Tres discos ya en el mercado para un proyecto con una característica única: rockeros que cantan en la ‘fala’ de la zona del Navia-Eo. El último trabajo, con el título A guerra dos mundos, es un ambicioso recopilatorio de doce temas que desarrollan una trama común, un relato de maduración personal, una Bildungsroman pero en formato rockero. Único.
-¿Qué nos vamos a encontrar en A guerra dos mundos?
-Tiene un planteamiento un tanto diferente a los dos anteriores, que eran A máquina del tempo y Homes invisibles. Es un disco que se puede considerar conceptual en el sentido de que las canciones siguen una misma línea narrativa y cuentan la historia de un personaje desde el primer hasta el último tema.
-Seguís haciendo referencia, como en los trabajos anteriores, a H. G. Wells
-Sí, sobre todo es un homenaje. No es que haya una conexión de contenido entre los discos y las obras de Wells pero nos gustaba lo que evocaban esos títulos asociados a la narrativa de ciencia ficción. Quizá porque cuando empezamos a hacer las canciones con Bacotexo, un grupo de rock en «fala» del occidente de Asturias, pensábamos que lo nuestro era casi de ciencia ficción (risas).
-¿Cuál es el hilo conductor de todo ese trabajo?
-Es una Bildungsroman, una historia de maduración de un personaje que nace en un pueblo de costa del occidente en los años 80, que a medida que crece va recibiendo noticias de que existe un mundo muy diferente que es el de la ciudad, y que empieza a conocer cuando aparecen por su pueblo los primeros veraneantes. Ahí es donde aparece la lucha interior entre el mundo rural al que pertenece y el urbano al que aspira. A partir de ahí aparecen otros temas como el amor, la soledad, el arte, la incomunicación, la música o el silencio.
-Todo ello englobado bajo ese planteamiento conceptual.
-Efectivamente. Nos gustan mucho algunos discos que tienen también este carácter, por ejemplo el Quadrophenia de The Who cuenta una historia a través de las canciones, o El muro de Pink Floyd. Por tanto, aunque no era una idea original en sentido estricto, nos parecía que en el contexto actual iba contracorriente en cierto modo, porque estamos inmersos en la cultura de lo fragmentario y los discos son una amalgama de canciones que se escuchan por separado y han perdido el concepto de «obra», a nuestro juicio. La idea de disco conceptual se adaptaba perfectamente a nuestras pretensiones.
-Habéis contado con colaboraciones de otros músicos, ¿cómo fue la experiencia?
-Nosotros somos un grupo de rock, pero dadas las características de este trabajo queríamos abrir un poco el abanico de posibilidades y ensanchar el espectro. Para eso invitamos a músicos como Pablo Canalis, Aníbal Menchaca, Ángel Ruiz, Sergio Rodríguez, que han enriquecido la obra, le han dado unidad y han ayudado a crear un ambiente muy particular.
-El diseño es parte importante del disco. ¿Cómo habéis planteado la imagen?
-Con total libertad para el diseñador. Dado que el disco mezcla música y literatura la guinda del pastel era que un artista plástico creara también un concepto visual para la presentación física del CD. Enrique Patricio (Boomerang Records), que edita nuestros discos desde que empezamos y nos da un apoyo fundamental e impagable, nos puso en contacto con Toño Velasco, quien ideó una serie de ilustraciones que cohesionan el concepto del disco y lo enriquecen muchísimo.
-¿Y a partir de ahora?
-A partir de ahora vamos a tratar de hacer todos los conciertos que podamos, teniendo en cuenta que no somos profesionales de esto y cada uno tiene su trabajo. El grupo es una válvula de escape, que bendita sea, pero válvula de escape al fin y al cabo.