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viernes 29, noviembre 2024

Disaela. “Pintar me permite soñar y entrar en otra realidad”

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Simpática, dicharachera, Diana Bernal ha conseguido sanar sus heridas a través de la creatividad, del arte, del color y es algo que quiere contagiar. Su proyecto Disaela de economía circular consiguió el Premio Emprendedora de Langreo en 2021 y desde entonces no ha parado de crecer. Ahora, en las redes sociales.

-Diana, para los que no te conocemos, ¿cómo te presentarías?
-Soy colombiana de nacimiento y asturiana de adopción, vivo en España hace 20 años, en concreto en Sama de Langreo porque mi marido es de aquí de toda la vida. Soy tanatóloga de profesión, pero me vine a España con dos niñas y para homologar el título tenía que estudiar y en mis circunstancias no me lo podía permitir en aquel momento. He trabajado en limpieza, hostelería, comercio… luego estuve algún tiempo sin trabajar o lo que encontraba no me satisfacía y entré en una depresión. Lo que hoy que es mi negocio era mi hobby, lo que hacía para desestresarme.

-¿Cómo nace Disaela?
-En plena depresión, un día cuando estaba desayunando, miré por la ventana y vi un bajo enfrente de casa -era un estanco- y le dije a mi marido: ‘ese local sería mío’. Yo soy muy soñadora y mi marido es la realidad con pies, así que con toda la razón me contestó ‘que aquello era asumir muchos riesgos’, ‘que el dinero no salía de debajo de las piedras’… Al día siguiente cuando vuelvo a desayunar me dice por qué no voy al Semillero de Empresas de Valnalón y me entero de los trámites que hacían falta para poner en marcha mi negocio. Desde aquel momento no he parado.

“En Valnalón me ayudaron a dar forma a mi proyecto y tenía la idea tan clara, que en solo tres meses lo tuve listo”

-¿Tenías la idea clara en tu cabeza de lo que querías?
-Totalmente, sólo necesitaba aterrizarlo. Cuando llegué a Valnalón mi tutora se reía de mí porque había calculado que para poner en marcha el negocio necesitaría unos tres o cuatro mil euros. Ella me contestó que, entre permisos, licencias y demás, iba a ser necesaria una pasta. Me pidió que le contara la idea del proyecto y estuve dos horas detallándoselo. Había visitado la Cámara de Comercio de Oviedo y me ayudaron a dar forma a la primera idea que tenía que era una tienda de abalorios, ya que yo había estado trabajado varios años en una y me gustaba el negocio.
Al final, un proyecto que suele tardar seis meses en terminarse, yo en tres meses ya lo tenía listo. Sabía lo que quería hacer y cómo. Lo que no me cuadraban eran los números. Los primeros cálculos hablaban de unos diez mil euros. Me advirtieron que emprender en España no era tarea fácil y la vida del autónomo era muy dura. En Valnalón -que son gente muy competente y se encargan de todos los detalles-, hicieron un estudio del comercio de toda la zona y vieron que no tenía competencia, así que animé.

-¿Qué podemos encontrar en Disaela?
-Hago bisutería por encargo, pero me enfoco más en la pintura textil, personalizo todo tipo de prendas, -cazadoras, chaquetas, camisas, camisetas, sudaderas, pantalones, así como calzado -playeros, sandalias-; restauro muebles, hago tocados para bodas y comuniones por encargo y, además, imparto clases de pintura. Trabajo mucho con el Ayuntamiento de Langreo para las jornadas de conciliación familiar, doy talleres en colegios y también en mi casa.
Conseguir abrir un local y tratar directamente con la gente fue para mi un gran logro y satisfacción personal. Estaba a dieciséis mil kilómetros de mi tierra y había conseguido mi sueño, pero desde el punto de vista económico los gastos que generaba la tienda todos los meses eran prácticamente inasumibles, así que tuve que cerrarla al cabo de seis años. Ahora el negocio lo tengo exclusivamente online, a través del whatsapp y del boca a boca.

