Esta emprendedora rural ha encontrado en la artesanía todo un nicho creativo que cautiva cada vez a más personas. Bloques de luz quitamiedos para iluminar los sueños de los más peques, bastidores decorativos para el hogar, casitas del ratoncito Pérez, ropa infantil con mensajes en asturiano… la mente de Miriam no para de crear elementos que contribuyan a crear espacios felices y relajados.
-Tus primeros pinitos a nivel laboral fueron en el sector de la hostelería…
-Sí, hice el módulo superior de Restauración y trabajé en la hostelería durante veinte años en sala, eventos, bodas. Hace un par de años puse en marcha un negocio pionero en Asturias, Enclave Cotagge, que ofrecía experiencias picnic en entornos naturales especialmente bellos con una cuidada decoración estilo rural de cosas hechas por mí, cuidando hasta el más mínimo detalle. El primer año funcionó muy bien, pero este lo tengo un poco en standby por el tema de la subida del gasóleo, que afecta a los desplazamientos y dispara los precios. Pero lo tengo ahí. La gente me decía, “¿cómo no vendes las cosas que haces para estas decoraciones?”, así que como tuve que hacerme autónoma para desarrollar Enclave Cotagge pues lo aproveché para explorar la vía de la artesanía. Ahora estoy encantada con aquel golpe de timón.
Abandoné el mundo de la hostelería porque fui mamá y los horarios en ese sector son prácticamente incompatibles con la crianza. Tomé aquella decisión y ahora trabajo desde Ballota (Cudillero), soy mi propia jefa y puedo adaptar los tiempos a mis necesidades. Trabajo bajo pedido principalmente, vendo online y también asisto a mercados y ferias de artesanía.
“Fabricia es una palabra que procede del latín y significa ‘artesana’, me identifico plenamente con ella”
-¿Cómo te surge esa vena artística?
-Desde siempre decoraba todo en casa con mis creaciones y luego hacía algún encargo, pero nunca lo tuve como un negocio. Hasta que llegó un momento donde me dije, “¿por qué no?”. Ahora además de objetos decorativos para el hogar e infantiles, también diseño prendas para los peques con motivos divertidos y personalizados.
-¿Y por qué Fabricia?
-Viene de la unión de las palabras “Fabric” y “Cia”. Empecé creando cosas en tela, y fabric es tela en inglés. Luego seguí con las lámparas, eso sumaba algo más, la “compañía”, que abreviado es “cia”. Todo unido es Fabricia, palabra que curiosamente procede del latín y significa “artesana”, con la que me identifico plenamente.
-¿Cuál dirías que es tu rasgo distintivo? El valor diferencial de tus creaciones.
-Mis casitas del ratoncito Pérez yo no las he visto en ningún sitio. Es un regalo muy original. Están hechas en madera de forma artesanal y con todo detalle. No hay dos iguales, llevan decoraciones y colores diferentes. La puerta es móvil y detrás se ve la casita por dentro como si fuera de verdad; lleva un buzón donde se ve la correspondencia, incluye una pequeña lata guarda dientes, y se pueden personalizar con el nombre del peque, la fecha de nacimiento, lo que se quiera.
Las lámparas de pavés que hago no son una idea original mía, pero sí mis diseños que son personalizados. Pueden servir como luz quitamiedos para acompañar los sueños de los más peques, como regalo de cumpleaños, como adorno para la casa. Siempre pregunto para quién es la lámpara, cuáles son sus aficiones y gustos y en base a ello realizo varios bocetos para que elija el cliente.
-¿Qué materiales utilizas?
