Músico, intérprete, compositor, productor, publicista… La vida de David Feito discurre por los caminos de la creatividad. Es uno de los tres pilares de El Sueño de Morfeo. Juntos consiguieron varios discos de oro y platino, se subieron a escenarios de todo el mundo, participaron en bandas sonoras de películas como Cars o La Sirenita y colaboraron con artistas como Laura Pausini, Ximena Xariñana o Nek..
Lleva el optimismo en el ADN y, ya desde pequeño, la empatía ha sido el crisol a través del cual ha aprendido a ver la vida. Ser David “el de El Sueño de Morfeo” es un apellido que le encanta, uno de los regalos que le ha hecho la vida y del que se siente tremendamente orgulloso.
En el 2015 inicia un camino en solitario y publica su disco En el otro lado. Actualmente está al frente de una agencia creativa especializada en marketing digital, SEO y producción de contenidos. Reconoce que echa de menos el subirse a un escenario y que no descarta una vuelta cuando los astros hagan que se pueda producir de nuevo el encuentro con sus otras dos partes complementarias -Juan y Raquel-. Sabe que ese momento llegará, mientras tanto sigue creando y descubriendo la vida con los ojos del niño que nunca dejó de ser.
-¿Quién es el David Feito que comenzó en la música y quien es el de hoy?
-En común siempre hemos tenido la energía y el optimismo. Esto es hereditario porque mi padre ha sido, y sigue siendo, un optimista tremendo y esto se va absorbiendo desde niño. En mi caso se establece un equilibrio perfecto entre el carácter de mi padre y el de mi madre. Mi madre era una persona super tenaz con todo lo que hacía. Pasional sin estar ausente de sensibilidad porque eso es común por los dos lados y además creo que es una de las características que a nivel artístico más me define. Siempre digo que no he sido nunca un buen guitarrista y seguramente no seré nunca un buen creativo de publicidad, pero sí creo que al absorber esto desde pequeñín, he desarrollado esa parte de empatía con la gente, que es el ingrediente fundamental a la hora de crear.
“Siempre intento viajar hacia mí mismo siendo consciente de lo que siento en cada momento”
-Te oí decir que “si tú no eres capaz de sentirte a ti mismo, es muy difícil que alguien pueda sentir lo que tú estás tocando”. ¿Cómo te sientes a ti mismo?
-Pues haciendo un viaje hacia adentro. Me encanta hacerlo hacia fuera, conocer lugares, pero el introspectivo también es muy bonito. A veces es peligroso, debes tener puntos de anclaje potentes, porque las personas muy sensibles somos capaces de llegar muy adentro y después es fácil caer en depresiones. En mi caso, como todo está salpimentado con mucho optimismo, siempre intento viajar hacia mí mismo siendo consciente de lo que siento en cada momento. También tiene una parte de análisis porque una vez más se produce ese equilibrio de la parte racional con la sentimental. Buscas cómo te sientes tú, qué produce eso en los demás y ahí es donde reside la magia de poder comprender al otro. Esto no es otra cosa que empatizar.
-En tu caso, ¿cuál es el vínculo que une lo de dentro con lo de fuera?
-La parte creativa. No sé si es una vía de escape, pero por lo menos sí sé que es un catalizador que une esos dos mundos.
-¿Te sorprende el resultado final?
-No porque me vivo día a día y sé lo que hay. Incluso en los momentos en los que he estado más triste, tampoco me sorprendía que saliesen canciones de cotarse las venas, porque entiendo que el estado de ánimo personal influye mucho a la hora de crear.
“La canción que suena hoy, mañana ya está obsoleta. Ha muerto por completo el concepto de disco (…). Ahora te centras más en que una canción guste, pegue y tenga muchas reproducciones en Spotify”
-¿Cómo se gestiona que algo tan tuyo como una canción de pronto pase a ser de miles de personas que la interpretan de maneras diferentes?
-El disco que saqué en solitario, lo hice en un momento bastante duro de mi vida, un momento de cambio. Eran canciones muy íntimas de lo que estaba viviendo y sí que sentía cierto pudor cuando la gente las cantaba, pero también es verdad que se compensaba totalmente con la frase que te dicen mucho de “esta canción parece que está escrita para mí”. Ese es el fin último de una canción, que tú te puedas identificar con ella. Al principio sientes cierta vergüenza, pero luego es reconfortante ver que alguien la hace suya. Después se producen situaciones totalmente cómicas con lo que cada uno interpreta. Siempre me llamó la atención las conclusiones a las que podía llegar la gente.