-En 2021 te dieron el Premio Emprendedora de Langreo. ¿Qué ha sido lo más difícil que has vivido en este camino del emprendimiento?
-Pues el pagar autónomos. Es un pozo sin fondo. Ten en cuenta que nosotros quedamos de baja y no tenemos ni paro. Eso es algo que no me deja vivir. Sé que todo el mundo trabaja por dinero, yo te digo que si yo tuviera dinero daría mis clases gratis, porque me gusta ver a la gente cuando pinta, cómo se transforma. El dar clases me ha servido de una gran terapia para mí y también para la gente, al final nos ayudamos todos a todos.

-Son talleres terapéuticos…
-Sí, en nuestras clases creamos, pintamos, restauramos, pero también compartimos momentos, vivencias, emociones y sentimientos. El ambiente que generamos ayuda a sacar a ese artista que todos llevamos dentro, a ese niño que se expresa con pureza y sin temor. Mis alumnos me dicen que aquí el tiempo se les pasa volando. La mayoría de las personas que han pasado por nuestro taller se han llevado una bonita experiencia. Hemos tenido a alumnos/as con problemas de bullying, de depresión, autismo, dependencia, timidez, y aquí encontraron la forma de liberarse a través del arte. Ves cómo estimula la creatividad, la autoestima y cómo nos ayuda a comunicarnos con los demás. Hay personas que transmitimos lo que somos, nuestros sentimientos… pintando.

“Además de la pintura textil y personalizar todo tipo de prendas, doy clases de pintura. Dar clases me ha servido de terapia para mí y también para los demás. Al final nos ayudamos todos a todos”

-A ti también te ha ayudado el arte en tu vida…
-Voy a terapia hace diez años más o menos. En mi casa familiar se vivieron cosas muy duras, eso me convirtió en una persona negativa, triste, a la que le costaba socializar con los demás. Entre la terapia y la pintura, mi vida cambió por completo. Pintar me permite soñar y entrar en otra realidad, a veces pierdo por completo la noción del tiempo. Me sigue costando hacer amigos, dar el primer paso, pero reconozco que tengo un imán para atraer a la gente. El ver cómo la gente se transforma, ¿sabes lo que supone para mí?

-Además de pintar también customizas ropa y la das una segunda vida, creando modelos exclusivos…
-Sí, y eso se lo debo a mis hijas. Tengo dos que se llevan dos años y la ropa cuando le quedaba pequeña a la mayor, pasaba a la segunda que se quejaba porque nunca estrenaba ropa. Así que para que fuese distinta le añadía pasamanería, le superponía cosas, la pintaba o le cortaba las mangas. Luego, cuando iban a los cumpleaños, yo les pintaba camisetas para que llevasen de regalo; hacía collares o pendientes y la gente no solo quedaba encantada, sino que también me hacían encargos. Siempre he sido mujer de recursos porque tuve que enfrentarme sola a muchas situaciones difíciles.

      Diana Bernal "Disaela" pintando camisetas

      “Lo que más me identifica es el uso de los colores. Me encanta ver cómo interactúan, jugar con los contrastes, las armonías…”

      -¿Qué diferencia a Disaela de otras alternativas de economía circular y reutilización de prendas?
      -La cercanía con la que trabajo con la gente. En cada prenda va un pedacito de mi vida, de mí, porque lo entrego todo. Me implico mucho en cada proyecto y cuido hasta el más mínimo detalle. Lo que más me cuesta es trabajar con gente cuadriculada de mente, los límites me vuelven loca, lo llevo fatal porque es la antítesis de lo que soy yo.

      -¿Cómo es ese proceso creativo desde que te surge la primera idea hasta que la prenda está ya terminada?
      -Me fijo en la prenda, por supuesto, pero más en la persona. Cuando me hacen un encargo, pregunto por los gustos y si no me lo saben decir les pido que me enseñen su perfil de Facebook o Instagram. A partir de ahí cojo el cuaderno de bocetos, empiezo a dibujar, a sacar ideas, luego se las enseño y por último lo pinto. He tenido clientas que han llorado al recoger sus prendas porque había dado en el clavo con sus gustos.

      “En cada prenda va un pedacito de mi vida, de mí, porque lo entrego todo. Me implico mucho en cada proyecto y cuido hasta el más mínimo detalle”

      Diana Bernal "Disaela" -¿Qué parte de todo el proceso disfrutas más?
      -Lo que más… pintar. Cuando lo hago me trasporto a otro mundo. Mi tienda física la tenía al final del Parque de Sama y a veces cuando tenía que entregar algún encargo, cerraba sobre las 8, subía y le decía a mi marido que iba a quedarme un par de horas más. Pues hubo una ocasión en la que mi marido apareció preocupado a la una de la mañana porque no sabía nada de mí: ¡había perdido por completo la noción del tiempo!

