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jueves 10, octubre 2024

AFAPAS, hogares que curan

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Dicen los expertos en desarrollo infantil que los menores aprenden el significado de la palabra confianza entre los 0 y los 3 años. En ese periodo de tiempo se pueden lanzar al vacío con los ojos cerrados porque saben que sus padres estarán a su lado para recogerlos. Esto, y otras muchas cosas, es lo que se aprende viviendo al calor de una familia, algo que conocen de primera mano en AFAPAS, la Asociación de Familias de Acogida del Principado de Asturias.

Por mucha dedicación y amor que los cuidadores profesionales pongan de su parte en las instituciones que alojan a menores, nunca será posible igualar al cariño y la atención que estos reciben en un núcleo familiar. Por eso AFAPAS se empeña cada día en fomentar el acogimiento de niños y niñas que por diferentes circunstancias no pueden vivir con sus familias biológicas temporalmente o de forma permanente. El colectivo lleva funcionando desde su constitución en el año 2015, velando por los derechos de los menores y por los de las familias dispuestas a darles un hogar.

Luis Álvarez, portavoz de AFAPAS
Luis Álvarez, portavoz de AFAPAS / Foto cedida por AFAPAS

La Asociación está integrada por treinta familias de acogida, núcleos familiares formados por personas normales, sin poderes y capas de superhéroes, pero con un alto grado de compromiso y toneladas de amor en sus bolsillos.
Luis Álvarez es el portavoz de AFAPAS, pero también un padre de acogida con mucha experiencia. Él y su mujer ya han realizado nueve acogimientos de niños de entre uno y dos años, algunos de ellos en condiciones sanitarias complicadas: “hay bebés que los recoges directamente de la UCI, niños con problemas y a los que hay que hacer revisiones de todo tipo: corazón, oído, etc… Según tú los acoges y van viviendo en familia con calor y cariño van progresando, hasta el punto que les van dando de alta en todas las cosas y llegan a ser críos normales y corrientes como cualquier otro. Este progreso no ocurre igual en los críos institucionalizados”.

El camino hasta llegar a ser familia de acogida puede llegar a ser largo, toda una carrera de obstáculos en la cual los interesados han de realizar trámites burocráticos, entrevistas con psicólogos y cumplir ciertos requisitos hasta ser declarados aptos para cuidar del menor. Aunque los que la han recorrido aseguran “que merece la pena”. En el proceso no se buscan familias extraordinarias, sino núcleos familiares normales con cierta estabilidad para poder formar parte del sistema de protección a la infancia.

No se buscan familias extraordinarias, sino núcleos familiares normales con cierta estabilidad para poder formar parte del sistema de protección a la infancia.

Actualmente, el proceso de evaluación corre a cargo de la Fundación Meniños, ellos son los encargados de gestionar el acogimiento por el cual los menores tutelados por el Principado pasen a vivir en el seno de un hogar. El objetivo prioritario es que los niños no residan en instituciones y puedan disfrutar del calor de una familia, el ambiente adecuado para su desarrollo emocional y físico. Hay distintos tipos de acogimiento en función de las posibilidades y la decisión de los progenitores de acogida. Los acogimientos ‘canguro’ son los que establecen un máximo de dos años y en este caso se corresponden con niños de 0 a 6 años que necesitan un hogar temporal mientras sus familias superan dificultades; los hay con carácter de ‘urgencia’ para un máximo de cuatro meses y los de ‘fines de semana o vacacionales’ en los que las familias conviven con los menores que residen en centros de alojamiento durante ciertos periodos.
Otra categoría son los ‘permanentes’ que se establecen para niños con necesidades especiales y en los que el menor permanecerá hasta su mayoría de edad: mayores de siete años, grupo de hermanos, padecer alguna enfermedad o tener alguna discapacidad física, psíquica o sensorial.

Aunque con el tiempo parte de los acogimientos puedan llegar a convertirse finalmente en adopciones no hay que confundir ambos procesos. Las familias de acogida han de enfrentarse al hecho de que los niños necesitan un hogar de forma temporal y, cuando las condiciones fuesen las adecuadas, podrían regresar con sus familias biológicas. En algunos casos, los menores sólo necesitan un hogar de acogida para el periodo de tiempo mientras se tramita su futura adopción.

El objetivo prioritario es que los niños no residan en instituciones y puedan disfrutar del calor de una familia, el ambiente adecuado para su desarrollo emocional y físico.

Niño autista

El portavoz de AFAPAS reconoce que la primera vez que te separas de un menor al que has criado durante dos años “lo pasas mal, resulta muy duro. En nuestro primer acogimiento todavía más porque lo criamos desde que tenía quince días y luego regresó con sus padres biológicos que estaban metidos en el mundo de la droga y que volvieron a lo que sabían hacer. Durante año y medio mantuve el contacto con esa familia, y cuando les quitaron el niño por segunda vez a sus padres el crío regresó con nosotros por un periodo de un año, hasta que por fin fue adoptado por otra familia. La experiencia fue muy desagradable, pero por encima de todo no queríamos dejar a ese niño tirado. La Administración sí lo hizo al dejarlo de nuevo con sus padres”.

