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Ya sé que el tiempo nos convierte en patria,
en crepúsculo o desierto.
El agua se filtra por las paredes de la cueva
donde Calibán se oculta.
Se han librado mil batallas sobre este suelo.
Se ha derramado sangre sobre este polvo.
Ha habido caza,
luchas encarnizadas,
se ha destrozado la siembra,
y Calibán huye
con los pies mojados
y el deseo incorrupto
de morder la tierra.
Cuando la orfandad busque abrigo
tallaremos el destino sobre la piedra,
complaceremos a la fiera,
alimentaremos su ego y amaremos
a toda su estirpe.
Calibán contempla las ruinas
de su desagravio.
Por el sendero que traza la sombra,
la muerte y el tiempo apremian
y aguardan en una esquina,
como animales heridos que salen al paso.
De Calibán (Torremozas, 2020)