      -¿Tienes algún tipo de formación artística?
      -Además de recibir clases -ya de mayor- de óleo y pintura artística, en Colombia hice colorimetría. Lo que más me identifica es el uso de los colores. Me encanta ver cómo interactúan, jugar con los contrastes, las armonías…

      -¿Cómo afectó la pandemia a tu negocio?, ¿cómo conseguiste superar esa etapa?, casi acababas de abrir…
      -Fue un momento muy duro por la situación económica en la que me encontraba. Me salvaron las redes sociales, mis amigos, gracias a ellos empecé a impartir clases online, me hicieron encargos, detalles para cumpleaños; los que nos apoyaron fueron las personas que de verdad nos quieren.

      “Necesito que mi marca se conozca porque quiero dar trabajo a mucha gente. Hay artistas muy buenas que están en casa con sus padres y solo esperan una oportunidad”

      -Las redes sociales siguen siendo clave en tu negocio…
      -Sí, antes de cerrar la tienda física puse unos carteles con mi web y mi teléfono, y a día de hoy los clientes me siguen llamando. Me acerco hasta su casa -la mayoría son de la zona- recojo el encargo, y se lo llevo terminado. ¿Sabes quienes son mis mejores clientes? Las paisaninas. Una vez me encontré a tres de ellas por la calle y lloraban cuando se enteraron de que cerraba la tienda. Tengo mucha paciencia y además de vender, escucho a la gente, le doy cariño, hago lo que me gustaría que hicieran conmigo. Necesito colaborar, compartir, me gusta hacer feliz a la gente. Cuando la vida ha sido dura contigo, y consigues algo sólo quieres compartirlo. Por lo menos ese es mi caso.

      -De toda tu trayectoria ¿qué es lo que más te enorgullece de ti misma?
      -Lo que más me llena es el poder ayudar a la gente. En una ocasión me enteré a través de las redes de que había llegado a Langreo una chica colombiana con dos niñas pequeñas, no tenían nada y necesitaban ayuda. Alguien les comentó que Disaela siempre ayudaba porque yo a través de las redes he participado en varias recogidas. Entre mis amigos, seguidores y alumnos formamos una gran familia, somos “los de Disaela”. En pandemia dimos de comer a varias familias necesitadas. En este caso, me puse en contacto con los padres del AMPA del colegio donde iban las hijas de esta chica colombiana, reunieron dinero y le hicieron una compra de alimentos de casi 300 euros. Conseguimos ropa y calzado, y mi marido y yo, -como era Navidad-, nos las llevamos a cenar fuera para celebrarlas juntos. La madre no se lo podía creer.

      “Cuando la vida ha sido dura contigo y consigues algo, solo quieres compartirlo. Por lo menos ese es mi caso”

      Bisutería Disaela y bolso customizado -¿Cuáles son tus proyectos de futuro?
      -Que Disaela crezca. Necesito que mi marca se conozca porque quiero dar trabajo a mucha gente. Tuve varias chicas ayudantes que habían estudiado arte y que eran muy buenas. Algunas tienen el problema de que están encerradas en sí mismas, y me encantaría que pudieran mostrar su arte a todos. Eso creo que les ayudaría a sentirse más seguras. Es gente que está sin trabajo, viviendo con sus padres y sin opción a independizarse.

      -Y ya para terminar, ¿cómo te definirías, Diana?
      -Mi doctora me dijo el otro día cuando entré en la consulta que era una persona que desprendía luz. Intento ser positiva y contagiarlo a mi alrededor. Desde pequeña me decían que no servía para nada, y ahora que veo que sirvo para mucho, he renacido. Me costaba quererme y ahora me quiero. He sacado de mi vida a personas con las que no sentía afinidad, con las que no podía ser yo misma, y me he rodeado de gente a la que quiero. Le comentaba ayer a mi marido que me sentía millonaria porque nos teníamos, nos queríamos, solo nos faltaba tener algo más de dinero… (risas). Tener salud y una familia que te quiera, es un tesoro inmenso.

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