-¿Eres capaz de crear sin sentir cualquier tipo emoción?
-Me cuesta más, pero al final, inevitablemente, acabo buscando la conexión humana. Lo veo más en la publicidad porque a veces llega un cliente con un producto que no es el más atractivo y ahí tienes que darle más vueltas, pero al final siempre consigo hilarlo hacia la parte personal. Para mí esto es muy importante.
-La velocidad a la que estamos sometidos, ¿nos permite digerir mensajes?
-La música, como cualquier otra industria, se adapta a cómo evolucionan las cosas. Me resulta muy curioso que, en mi época, el single se decía que tenía que estar en 3’35 -más o menos-, y ahora ese tiempo es una eternidad. Las canciones apenas superan los 3 minutos, se consumen mucho más rápido y en el aspecto más estilístico estamos absolutamente latinizados. No lo digo a nivel despectivo ni mucho menos, creo que es una corriente imparable que llegó hace muchos años y a la que le queda mucho por delante. Y otro de los rasgos que hemos adoptado es esa velocidad en el consumo. La canción que suena hoy mañana ya está obsoleta. Ha muerto por completo el concepto de disco y por ejemplo yo, que soy un romántico, sí me gustaba verlo como una obra global. Ahora te centras más en que una canción guste, pegue y tenga muchas reproducciones en Spotify.
-Triunfar, ¿de qué es cuestión?
-Ahí hay varios factores. La calidad es muy subjetiva y entiendo que muchas veces criticamos cosas que luego tienen millones de visualizaciones, con lo cual tal vez haya que mirar más hacia el juez que a lo otro. Pero, en general, y más pensando en gente que se quiere dedicar a la música, al cine o al arte en general, por lo menos en mi caso ha sido fundamental el manejo de las expectativas. Son muy peligrosas porque en el momento en que tú te exiges a ti mismo una serie de cosas, le empiezas a pedir al arte que sea tu medio de vida y, en general, la música es muy vanidosa. Creo que este es un ingrediente para controlar. Ilusión por supuesto que toda la del mundo porque sin ella no vamos ni a la vuelta de la esquina, pero las expectativas hay que saber controlarlas y ser consciente de que te mueves en mundos extremadamente complicados.
“Las expectativas hay que saber controlarlas y ser consciente de que te mueves en mundos extremadamente complicados”
-¿Deberíamos aprender a manejar esas expectativas?
-Si no tienes un coche, una casa, una pareja estupenda y unos hijos maravillosos no eres nadie. Y no se te ocurra salir a la calle si no puedes prescindir de algo. Hay gente que sabe gestionarlo o que tiene las herramientas para hacerlo, pero hay otros casos para los que se convierte en un problema serio. Las enfermedades mentales, que por desgracia me ha tocado de cerca lidiar con algo así, son muy complicadas tanto para quien las sufre, como para la familia. Por eso tenemos que cuidarnos mucho entre todos y son pequeños gestos los que marcan la diferencia. Saludar a tu vecino, preguntarle por sus hijos, ayudar a la persona mayor que tienes cerca y no estar tan de uñas con todo porque muchas veces conceptuamos que el desconocido es peligroso, y ahí la pandemia nos ha cambiado mucho. La gestión del miedo me parece algo crítico en la sociedad. No es tanto no tener miedo a nada, pero sí ser consciente de que estás teniendo miedo a algo. Igual que siempre he agradecido a mis padres la educación que recibí en el sentido de optimismo, energía y de luchar por las cosas, también reconozco que vengo de una casa muy miedosa y ser consciente de ello e intentar superarlo me ayuda mucho.
-Y tú que llevas ya unos cuantos años al pie del cañón, ¿qué me dices de esta nueva tendencia de intentar conseguir todo con la ley del mínimo esfuerzo?
-Huyo un poco de esa corriente porque soy de los de pico y pala. Supongo que también serán los años, pero las experiencias te van enseñando que tienes que ser muy paciente con las cosas y la paciencia es algo que está totalmente en crisis en nuestra generación. Usamos muy poco esta cualidad y, por lo menos en el ámbito artístico, que lo hagas, es uno de los mejores consejos que te pueden dar.
