Se llama Alfonso Fernández, aunque para mucha gente su apellido es “Les Regueres”. Con sólo 37 años ya se ha hecho un nombre entre los grandes gaiteros asturianos. Es un enamorado del folklore tradicional, y combina la gaita con otras actividades como el baile. Su próximo proyecto: aprender a tocar la zanfona.
-Con sólo seis años ya empezaste a bailar. ¿Por qué tan pequeño?
-Fue por mi padre. A él le llamaba la atención el mundo de la gaita y empezó a ir a clases. A mí me llevó a aprender a bailar con Mariano Castro, que daba clases en Santullano. Por ahí empezó todo.
-Después ya vino la gaita, clases de solfeo, acordeón, percusión, comenzaste a ganar premios… ¿Qué te queda por hacer?
-Mucho. Este año mi mujer y yo empezamos a dar clases de baile regional en un grupo de Lugones; tengo encargada una zanfona, una gaita de ciego que es un instrumento mixto de cuerdas y teclas, y tengo muchas ganas de meterme con ella… el folklore abarca mucho.
-¿Qué entiendes por folklore asturiano?
-A la gente a la que le gusta el folklore, no le gusta simplemente tocar la gaita, o escuchar a un determinado cantante. Va mucho más allá: las tradiciones, la forma de vivir de nuestros antepasados. Por ejemplo, durante la dictadura la Sección Femenina se dedicaba a hacer coreografías maquillando los bailes tradicionales pero no era lo que bailaban nuestros antepasados en sus romerías. A partir de los años ochenta se empezó a investigar, preguntando a la gente mayor que quedaba cómo hacían las cosas sus abuelos y padres, y se recuperó parte de ese patrimonio que durante esos años negros se fue perdiendo y falseando. Pues el folklore es eso, es recuperar tradiciones, formas de vivir, juegos, no es sólo tocar la gaita y bailar. Y todas esas cosas son las que me gustan.
“El folklore es recuperar tradiciones, formas de vivir, juegos, no es sólo tocar la gaita y bailar. Y todas esas cosas son las que me gustan”.
-Si tuvieras que elegir entre las muchas actividades que haces, ¿con cuál te quedarías?
-Es un abanico muy grande. Por ejemplo, yo toco con tamboriteros, hacemos parejas sólo de gaita y tambor, que fue algo muy tradicional en Asturias durante siglos. También me gusta tocar con los grupos, o acompañar a los cantantes de tonada con la gaita, que pocos gaiteros lo hacen. Todo me gusta.
-¿Hay algún premio que destaques, de los varios que has recibido?
-El que más disfruté fue un urogallo de bronce que me dieron en el Centro Asturiano de Madrid. Es una forma de agradecer años de trayectoria y de trabajo, así que es uno de los que más cariño les tengo.
-¿Cómo vives la experiencia de las grabaciones en estudio?
-Eso es un mundo aparte. Cualquiera puede decirte que cuando las grabaciones salen son muy guapas, pero hacerlas es muy pesado. Al que toca o canta le gusta que la gente esté delante, que le aplaudan, pero cuando estás grabando es todo muy soso, y encima tiene que quedar perfecto porque luego se oye todo, no se permiten errores. Por otra parte también son experiencias nuevas. En el último CD que hice, “Na Fonte”, llevamos a trece críos entre tres y seis años para que nos cantaran una pequeña parte. Verles con los cascos puestos, que eran más grandes los cascos que ellos, era de grabar en vídeo; luego iban corriendo al baño, porque se “meaban” de los nervios… Pero cantaron como los ángeles, el resultado está ahí.
Homenaje a Antón “de Cogollo”
“Hicimos un homenaje en Trasmonte y en Santullano, con una exposición de piezas que aún conserva una de sus hijas en casa. Yo mismo tengo tres gaitas suyas”. Allí se hicieron sonar las gaitas de Antón “de Cogollo”, y se convocó a grandes figuras de este mundo, como dos de los mejores constructores de gaitas actualmente: Alberto Fernández Velasco y Vicente “el Praviano”, que es también el director del Museo de la Gaita de Gijón. “Para mí son los mejores, y copan el 99% del mercado en Asturias”.
Además, Alfonso hizo una pequeña investigación por su cuenta: “Me dediqué a hablar con la gente mayor que lo conoció, que estuvo en su taller y sabía cómo trabajaba. Me contaron muchas cosas interesantes, porque este hombre está en todos los libros de gaita, pero no se sabían detalles de su vida”.
El homenaje se celebró en abril o mayo, aunque el verdadero aniversario, es el 31 de diciembre. “Fue el Stradivarius de la gaita asturiana”.