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domingo 24, noviembre 2024

Música, la llave mágica

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Hace unas semanas, muchos nos estremecimos cuando vimos el vídeo de Marta González Saldaña, que se hizo viral en tan solo veinticuatro horas, intentando interpretar con las manos desde su silla de ruedas El lago de los cisnes de Tchaikovsky. La que fuera primera bailarina del Ballet de Nueva York en los años sesenta, enferma de Alzheimer a sus 95 años, reaccionó, saliendo de su letargo, ante una de las canciones más importantes de su vida: movió los brazos, levantó su cabeza, conectó con la música y se emocionó.

El video fue grabado por el psicólogo Pepe Olmedo hace un año en la residencia Muro de Alcoy (Alicante) donde vivía Marta -ahora fallecida- y, ha salido a la luz para ayudar en la campaña de concienciación sobre el Alzheimer que está llevando a cabo la Asociación Música para Despertar, fundada por Olmedo, que utiliza la música para recuperar la esencia de las personas con distintos tipos de demencia.

“En enfermos de Alzhéimer, comprobamos que gracias a canciones o melodías que formaron parte de sus vidas, recuperaban por unos minutos la memoria, los sentimientos o la movilidad. Hay gente que no recordaba su nombre, no hablaba ni se comunicaba y de repente empezaba a cantar, o seguía el ritmo con los pies”
Nuria González, Centro de Día La Camocha

Sesiones de musicoterapia en el centro de día de La Camocha (Gijón)
Sesiones de Terapia Musical Personalizada / Fotos: Centro de Día La Camocha

El Centro de Día para personas mayores dependientes La Camocha (Gijón), fue el primero en utilizar este tipo de terapias aquí en Asturias. “Conocimos el trabajo que estaba desarrollando Dan Cohen en EEUU a través del documental Alive inside. Utilizaba la música para ayudar a resolver algunos problemas que aquejaban a la gente mayor, entre ellos el Alzheimer. Así que nos pusimos en contacto con él, nos envió documentación, atendió nuestras preguntas y empezamos en 2015 a trabajar con lo que nosotros denominamos Terapia Musical Personalizada. Para completar nuestra formación, la empresa contactó con Pepe Olmedo de Música para Despertar para que nos viniera a dar un curso”, comenta Nuria González, auxiliar de enfermería de La Camocha. El equipo de profesionales que trabaja con esta terapia está coordinado por la directora del centro, María Ángeles Múñiz y la psicóloga, Lidia Fernández. Entre todos forman un sólido y creativo equipo que está consiguiendo importantes avances con los mayores.

“En el caso de los enfermos de Alzheimer, comprobamos que gracias a las canciones o melodías que han formado parte de sus vidas, las que oían de chavales o les gustaban, podían recuperar por unos minutos la memoria, los sentimientos o la movilidad. Hay gente que no recordaba su nombre, no hablaba ni se comunicaba y de repente empezaba a cantar, o seguía el ritmo con los pies. Había una señora que estaba en silla de ruedas porque apenas se mantenía en pie y cuando oía su canción favorita, me pedía que la levantara y nos poníamos a bailar las dos. Las emociones y los recuerdos se despiertan, pero no solo por efecto de la música sino también por el cariño y el amor. Influye mucho que estés con ellos, los mires, les acaricies, interactúes… Así les ayudas a recuperar la concentración, aunque sea solo por unos minutines, que es una de las cosas que van perdiendo con más facilidad. Muchas veces lo grabamos en vídeo para que lo vean sus familiares, porque no se lo pueden creer cuando se lo decimos,” explica Nuria González.

Música eres tú

¿Qué tiene de especial la música? ¿Qué efectos produce? Según refleja un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience, nos ayuda a generar endorfinas, provoca en el cerebro la secreción de dopamina, un neurotransmisor encargado de regular el estado de ánimo positivo y, además, activa prácticamente todas las áreas del cerebro reduciendo el estrés y la ansiedad.

Convivimos con la música desde que nacemos, nos estimula a recordar hechos del pasado y nos hace compartir emociones, algo que no desaparece con la edad. “Cuando ingresa un nuevo usuario le hacemos un registro de sus gustos musicales, exclusivo, y eso nos sirve de guía para luego trabajar con él. Tenemos una playlist con más de doscientas canciones. Trabajar con ellos es muy emocionante, se te ponen los pelos de punta con sus avances”, asegura González.

Cerebro con música

La música nos ayuda a generar endorfinas, provoca en el cerebro la secreción de dopamina, un neurotransmisor encargado de regular el estado de ánimo positivo y activa prácticamente todas las áreas del cerebro.

¿Dónde quedan almacenados estos recuerdos para que enfermedades como el Alzheimer no lleguen a destruirlos? Gracias a los estudios de neuroimagen, se ha podido conocer que la experiencia de oír música para el cerebro es distinta de la de recordarla y, en ambos casos, intervienen redes cerebrales diversas. “El área donde se aloja la música es diferente a donde se guardan otros recuerdos. Hemos visto en el centro cómo enfermos de Alzheimer no recuerdan su nombre, pero se acuerdan de la letra de una canción. A pesar de la devastación que provoca esta enfermedad en el cerebro y en la memoria, una parte importante de los afectados vemos que conservan sus recuerdos musicales. Llegan a conectar con su historia, su identidad y ves cómo les brillan los ojos. También es verdad que hay pacientes con los que no funciona esta terapia”, reconoce González.

