Ha pasado de la docencia –Lengua y Literatura española en el IES Doña Jimena de Gijón- a la plena dedicación a la pintura. Su última muestra «Espacios de armonía», vista en la galería Cornión, profundiza en la intimidad y el sosiego de unas escenas cargadas de color.
Nacida en Arriondas y licenciada en Filología Románica, Josefina Junco comenzó mostrando su vocación artística precisamente en Cornión, en el año 1987. Allí regresó el pasado noviembre, 25 años después, con un talento maduro y plagado de matices.
-Durante muchos años hubo que compaginar docencia y pintura. ¿Cómo se hacía eso?
-Pues con mucha dificultad. La pintura es una pasión desde hace más de treinta años, como lo era la enseñanza, de modo que en un principio me esclavizaron las dos pasiones. Pero en los últimos tiempos la enseñanza llegó a convertirse en algo muy ingrato, a la vez que la pintura me acaparaba cada vez más. En el momento en que pude jubilarme/liberarme estuve encantada. Y en ese estado de encantamiento me encuentro ahora mismo.
-Previamente hubo un tránsito por el mundo de la cerámica.
-Sí, y a ella volveré algún día, pero ahora toda mi actividad está volcada en la pintura. La posibilidad de levantarme todos los días y pensar «hoy también puedo pintar» es una satisfacción muy grande. Disfruto de las mieles de la continuidad y de la dedicación casi exclusiva.
-¿Qué significa para ti la ciudad de Gijón?
-Soy una forofa y una enamorada de Gijón. Me fascina que tengamos el mar dentro de la ciudad, es decir, aquí no es la ciudad la que sale al mar sino que el mar viene a Gijón, lo que es un gran privilegio. Es una ciudad variada, heterogénea, anárquica.
-Desde aquella primera exposición en Cornión, en el año 87, ¿cómo ha cambiado Josefina Junco?
-Al comienzo mis cuadros eran más localistas, más centrados en mi Arriondas natal, con escenas y elementos algo costumbristas: El mercado, La procesión, La verbena. A partir de ahí me enriquezco con nuevos temas. Va apareciendo Gijón, primero pequeño y lejano; incorporo el mar y van apareciendo otros temas y otros referentes. Hay notas comunes: la naturaleza, el mar, los ríos, etc. Quiero seguir incorporando temas de paisaje, pero salir un poco de Asturias.
-¿Cuál es la clave de tu diálogo personal con la pintura?
-Necesito que la pintura sirva de vehículo para mi universo anímico, como soporte de mi fantasía y mi mundo de sentimientos. Soy capaz de embelesarme con una flor y creo que ningún árbol se me pasa desapercibido.
-¿En qué proyectos trabajas actualmente?
-La cabeza me hierve con ideas nuevas. Me apetece continuar con el paisaje asturiano pero también pintar paisajes de la Mancha: cuando florece el azafrán los campos se vuelven de color lila durante quince días. Por otra parte quisiera volver al mundo surrealista del cuadro La verbena, incluyendo de nuevo elementos del mundo de la infancia, como mecedoras, relojes, muñecos, organizados de forma caótica. Son ideas que están bullendo y que trato de organizar.