Los que practican la acuarela conocen la magia de esta modalidad pictórica que se realiza tan solo con pigmentos y agua. Tan atractiva como difícil de dominar, en Asturias tiene una legión de seguidores que se aúnan en torno a Acuarelastur, un colectivo que preside Guillermo Carbajo.
Guillermo lleva al frente de la Agrupación de Acuarelistas de Asturias desde hace cuatro años. El colectivo, formado por un grupo de artistas del pincel que dan rienda suelta a su inspiración a través de la acuarela, se fundó oficialmente en 2017. Nació con el objetivo de fomentar esta clase de pintura y compartir experiencias en torno a ella, y es lo que llevan haciendo desde entonces.
“Hasta hace cuatro días —explica el presidente de Acuarelastur— éramos cuatro amigos que salíamos a pintar juntos, y ahora ya somos 60 personas las que formamos la asociación”. Quien quiera conocer de primera mano la actividad del colectivo tan solo tiene que acercarse hasta el Centro Municipal de La Arena, en Gijón. Allí imparten talleres de pintura tres días por semana y puntualmente organizan demostraciones de otros artistas. “Más adelante, si tuviéramos un número de socios que lo permitiera, nos gustaría tener un local propio, pero ahora mismo estamos muy a gusto en el Centro, porque tenemos una ubicación totalmente gratis y abierta a la gente que quiera conocernos, y todos los días aparece alguien”.
A pesar de que requiere mucha práctica dominar esta disciplina, buena parte de los que empiezan con ella se confiesan ‘enganchados’ a la acuarela.
El colectivo está integrado por gente de diferentes edades, aunque un gran porcentaje lo constituyen personas ya jubiladas que, como Guillermo, pueden dedicar gran parte de su tiempo al arte. Él reconoce que empezó a mejorar su técnica a raíz de jubilarse, “la acuarela tiene un problema y es que a diferencia del óleo, que es un elemento con el que puedes pintar hoy, dejarlo y continuar dentro de quince días, la acuarela no te permite hacer eso. Y cuando empiezas a mejorar es cuando pintas a menudo, cuando haces horas es cuando ves que evolucionas”.
A pesar de que requiere mucha práctica dominar esta disciplina, buena parte de los que empiezan con ella se confiesan ‘enganchados’ a la acuarela. El presidente del colectivo asturiano intenta explicar por qué sucede esto, aunque reconoce que no tiene una respuesta exacta, “se suele llegar a ella después de experimentar con el óleo o el dibujo y cuando la pruebas, luego ya no te suelta —confiesa—. Cada persona tendrá sus motivos, pero es verdad que, en general, otras pinturas son más predecibles. Cuando estás con óleos en el pincel llevas pigmentos, pero en la acuarela llevas agua y algo de color, y dependiendo de la cantidad de agua y pigmento que cojas salen unas cosas u otras. Y aunque tengas mucha práctica, el resultado sigue siendo imprevisible. El agua cae por gravedad y no tienes garantía de que vaya a salir bien”.
“Muchos integrantes de la Agrupación somos mayores y cuando empezamos no había nada para iniciarse en este mundo, ni nadie a quien arrimarte para ver cómo pintaba”
(Guillermo Carbajo, presidente de Acuarelastur)
Afortunadamente, hoy en día hay muchas posibilidades para quien quiera aprender a pintar con acuarela. Además de talleres in situ, existe una oferta online y demostraciones en YouTube para quien desee formarse en la materia, algo impensable en las primeras etapas del presidente del colectivo, que ya acumula una experiencia pictórica de cuarenta años. “Muchos integrantes de la Agrupación somos mayores y cuando empezamos no había nada para iniciarse en este mundo, ni nadie a quien arrimarte para ver cómo pintaba. Yo con doce años me sentaba a dibujar y me pasaban las horas. Luego empecé a hacerlo con tinta china, que de aquella estaba muy de moda. En los 70 y 80 había un acuarelista en la zona de donde yo soy, de Moreda, Victorio Manchón, que fue de los grandes del siglo XX aunque no es conocido por mucha gente. Vino a Asturias desde Melilla y con 29 años pintaba unas acuarelas espectaculares. En Moreda había mucha gente que pintaba, estaba también Antonio Sellaño y yo empecé a interesarme. De aquella sólo había una editorial en Cataluña que editaba algún libro de acuarela y lo compré, pero claro, ¿qué vas a aprender solamente con un libro? Un día apareció un señor, Ramón Cuevas, que iba a dar clase de óleo a un grupo de señoras y él también pintaba algo de acuarela, así que me apunté a las clases, estuve yendo unos meses”.
