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domingo 24, noviembre 2024

Beatriz Rico, actriz: “Conseguir hacer reír me da mucha satisfacción”

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Beatriz Rico no deja de sorprendernos gratamente. Conocida en su faceta de actriz, monologuista y cantante de rock, la asturiana explora ahora una nueva vertiente: la de escritora, publicando su primer libro De Miss a más sin pasar por Albacete.

La portada del libro podría confundir a algún que otro lector que por su color rosa la etiquetase del género femenino, pero no hay que dejarse llevar por la primera impresión. La risa no tiene género, tampoco la ternura y la franqueza. Y de esto hay mucho en sus páginas. Un humor que convive con la sordidez que a veces habita en el mundo de la farándula. Una montaña rusa de emociones y experiencias que traspasan la tinta para llegar a los corazones.

Con su habitual desparpajo, la asturiana nos habla de Rita, una Miss Albacete convertida en Miss España. Un personaje luchador que, como ella, aprende de los problemas y los fracasos.

De Miss a más sin pasar por Albacete, primer libro de Beatriz Rico -Mientras leía tu libro no pude evitar entrar en Wikipedia para ver si lo que contabas era ficción o formaba parte de tu vida. ¿Qué me dices a esto?
-Dicen que la primera vez que te pones a escribir tienes dentro todo lo que has vivido, lo que has sentido y es normal que lo vuelques. Imagino que cuando llevas cuarenta y siete novelas el grifo se va secando, pero al principio tiras de tus experiencias. En el libro hay cosas que he visto, hay otras que me han contado y muchas otras que me he inventado y con las que me he reído como una bellaca cuando las escribía. Y también hay cosas que me han pasado a mí. No voy a decir cuales, en primer lugar porque me da vergüenza, y en segundo porque está bien que el lector tenga ese juego de la duda. Al final, en los agradecimientos, desvelo que una historia, la de Walter, sí fue real y además ocurrió con los diálogos tal y como fueron; necesitaba contarlo como terapia para mí y como homenaje a esa persona.

-¿Por qué eliges hablar de una Miss?
-A la protagonista la hice Miss precisamente por alejarla de mí. No podía ponerla trabajando en una farmacéutica porque yo no sé cómo trabajan allí, pero al mismo tiempo tenía que escribir de un mundo que yo conociese. Ella, Rita, también está en el mundo del faranduleo, de la tele. A la gente nuestra profesión le llama mucho la atención. Es una forma de que el lector pueda mirar por el ojo de la cerradura y ver lo que pasa detrás de los photocalls y de los estrenos de la tele; lo que pasa en ese mundo que parece maravilloso y en el que luego hay cosas que nos pasan que son muy cutres. A toro pasado te ríes, pero en el momento hay cosas que no puedes ni contar porque no te creerían.
Y la hice voluntaria porque quería enviar un mensaje, la acerqué a mí porque lo que cuento del voluntariado es totalmente real.

“Lo que pasa en el mundo del faranduleo parece maravilloso y luego hay cosas que nos pasan que son muy cutres. A toro pasado te ríes, pero en el momento hay cosas que no puedes ni contar porque no te creerían”

-¿Hay pensamientos que todos tenemos en algún momento pero que no nos atrevemos a expresar?
-Los pensamientos caóticos de Rita son muy míos. Tengo lo que se llama la mente del mono inquieto, que ocurre cuando un pensamiento va de rama en rama. Escribí el libro sin darme cuenta, un poco como yo escribo mis monólogos y lo que hemos encontrado es una identificación y un acercamiento con los lectores que me parece maravilloso. A mucha gente el libro le resulta muy cercano, como si estuvieran tomando algo conmigo, no es premeditado pero creo que es la evolución lógica de venir de escribir monólogos en los que yo me dirijo al público.

Beatriz Rico, actriz, monologuista, cantante de rock y escritora
Foto cedida por B. Rico

-¿Cualquier día te vemos interpretando a Rita?
-La historia es muy cinematográfica ¿verdad que sí? Y soñar es gratis. Lo que pasa es que yo soy un mico dentro de lo que son las productoras y las televisiones, pero ¿quién sabe? Si el libro, de repente, fuese un éxito, no sería la primera vez que ocurriese, como pasó con el libro No llames karma a lo que te pasa por gilipollas. Su autora no estaba metida en el tema audiovisual, pero el libro fue un éxito y se lo quitaron de las manos para llevarlo al cine.