Podría pensarse que, tras este relato, Luis y su mujer recelasen de un nuevo acogimiento pero nada que ver con la realidad. A pesar de las dificultades que encuentran con cada nuevo bebé, el balance final siempre es positivo. “Cuando un niño llega a tu casa no tiene nada, es la persona más pobre del mundo. La última niña que tuvimos, no tenía ni siquiera ropa, pero lo peor no es lo material, no tenía abuelos ni padres porque su madre renunció a ella, era una joven de veinte años de familia bien que intentó parir sola en casa, pero le salió mal la jugada y tuvo que llamar al 112.
Cuando la bebé se fue de mi casa con seis meses para ser adoptada ya tenía padres, abuelos, tíos, primos y una hermanita, porque el matrimonio también tenía una hija biológica. Ella ya era millonaria en afectos. A raíz de la estimulación que recibió en casa también superó muchos problemas médicos, entre ellos una encefalopatía grave causada por la falta de oxígeno en el momento del parto, y contra todo pronóstico ahora está al cien por cien. Todo esto es lo que te hace volcarte en ellos”.

“La última niña que tuvimos no tenía ni siquiera ropa, pero lo peor no es lo material, es que no tenía abuelos ni padres porque su madre renunció a ella. (…) Cuando se fue de mi casa con seis meses para ser adoptada ya tenía padres, abuelos, tíos, primos y una hermanita. Ella ya era millonaria en afectos”
(Luis Álvarez, portavoz de AFAPAS)

La motivación que hace a una familia convertirse en núcleo acogedor es tan variada como las circunstancias que rodean a cada menor. En el caso de Luis y su mujer, tras la pérdida de su hijo de 17 años en un accidente decidieron volcar todo el cariño que estaba previsto para él en otros niños. “En vez de tirarlo a la basura o cambiarlo por amargura decidimos acoger, porque es algo que te llena el alma”. Ambos procuran seguir la pista a sus ‘acogidos’ manteniendo el contacto con la familia biológica o la adoptiva y “seguimos viéndolos prácticamente a todos, es un placer saber de ellos”.

A pesar de las dificultades que pueden encontrar en el desarrollo del acogimiento, las cifras indican que quien acoge repite la experiencia. Convertirse en un núcleo de amor y confianza para los pequeños que más lo necesitan llega a ser “adictivo”. En Asturias, alrededor de cuatrocientas familias realizan acogimientos, la mayor parte se llevan a cabo en el ámbito de la familia biológica del menor, dado que es la primera opción que se plantea ante la pérdida o incapacidad de los progenitores de ejercer la tutela.

Enrique Sánchez, presidente de AFAPAS, y Silvia Quintián en un stand promocional del colectivo.
Enrique Sánchez, presidente de AFAPAS, y Silvia Quintián en un stand promocional del colectivo / Foto cedida por AFAPAS

La labor de la Asociación no es sólo la de asesorar a las familias que se inician en el camino del acogimiento, también la de luchar por ampliar sus derechos y, en ocasiones, lograr que lo prometido por la administración regional se lleve a efecto en un plazo de tiempo justo. Desde su puesta en funcionamiento AFAPAS ha logrado grandes avances, y aunque mantienen una constante comunicación con los departamentos administrativos dedicados a infancia y juventud, en muchas ocasiones hacen oír su voz para alertar de las diferentes carencias que observan en el sistema de protección de los menores. Hace poco pudimos verles en diferentes medios de comunicación exigiendo el pago de las ayudas que la Consejería de Salud y Bienestar Social otorga para la manutención y cuidado de los pequeños. Los retrasos se extendían durante varios meses, sumando dificultades al cuidado de los menores que, como desde AFAPAS se trasladó, siguieron «estando atendidos y comiendo todos los días, pero a cargo de las familias acogedoras».

“Ya sabemos que en julio y agosto los funcionarios de turno no están, -explica el portavoz de AFAPAS- pero no es normal que llegue septiembre y que no haya un procurador que pueda firmar los papeles para que la gente reciba las ayudas. Ante dicha situación hubo que presionar un poco a esta gente para que moviese el culo. Y hay una frase que siempre les duele mucho: ‘alguien no ha hecho bien su trabajo’».

El colectivo de familias de acogida se define como apolítico, pero no duda en buscar representantes entre partidos de distinto signo político que puedan plantear sus reivindicaciones en el parlamento asturiano.

Desde la Asociación insisten en que la motivación para acoger nunca es económica, pero es importante que la administración regional -que dispone de la tutela de los menores- provea de medios para cubrir las necesidades de los mismos. Además explican que, en realidad, las familias de acogida “salen mucho más rentables” al Gobierno del Principado que tiene una asignación prevista para cada menor que ingresa en un centro que ronda los 4.000 euros al mes, mientras que las ayudas para un niño en acogida se corresponden con el del salario social.