No solo la música consigue estimular las funciones disminuidas o deterioradas por el Alzheimer sino, también funciona en pacientes con trastornos del movimiento, dificultad en el habla producto de un accidente cardiovascular, demencia, trastorno neurológico y en niños con capacidades especiales, entre otros.

“A pesar de la devastación que provoca el Alzheimer en el cerebro y en la memoria, una parte importante de los afectados vemos que conserva sus recuerdos musicales. Llegan a conectar con su historia, su identidad y ves cómo les brillan los ojos”
Nuria González, Centro de Día La Camocha.

Esta poderosa llave mágica que es la música nos acompaña desde el origen de los tiempos. Nuestros ancestros emitían sonidos alrededor de la hoguera. En todas las culturas se canta y se baila en grupo. Al estudiar la respuesta del cerebro a la melodía, las áreas claves que se ven involucradas son las del control y la ejecución de movimientos. Por eso nos invita a movernos juntos, compartir sensaciones. La música une a las personas, nos ha ayudado a socializar a lo largo de los tiempos.

Niño pequeño escuchando música
Foto: Alireza Attari

“Somos criaturas musicales de forma innata desde lo más profundo de nuestra naturaleza”, asegura el neurólogo y profesor de Psicología de la Música, Stefan Koelsch. Y es cierto. Un recién nacido tiene la capacidad de responder a melodías antes que a las palabras que le dicen sus padres. Nace con la música dentro, le acompaña en el aprendizaje y a lo largo de toda su vida. Es como si estuviésemos adiestrados para traducir ese perfecto lenguaje. ¿Escuchamos con el oído o con la mente? ¿Es algo fuera o es dentro? Difícil separarlo. Parece ser multidimensional, porque lo mismo influye en nuestro ánimo o voluntad que en la salud; incentiva la creatividad; nos ayuda a conciliar el sueño; como individuos podemos tener nuestra personal experiencia musical, pero también la disfrutamos de manera colectiva y, de su mano, nos adentramos en esos rincones profundos de nosotros mismos y nos sorprendemos con los hallazgos.

Un recién nacido tiene la capacidad de responder a melodías antes que a las palabras que le dicen sus padres. Nace con la música dentro, le acompaña en el aprendizaje y a lo largo de toda su vida.

Se podría decir que la vida es música, la naturaleza nos marca ritmos, estaciones, mareas, nos ofrece el sonido del viento, del agua, el canto de los pájaros… también nuestro cuerpo está sujeto a sus ritmos vitales. El latido del corazón, el compás de nuestra respiración, el fluir la sangre por nuestro cuerpo, todos son fenómenos fisiológicos llenos de ritmo. El universo también está en movimiento, vibrando. Gracias a las sondas Voyager 1 y 2, pudimos escuchar los sonidos del sol, la luna y los planetas de nuestro sistema solar. Los más cercanos poseen un tono más grave y los más alejados más agudos. Juntos forman una perfecta armonía que Pitágoras escuchó o intuyó hace 2.500 años y bautizó como “La Música de las Esferas”.

Desde entonces y tras siglos de descubrimientos, los científicos han acabado por darle la razón: el universo es una inmensa caja de música surgida después del Big Bang. Está ahí desde siempre. Es la melodía universal, la vibración que también resuena dentro de nosotros. Como decía Carl Sagan, “hay una armonía entre nuestra forma de pensar y la forma en la que funciona el mundo”. Alguien añadió que cuando el hombre consiga sincronizar su vibración con la sintonía de La Música de las Esferas escuchará, la melodía más bella jamás compuesta.

Música en tiempos de coronavirus

Luis Feito, director de la Banda de Gaitas La Reina del Truébano, nos decía en una entrevista que, durante el confinamiento, sus músicos tocaban todos los días desde sus casas, colgaban el vídeo en Facebook, y quedaron sorprendidos de la cantidad de gente que se lo agradecía y les hacían llegar su apoyo. Le llamaba la atención que, durante la cuarentena, “futbolistas como Messi o Ronaldo pasaron de ser dioses a ser nada; en cambio los gaiteros y los músicos pasamos a cobrar más importancia, incluso, para la gente que nunca nos había tenido en cuenta. No había nada que hacer y todos salían a las ocho a escuchar los conciertos desde sus ventanas…”, reflexionaba Feito. Hubo un antes y un después.

Durante la pandemia recurrimos a la música. Se convirtió en nuestro pasatiempo favorito, la escuchamos en los balcones, la compartimos, la disfrutamos en casa e incluso fue fuente de inspiración para crear nuevas canciones.

Música en la terraza

Durante la pandemia recurrimos a la música. Se convirtió en nuestro pasatiempo favorito, la escuchamos en los balcones, la compartimos, la disfrutamos en casa e incluso fue fuente de inspiración para crear nuevas canciones. A los músicos les suspendieron las actuaciones por lo que la calle y las redes se convirtieron en su nuevo escenario donde, todos pasamos a ser espectadores de lujo.

La pasión por música y el cariño hacia los que nos rodean, estamos viendo que es una fórmula perfecta para combatir la soledad, la tristeza o el dolor. Decía Platón que “la música es la medicina del alma”, un pegamento que tiene la capacidad de unir a las personas frente a la adversidad. Nos ayuda a ser mejores, y, además, junto con un libro, la música puede ser el mejor elixir de la longevidad, así lo reconoce el catedrático de Bioquímica de la Universidad de Oviedo, Carlos López Otín, en su último libro “El sueño del tiempo” (Paidós).

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