Con 24 años, dos poemarios publicados y varios premios literarios, la trayectoria de la periodista sierense Laura Casielles es sólida y prometedora. ‘Los idiomas comunes’, la obra premiada, aborda la búsqueda y el encuentro de diferentes formas de ver y entender la vida. En el camino se encuentra el amor, la historia, el lenguaje, los viajes…
-El premio fue una sorpresa, puesto que fue la editorial Hiperión la que lo presentó a concurso.
-Y una alegría. Sobre todo espero que pueda servir para que el libro llegue a la gente y encontrar nuevos lectores, que a lo mejor de otra manera no tendría.
-En la obra de un poeta ¿cuánto hay de inspiración y cuánto de disciplina?
-La disciplina tiene mucho que ver. No creo que haya nada que no requiera trabajo. A partir del momento en que aparece la idea, empieza un trabajo de precisión para encontrar las palabras que con mayor verdad y con mayor limpieza digan eso que se quiere decir.
-¿Qué permite expresar la poesía, que no se consigue de ningún otro modo?
-Permite rescatar instantes reveladores y compartirlos con quien lee. La poesía libera a las palabras de su peso y abre posibilidades. Un poema puede significar muchas más cosas que unas palabras tal como las utilizamos en la vida cotidiana.
-¿Cualquier experiencia puede traducirse en poesía?
-Muchas cosas pueden desencadenar la poesía. Lo que se ha vivido de manera intensa, lo que se ve, deslumbra o indigna.
-En su caso, ¿cómo combina poesía y periodismo?
-Como puedo (risas). En ambos casos se trata de encontrar algo que parece importante, y querer rescatarlo contándolo a la gente. En eso se parecen. En todo lo demás, se asemejan bastante poco.
-¿Qué es más real, lo que dice la poesía o el periodismo?
-Posiblemente la poesía esté más cercana a lo real, puesto que el periodismo trata de una realidad construida que va tomando forma precisamente por la vía que elegimos para contarla y cómo lo hacemos.
-De los viajes, ¿son más atractivos los lugares o las personas que los habitan?
-Diría que me atraen mucho los modos de vida y en eso se entrelazan las personas y los lugares. Ver otras maneras de enfrentarse a las mismas cosas que nos preocupan a nosotros es muy enriquecedor y algo de lo que se aprende.
-¿Qué riqueza aporta la convivencia con otras culturas?
-Sobre todo la duda. Repensar esas cosas que tenemos tan firmes y que son los andamios de nuestra vida. Quizá la respuesta tampoco sea la que has encontrado en ese lugar, pero al menos te haces la pregunta.
-Tras vivir dos años en Marruecos ¿qué se aprende?
-A vivir el tiempo de otra manera frente a la prisa, el acelere y la productividad con la que vivimos aquí normalmente. La importancia del instante. Tampoco es necesario ir a ninguna parte para experimentar el viaje. El viaje está ocurriendo todo el tiempo.