Afortunadamente en los últimos tiempos se han dado pasos importantes, principalmente desde la promulgación de la Ley de Mínimos Vitales de 2021, que se hizo efectiva en julio de 2022. Con ella llegó el incremento en las cuantías de las ayudas y también una mayor equiparación entre familias de acogida ajenas (sin lazos de sangre con el menor), y las biológicas, también llamadas extensas. “En su día, las familias ajenas -como es mi caso- estábamos mejor cuidadas. Nosotros habíamos conseguido cambiar algo que nos parecía absurdo y es que si tienes dos niños en acogida por el primero recibías 2200 euros al año para los gastos mientras que por el segundo solo 900. Conseguimos que se diese lo mismo por ambos niños, pero esta medida solo fue admitida en las familias de acogida ajenas. Ahora con la ley aprobada ya estamos unificados que es de lo que se trata. Ha sido un gran paso porque es la ley la que lo marca todo, ya no tienes que pedir un favor porque las cosas ya no están bajo el libre criterio del reyecillo de turno”, añade el portavoz de AFAPAS.

Asesora familiar

La labor de la Asociación no es sólo la de asesorar a las familias que se inician en el camino del acogimiento, también la de luchar por ampliar sus derechos y, en ocasiones, lograr que lo prometido por la administración regional se lleve a efecto en un plazo de tiempo justo.

Hasta para exigir tus derechos hay que recorrer un camino de aprendizaje, o al menos eso es lo que han vivido en la Asociación. Álvarez, junto con unos pocos miembros del colectivo, pertenece al grupo de ‘guerreros’ que pelea por los derechos de todos los menores y las familias de acogida. “Hay mucha tendencia a hablar cada uno de su propio problema, pero hay que pensar más allá. Nosotros procuramos representar a todos y solucionar problemas generales. En esto, como en todo, hay que aprender a protestar y nosotros lo hemos ido haciendo”. El colectivo de acogida se define como apolítico pero no duda en buscar representantes entre partidos de distinto signo político que puedan plantear sus reivindicaciones en el parlamento asturiano. “Ellos te usan a ti y tú los utilizas a ellos para conseguir lo que necesitas, pero nosotros lo único que queremos es defender los derechos de los niños apoyando el acogimiento”, explica el portavoz.

Tras mucha insistencia y acogiéndose a distintos apartados legales, el colectivo ya ha conseguido que se reconozca la baja de maternidad para madres o padres de acogida, y esperan mejorar el acceso a las becas de comedor y libros en todos los ayuntamientos asturianos para los niños y niñas en acogimiento. “Nadie se ha leído la ley que ya lleva dos años por ahí, pero hay un apartado que dice que todo menor acogido formará una unidad fiscal independiente con el acogedor. Eso significa que por el hecho de ser acogido no hay que unirlo a la unidad familiar completa y de esta forma vamos a tener una mejor puntuación dentro del baremo que solicitan para obtener las becas”, comenta Luis, que en su día las consiguió para los dos menores que acogía en su casa  en su municipio de residencia, Llanera, mientras que en otros ayuntamientos como Gijón, Oviedo y Pola de Siero dieron la negativa por respuesta a otros niños en acogida o directamente no se interesaron por la cuestión. Ahora, el colectivo -con la ley en mano- insistirá para que se haga realidad lo que la ley ya recoge.

“Una sonrisa de un bebé de acogida, que muchas veces llega con problemas de alcoholismo u otras dependencias derivadas de su madre -añade por experiencia propia el portavoz del colectivo- no hay dinero ni nada que lo pague”

A Álvarez lo hemos visto varias veces alzando la voz en los medios para exigir un trato adecuado, como cuando en plena pandemia y previa prueba PCR, acudió al HUCA con su bebé para que le realizasen una operación y debido a a una huelga médica se canceló en el último momento. “Entiendo perfectamente que se manifiesten, pero igual que me llamaron para concertar la cita deberían haber avisado con antelación para anularla”.

Lo que los representantes de AFAPAS tienen muy claro es que por encima de todo hay que potenciar el acogimiento y por eso es de vital importancia mejorar aquellos aspectos que ponen en dificultades a las familias acogedoras. Acto seguido confiesan que “lo que los niños te dan a cambio siempre es mil veces superior a lo que tú les das. Una sonrisa de un bebé de acogida, que muchas veces llega con problemas de alcoholismo u otras dependencias derivadas de su madre -añade por experiencia propia el portavoz del colectivo- no hay dinero ni nada que lo pague. Es una pena que la gente no se decida a acoger por temor al momento de la despedida, ¿preferimos que los niños estén en centros donde no van a tener el cariño que proporciona un hogar? ¿No será mejor dárselo sabiendo que si el día de mañana se marchan será porque van a tener un futuro, una oportunidad?”.

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