuro del centro; con menos, difícilmente podrá llegar a ser un centro de I+D emblemático en Europa.Allí me reciben Don Enric Trillas, padre de la criatura, ilusionado y por tanto joven para los proyectos que tienen entre manos. Le acompañan Don Luis Magdalena, Director General, y Raúl del Coso, Director de Operaciones. Después de los saludos correspondientes y el café que permite la confraternización, vino la visita a los espacios con los comentarios correspondientes sobre personal, contenidos y distribución espacial.
En primer lugar, quiero dejar constancia de la amable explicación de lo que son por su Director General: lo que buscan, sus objetivos, las relaciones nacionales e internacionales, sus contactos académicos, sus patentes, sus investigaciones. Todo ello en una sala que no es precisamente un espacio amplio, bien iluminado, bien dotado y perfectamente equipado. Y como es normal, hacen de la necesidad virtud y allí están con todo entusiasmo, “en la sala de operaciones”, para justificar a un profano su trabajo en nuestra ciudad, en nuestro Campus.
Lo que percibo, y esto no lo dicen ellos, es un ambiente de tranquilidad o sosiego entre el personal, tan imprescindible para el investigador; el afán de rendir cuentas a quien los escucha y a quien les paga, CajAstur y otras empresas como Hidroeléctrica o los Fondos Mineros; transpiran inteligencia y rezuman normalidad, educación y amabilidad, algo poco frecuente cuando se oye a responsables de su categoría usar las palabras para cargar los tirachinas (estiragomas) contra quien es simple escribidor de alguna que otra historia siempre procedente.
Además, reseñamos que por capacidad y mérito, el personal no investigador, altamente cualificado por necesidad, es asturiano y alguno de Mieres, lo que agrada al visitante. Alegría que aumenta cuando de los 28 investigadores, hay alumnos de nuestros institutos, jóvenes con proyección internacional desde su propia ciudad, Mieres, que lucha por tener su Campus universitario.
Como el lector de estas letras puede comprobar, todo muy bien hasta ahora. Lo mismo de bien que estarían si el espacio en que desarrollan este ímprobo trabajo fuese el necesario para no tener que andar por allí en fila india porque no podemos ir pareados: los 600 m2 en que están de alquiler que paga CajAstur a la universidad, me traen a la memoria las condiciones en las que investigaba Ramón y Cajal cuando recibió el Nobel. ¿Por qué será?
Les pregunto por la biblioteca y me enseñan un montón de cajas por los pasillos; los ordenadores de los chicos tienen los cables por los techos, en los que hay cartones, no se sabe bien con qué fines aunque alguno tendrán. Carecen de potencia de luz suficiente para los artilugios que usan, con el peligro consiguiente para sus trabajos de investigación. Porque tienen que ser optimistas por naturaleza, llaman despachos a lo que parecen cuartos oscuros. Y repito que pagan alquiler a la universidad por estar en estas condiciones y además no se quejan. Como Ramón y Cajal, lo mismo.
¿Cómo cierro estas líneas ahora? ¿El Soft Computing que está en el Campus de Mieres no es un chiringuito?
Dejará de ser un chiringuito, claro, si en el nuevo edificio que se construye con los Fondos Mineros les dan los 2.400 m2 que son esenciales para el futuro del centro; con menos, difícilmente podrá llegar a ser un centro de I+D emblemático en Europa.
Y también son necesarios para poder andar pareados los pasillos y tener una buena biblioteca aunque estemos en la era digital para todo; al fin y al cabo a uno lo que le gusta es el papel y el olor de los libros y revistas, y ver sus lomos bien expuestos en una buena librería, como siempre.
Nada mas verlos, ya se intuye que no están encerrados en una torre de marfil, ajenos a lo que sucede en el mundo: son tremendamente amables, afables y además resisten sin rechistar, aunque esperan tiempos mejores. Como es normal, es un valor añadido a sus trabajos y al esfuerzo que realizan para cumplir con las empresas que los patrocinan. Sí es un valor añadido en este país donde ser amable cuesta tanto.