-Para las casitas del ratoncito Pérez, madera y luego, cada una de las miniaturas que aparecen en ese diseño, las hago de forma artesanal: el reloj lo hago a partir de un botón, la escobita la hago con cuerda… Por otro lado, los pavés que utilizo para las lámparas los recuperé del almacén de mi padre que antes tenía una empresa de construcción y les estoy dando una segunda vida. Los diseños de estas lámparas los hago a mano, luego los paso a ordenador para posteriormente poder cortarlo con un plotter sobre una lámina de vinilo que luego adhiero al bloque. También utilizo telas, flores secas, bastidores para hacer piezas de decoración para el hogar.
Por otro lado, siempre he sido una defensora del asturiano y de dar visibilidad a la zona del occidente que siempre ha estado tan olvidada. En base a ello, he diseñado unas prendas para pequeños de lo más reivindicativas que ponen “Soy del Occidente”, en otras pone Guaje/Rapacín y Guaja/Rapacina y también he querido jugar con los colores. Estaba un poco cansada de eso de que el azul es de niño y el rosa de niña, así que en Fabricia Crafts hemos dado la vuelta al tema y empleamos el color azul para guajas y el color rosa para los guajes. La verdad es que esta idea ha cuajado y está teniendo mucha aceptación.
-¿Qué crees que aporta tu trabajo artístico a tu faceta personal?
-Pues mucha serenidad. Como es algo que me gusta hacer se me pasa el tiempo volando. No lo tengo asumido como un trabajo ni como una obligación. Me relaja muchísimo mentalmente.
-De todo el proceso de creación, ¿qué es con lo que más disfrutas?
-Me gusta todo, pero quizás el diseño de las lámparas es lo que me supone más. Hay gente que no te sabe decir los gustos de la persona a la que van a regalar y eso te exige más a la hora de hacer los diseños. Esta es quizá la parte más intrigante, la que me exige más intuición y creatividad.
-¿Estás orgullosa de algún diseño en particular? ¿Coincide con la elección de tus clientes?
-Los diseños que realizo me gustan todos, sino no los haría. Se ha dado el caso de que el diseño que escoge un cliente puede no coincidir con el que a mí me ha gustado más, por eso estoy pensando en hacer una serie de publicaciones en Instagram de todos esos diseños que no han visto la luz.
En cuanto a los clientes, tienen mucha aceptación las lámparas y la ropa con mensajes asturianos. Los bastidores decorativos con mensajes se venden muy bien y ahora los estoy haciendo nuevos diseños con flores secas, ecopiel, telas combinadas… hice unos con macramé y me los quitaron de las manos. En general, todo lo que vendo gusta mucho al público. Y esa es una buena señal.
-¿Qué objetivos tienes a medio y largo plazo?
-Pues que el negocio siga creciendo poco a poco como ya lo está haciendo. Tengo ahí lo de regresar a la hostelería, si no es con mi proyecto Enclave Cotagge con lo del picnic sería con el negocio donde antes trabajaba. Mis anteriores jefes me han dicho que tengo las puertas abiertas y que estarían encantados si volviera. Mantengo con ellos una relación espléndida, somos como una familia. Mi hijo ya es un poco mayor y creo que podría compaginar las dos cosas, a lo mejor no asistiendo a tantos mercados y ferias.
-A lo largo de tu trayectoria, ¿cómo valoras tu experiencia como emprendedora?
-Pues es todo un poco complicado porque lo tengo que hacer yo: la parte administrativa, el diseño de productos, asistir a las ferias de artesanía, las redes sociales. Esto último podría ser un servicio que podría subcontratar, pero los ingresos por el momento no dan para tanto. Todo lleva su tiempo y no queda otra que organizarse muy bien. Por ejemplo, por las tardes estoy con mi hijo y en cuanto le acuesto me pongo a trabajar y a lo mejor estoy hasta las tres de la mañana con el ordenador. También tengo la ayuda de mi marido que, aunque tiene su trabajo si me ve apurada me echa una mano. Luego, también hay que decir que emprender en el medio rural siempre es duro. Yo por ejemplo no solicité ninguna ayuda, todo lo he conseguido trabajando y muy poquito a poco. Pero estoy contenta.