Casi toda la gente creativa que tengo alrededor está de acuerdo conmigo en que esta movida idílica de que te sorprenden las cosas de repente, a nosotros no nos ha sucedido. En general, para crear, necesito mi sitio, mi ordenador, mis instrumentos, mis libros… Fíjate que yo, aunque tengo una parte muy sensible, soy cero bohemio.
-¿Qué importancia tiene para ti el pararte y escuchar o escucharte?
-Muchísima. Quizá uno de los éxitos o una de las cosas que me ha regalado la vida es que siempre he gestionado equipos y hay una máxima: cuando hago algo artístico en conjunto lo que intento transmitir siempre a la gente que curra conmigo es que no te puedes enamorar de tus ideas. Tienes que quererlas para defenderlas, pero no puede ser un enamoramiento ciego. Componer en equipo es super enriquecedor, aunque tú siempre vas a decir que tienes la mejor melodía, pero ese es el mayor error. El hecho de ser solidario es importantísimo. El poder trabajar así implica ser muy generoso en muchas situaciones.
“Casi toda la gente creativa que tengo alrededor está de acuerdo conmigo en que esta movida idílica de que te sorprenden las cosas de repente, a nosotros no nos ha sucedido. En general, para crear, necesito mi sitio, mi ordenador, mis instrumentos, mis libros…”
-¿Cómo se gestionan los egos?
-Me acuerdo de los primeros años de estar ya más metido en el mundo de la música que siempre decían que rentabilizar el ego es lo más complicado de la industria y lo entiendo. El hecho de ser capaz de tener una gran idea y ceder ese espacio a la idea del otro y no desde un punto de vista maligno, sino para crecer y aprender, es muy difícil. Nosotros, como en todas las bandas, tuvimos obviamente momentos más tensos, pero siempre fue todo super constructivo. La mejor demostración de esto es que a día de hoy, con Juan hablo prácticamente a diario y con Raquel hablo también a menudo, pero, como está en Los Ángeles, por el tema de horarios es un poco más complicado. Los tres mantenemos muy buena relación y creo que esto ha sido fruto de esa generosidad que te decía antes.
-¿Y cómo se convierten las diferencias en puntos fuertes?
-Al principio ya éramos conscientes de que los tres somos muy distintos, y con el paso de los años lo fuimos cada vez más. Pero éramos super necesarios en la ecuación, no valía que uno no estuviera. Notábamos enseguida que, cuando uno aflojaba por el motivo que fuera, el grupo se resentía y en los momentos en los que las maneras de ser y los caracteres de los tres estaban a tope, cada uno desde su punto de vista y su manera de defender la vida, se producía una magia que pocas veces he visto y que sería muy difícil de definir con palabras. A lo mejor a mí me tocaba más el peso de dentro, de hormiguita, de estudio, pero sin los momentos de brillantez de Juan y sin los de Raquel que escribe, dice por dónde tiene que ir el tema y que tiene una energía que es capaz de persuadir a cualquiera, nada sería posible. Esos momentos en los que esto funcionaba, en el que cada uno estábamos ahí, son los que recuerdo con mayor cariño porque veías que eso era una máquina de hacer canciones que además funcionaban.
-Ser “David Feito el de El Sueño de Morfeo”, ¿supone para ti algún tipo de carga?
-¡No, para nada! Al contrario. Es cierto que la gente flipa un poco cuando me ven ahora en esta otra faceta de publicidad, pero estoy super agradecido a lo que me regaló la vida. Normalmente me pasa que, cuando tengo una reunión con el cliente, antes o después acaba saliendo el tema y tengo que contar la historia.
“En El Sueño, notábamos enseguida que, cuando uno aflojaba, el grupo se resentía y en los momentos en los que las maneras de ser y los caracteres de los tres estaban a tope, se producía una magia que pocas veces he visto”
-¿Lo echas de menos?
-¡Muchísimo! Sobre todo, el escenario porque quizá es lo único que no cubro ahora mismo o por lo menos con la misma frecuencia. La parte creativa la tengo resuelta en el sentido de que sigo haciendo muchas cosas, pero cada vez que voy a un concierto, porque todavía mantengo a muchos amigos en la industria, estoy en una prueba de sonido o me cuelo por detrás en el backstage, se me ponen los dientes largos y empiezo a rayar el parqué.