Al igual que la mayoría de los acuarelistas de su época, Guillermo tuvo que buscarse la vida para ir aprendiendo y formarse de forma autodidacta en unos años en los que las acuarelas estaban de moda. “En los años 70, los de mi generación cuando nos casábamos teníamos ilusión por comprar un piso. De aquellas había mucha compra-venta y había que llenar aquellas paredes vacías. Se pasaba de tener un calendario o una litografía a querer tener obra original, y la única asequible para la clase media era la acuarela. En Gijón había 8 o 10 galerías y rara era la semana que no había una exposición de acuarelistas locales o nacionales, lo vendían absolutamente todo. Y los pocos acuarelistas asturianos que había no querían enseñar a los demás, no les interesaba porque así vendían más. Es curioso hasta qué punto derivaron los problemas en la construcción, se paró, dejaron de venderse viviendas y a partir de ahí empezaron a cerrar galerías porque no había obra que meter”.
“Cuando estás con óleos en el pincel llevas pigmentos, pero en la acuarela llevas agua y algo de color, y dependiendo de la cantidad de agua y pigmento que cojas salen unas cosas u otras”
Gracias a iniciativas como Acuarelastur el mundo de la acuarela ya no tiene por qué ser una carrera en solitario. La asociación —la única en Asturias dedicada a esta modalidad pictórica— está abierta a todo el que quiera participar y ofrece diferentes actividades, además de impartir formación en la materia. “Los viernes tenemos un taller al que llamamos Sesión crítica. Tenemos una persona que es la que nos propone los temas a pintar, por ejemplo, el otro día propuso pintar los colores del otoño y nos mandó fotografías por Whatsapp, luego cada uno pintamos lo que quisimos y cuando nos juntamos el viernes expusimos las obras, las miramos y fuimos opinando y criticando lo que veíamos en cada una. Es muy interesante porque sobre un mismo tema cada uno lo interpretamos de forma diferente, es cómo ver el mundo a través de cada persona”.
Carbajo reconoce que él es de los que se tira a la piscina. No es amigo de hacer un estudio exhaustivo antes de pintar, “y después, muchas veces me arrepiento. Cada uno trabaja según como le funciona su cabeza, yo pinto mucho en casa, cojo una fotografía, la miro y me pongo a ello. Voy de frente y a ver qué sale, y a veces es una sorpresa lo que consigo, por eso la acuarela es tan guapa”.
“En los años 70, los de mi generación cuando nos casábamos teníamos ilusión por comprar un piso. Había que llenar aquellas paredes vacías (…) y la única obra original asequible para la clase media era la acuarela”
En ocasiones, también es posible encontrar a algún componente de Acuarelastur en determinada calle o rincón de Asturias desplegando su caballete, dispuesto a reflejar en el lienzo lo que sus ojos observan. “En otras técnicas como el óleo, el pastel o el acrílico no sueles encontrar a gente en la calle pintando, pero la acuarela funciona de forma distinta. Al ser una pintura que es rápida, esto te permite ir a pintar a la calle y en una hora y media o dos horas ya la tienes terminada”. Desde la asociación también organizan salidas en grupo para “acuarelear” en grupo, experiencias que en opinión del responsable “aportan mucho, porque estás viendo pintar a otras personas y luego ponemos todas las acuarelas en el prao y vemos los diferentes estilos que hay, cómo están las pinceladas, que nos llamó la atención, es muy interesante. Además te permite socializar con la gente, luego nos vamos a comer juntos y al final, es como una excursión”.
La última salida colectiva de Acuarelastur -hace tan solo unos días- fue al Molín de Adela, en Moreda de Aller. Algunos componentes de la agrupación se juntaron para ir a pintar uno de los molinos que todavía quedan en la cuenca del Caudal.
El mes de octubre se prevé bastante completo para los amantes de la acuarela, ya que el día 28 se celebra en Bueño, en Ribera de Arriba, uno de los mejores concursos de pintura rápida de Asturias, y a buen seguro que muchos componentes de la Asociación se darán cita juntos a los numerosos hórreos que posee esta localidad. Guillermo conoce bien este certamen al que ya se ha presentado en varias ocasiones. «Los premios que dan son cuantiosos y van muchos participantes, se ve gente pintando acrílicos, óleos, acuarelas, todo el pueblo se llena de caballetes”.