-La vida de tu protagonista es intensa a más no poder, ¿tú también la vives así?
-Tanto no, ahora no, pero hace unos años sí; de alguna forma en el libro se refleja la Beatriz de hace unos cuantos años. Creo que voy evolucionando para mejor, en el sentido de que voy aprendiendo con la edad. Antes me tomaba las cosas de forma en que “lo malo es malíiisimo y me muero y me desespero” y “lo bueno es maravilloooso y doy saltos de alegría y lo celebro”. Y claro, el vivir todo con tanta intensidad llega a un punto en que te agota. Desde hace unos años leo mucho al Dalai Lama y libros sobre budismo que, para mí, más que una religión es una filosofía. Con mucho trabajo estoy aprendiendo a tomarme la vida con más calma, aunque cuesta porque la cabra tira al monte. En el libro hay una mezcla entre los pensamientos míos y cómo me tomaba la vida hace unos años, que era un poco tremendo.

“Con mucho trabajo estoy aprendiendo a tomarme la vida con más calma, aunque cuesta porque la cabra tira al monte”

-¿Ha sido entonces un proceso de reflexión sobre ti misma? ¿Te ha permitido verte desde fuera?
-Sí, es lo que en el budismo llaman ‘subirse a la torreta’: te subes y lo ves todo desde fuera. Es algo que hace años he trabajado mucho, por eso me resultó tan fácil reflejarlo en el libro. Me he visto desde fuera muchas veces. Luego, cuando lo describes y sobre todo cuando lo lees, te reafirmas y dices ‘qué bien hice en conocerme a mí misma’ porque ahora identifico en tono de humor las cosas que a veces me hacían vivir de un modo que no me gustaba.

-¿Cómo consigues hacer reír hablando de cosas tan serias como el alcoholismo, la soledad de los mayores o la aceptación de la muerte?
-Es el resultado de querer mandar un mensaje. Yo tengo mucha suerte, es decir, escribo un libro y la gente me lee, me subo a un escenario y la gente me escucha, y por eso yo quiero que la gente se ría, algo que me parece maravilloso. Desde el primer día que me subí a un escenario y vi que la gente se reía es una sensación maravillosa. La risa es curativa y ver que era capaz de conseguir esto me dio mucha satisfacción, pero también me parece importante dar un mensaje, poder decir algo importante sin que los lectores se sientan incómodos. Hay que buscar un equilibrio, que la gente vea que hablas de algo serio pero a la vez que lo hagas con un tono ligero para que no se les haga bola.

“Siempre digo que si te caes, te levantas, te caes, te levantas… y llega un punto en el que ya no te caes más, por lo menos en el mismo sitio”

-¿Esta novela es un loco ejercicio de resiliencia?
-Sí, me gusta mucho esta definición porque también lo he pensado, pero claro, yo no debería decirlo si no me lo dice nadie; podría parecer presumida. Siempre digo que si te caes, te levantas, te caes, te levantas… y llega un punto en el que ya no te caes más, por lo menos en el mismo sitio. Si yo las primeras veces que me caí no me levantase porque no quisiera sufrir más, no hubiera llegado a vivir de lo que realmente a mí me gusta. Mi vocación era ser actriz y me caía y levantaba, y la resiliencia es fundamental, aparte de la paciencia. Y eran muchas las veces que estaba pendiente del teléfono. Siempre digo la frase, que no sé de quién es: trabaja en lo que te gusta y no tendrás que trabajar ni un solo día en tu vida.