-¿Te planteas retomar?
-Bueno, siempre hay ideas e ilusión, lo que pasa es que retomar como El Sueño implica que las tres energías tienen que estar apuntando en la misma dirección. Honestamente siempre dije que va a haber un momento en el que hagamos una vuelta, unos conciertos, unas canciones nuevas porque lo palpo en Juan y en Raquel, pero es verdad que tiene que ser cuando las energías se alineen. Yo en ese sentido, feliz porque hecho mucho de menos tocar y todo lo que me conduzca hacia ese camino, me va a encantar.
“Cuando estoy rodeado de un montón de gente durante todo el día, agradezco el ir a dar un paseín solo para escucharme”
-Dime qué poder tiene la música para que no seas capaz de desengancharte de ella.
-Empatía. ¿Cuántas veces he dicho esta palabra en esta entrevista? Se produce a través de una letra, pero también de un instrumento, de una melodía y de un montón de cosas más. A veces escuchas algo, incluso en otro idioma, y te está trasladando a un momento concreto de tu vida y creo que eso es lo que hace que te enganches a las cosas. Necesitamos sentir que el otro es igual de ser humano que nosotros y sin embargo la sociedad no hace más que distanciarnos. Tiende a individualizarnos, sin salir puedo tener absolutamente todo y, si aún encima eres una persona que no tiene mucha habilidad o interés social, puedes vivir prácticamente sin salir de casa. Lo que sucede con esto es que, al final, esta individualización no cubre una faceta que todos los seres humanos tenemos como sociedad que es sentir que estamos acompañados y que el otro está ahí. Cada vez que recibimos un estímulo de empatía del otro como que nos sonría la cajera o el cajero del super o cuando alguien te dedica una palabra amable, se produce una conexión y, por desgracia, es una sensación que a veces no es tan fácil conseguir. Trabajar esa parte de la relación humana es fundamental.
-¿Qué significa para ti el éxito?
-Todo lo que me haga ser consciente de esto que estamos hablando para mí contribuye al éxito porque me permite disfrutar de cosas absolutamente pequeñas. Me viene a la cabeza un ejemplo tonto: hace unos años fui de vacaciones con mi pareja e íbamos sin un duro porque era un mal momento. Lo único que comíamos era Camembert y pavo con una botella de vino de dos euros. Recuerdo pasarlo como los indios, además de que estas cosas te unen mucho más a nivel personal. Al final el éxito reside en poder vivir momentos concretos con la gente que quieres.
-¿Son necesarios los momentos de soledad?
-Soy una persona que también lleva bien esos momentos porque no son obligados, ahí está la diferencia. Muchas veces quieres lo que no tienes y, cuando estoy rodeado de un montón de gente durante todo el día, agradezco el ir a dar un paseín solo para escucharme. Es verdad que es un problema muy grande en esta sociedad, sobre todo cuando es impuesta bien por las circunstancias o porque la persona está en un agujero del que no es capaz de salir. Esto es muy grave y creo que esta pandemia está teniendo y va a tener unas consecuencias igual de difíciles de vencer que el virus en este sentido. Hay que tener mucho cuidado con el tema de la salud mental, de hecho, me llamó la atención el otro día que, por primera vez, un anuncio de cuidarnos en este sentido. Si ya lo advierten de esta manera, ¡peligro!
-¿Con qué sueña David Feito?
-Sueño con dejarme sorprender. Cuando eres capaz de controlar las expectativas, no quiere decir que no tengas sueños, pero sí que disfrutas mucho más de las sorpresas que te provocan. También tengo alguno más concreto y tal vez el que más me apetece ahora es el de tener una familia porque, de momento, no tengo hijos.
-¿Te sientes lo suficientemente libre como para dejarte sorprender?
-No hay nada que me limite ahora para no poder hacerlo. Vivo feliz, quizá es una de las épocas de mi vida con mayor tranquilidad en este sentido. Es un momento distinto, sí que es verdad que ahora me cuesta más hacer canciones corta venas, aunque también las hago por la capacidad de empatizar. Si es una historia cercana o conocida que hable de eso, aunque no quiera, me meto en la piel y lo escribo.