En un trozo del infinito cielo
solos, oscuros, sin calor, ni bríos,
los corazones con sed son baldíos,
doloridos, y faltos de consuelo,
tristes, pero henchidos de todo anhelo
por lágrimas volcadas a los ríos,
al llorar por los amigos tardíos
con igual fervor en señal de duelo,
al escuchar lejos, cantos dolientes
que todos guardamos en la memoria.
Gemidos de moribundos, ardientes
letras, laureles, e himnos de victoria,
que turban pensamientos inocentes,
grabados al viento, y evocan la historia.