Su mirada en mis ojos, sin rechazos,
augurio de la noche que quería,
aunque la luz de su retina hería,
una bella canción la echó en mis brazos,
y bailamos en ceñidos abrazos
sin ver lo que alrededor sucedía,
y la acariciaba, y un rey me sentía
aunque de ello, hoy en mí, solo haya retazos
de ansia por una noche toledana,
tan unidos como afluentes a ríos.
No supe más de la joven lozana
de blancos dientes, ojos claros, fríos,
mas la volvería a ver hoy, y mañana,
sin sueños de amor; en sueños vacíos.