Beatriz Rico en la presentación de su libro De Miss a más sin pasar por Albacete
Foto cedida por B. Rico

-Escribir es una faceta nueva en ti, ¿cuándo experimentaste más vértigo?
-¡Si te cuento lo que me pasó…! Escribí el libro encantada, lo entregué, y el día que salió a la venta, ese mismo día por la noche en la cama fui consciente porque hasta entonces no lo era. Le dije a mi marido: ¡Rubén, que el libro está en manos de lectores reales! En ese momento perdí la objetividad, no podía dormir y tuve que tomar una pastilla para hacerlo. A las 9 de la mañana entró la primera reseña en Amazon, era de alguien que o bien se lo había leído de un tirón o no se lo había leído y me iba a va a poner verde. La reseña era de una mujer y no la olvidaré, se me ha quedado grabada hasta el día en que me muera. Decía: “me he sentido tan identificada que en ocasiones yo me preguntaba si yo era Beatriz Rico y yo había escrito ese libro”. En ese momento cerré el móvil, se me cayeron un par de lágrimas y pensé: ‘Bea, esta es la señal que te está diciendo: duerme un par de horas, que todo está bien’.
No estoy acostumbrada a que las cosas me salgan bien a la primera y estaba como de reojo mirando a ver por donde me venía, pero con un poco de suerte el palo no me llega y es todo bonito, por fin.

-En un sector profesional como el vuestro, en el que se está tan expuesto, es difícil no llevar palos… ¿cómo se aprende a sobrellevarlos?
-Aprendes llevándolos, lloras los 20 o 25 primeros palos, ya luego se te va haciendo la piel dura. Recuerdo la primera crítica que salió en teatro a raíz de la función Las señoritas de Aviñón, con María Asquerino. Era la historia de un burdel al que iba Picasso y yo era Rosita, la prostituta que estaba con él. Una crítica decía de mí: ‘el día que su talento esté a la altura de su belleza será una gran actriz’. Unos años más tarde, en una película que hice, la crítica fue: ‘Beatriz Rico está estupenda en el papel, creíble, natural, orgánica, qué pena que se le note que está tan estropeada’.
Cuando las críticas son buenas, estupendo, pero cuando son malas siempre les digo a los compañeros que el crítico es un espectador con derecho a columna y tiene una opinión que está condicionada por un montón de cosas. Ni nos tenemos que creer las buenas críticas, ni dejarnos hundir por las malas, de estas solo hay que ver si son constructivas para aprender algo. Al final, lo que importa es la reacción del público o de los lectores.

“La presión por el físico que tienes cuando eres mujer es muy grande. Durante años yo no quería enseñar mi cuerpo porque a mí me gusta comer bien y tenía complejo de ‘asturianota”

-La relación entre la comida, los kilos y el trabajo es bastante tortuosa según aparece en el libro. ¿Es tal cual la realidad que se vive?
-Es tal cual. Cuando empecé con diecinueve años en El Precio Justo yo era la más gordita y lo pasaba fatal en las pruebas con la ropa. Nos veíamos unas a otras en ropa interior mientras nos tomaban las medidas y yo siempre tenía más culo, más caderas y más tripa, lo pasaba muy mal. Cuando nos anunciaron que nos renovaban el contrato, la persona que vino a decírnoslo hacía un comentario a cada una de nosotras, y a mí me dijo: ‘Bea, cuidado’ mientras se señalaba el culo.
La gente lo primero que te juzga es el físico y en las redes sociales ya ni te cuento. De repente tu físico es trendic topic, esto es insano y enfermizo. Creo que muchas chicas que tienen trastornos alimentarios es por la presión del exterior, es porque la gente te habla y te dice cosas. Imagínate la presión que con la edad pueden tener actrices como Meg Ryan, Demi Moore o Melanie Griffith, que dejan de darles trabajo. Les dicen que están mayores, ellas se hacen un desastre con el bisturí y luego cínicamente nos llevamos las manos a la cabeza. Yo solo pido que si un día me pasa esto a mí, no se me culpe, que la gente se mire un poco a sí misma porque esta es la sociedad que hemos construido. La presión por el físico que tienes cuando eres mujer es muy grande. Durante años yo no quería enseñar mi cuerpo porque a mí me gusta comer bien y tenía complejo de ‘asturianota’. Ahora que tengo cincuenta, hago deporte y estoy musculada, no me importa hacerme fotos. Ya sabes, después de vieya, gaitera.

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