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lunes 9, diciembre 2024

Paula y Sara Santos. Maraea, perlas de Tahití con diseño asturiano

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Desde la Polinesia francesa hasta Tapia de Casariego viajan cientos de ejemplares de perlas de Tahití que después de pasar por las manos y la creatividad de Paula y Sara Santos, se convierten en auténticas joyas de autor, piezas exclusivas que llegan al cliente a través de Maraea.

-¿Cuál es la esencia de Maraea? ¿Cuál es su filosofía?
-Sara: Pues la idea era traer aquí la perla de Tahití -que aquí no se conoce tanto- de una manera bohemia y ponerla al alcance de todo el mundo. Que no fuera solo un producto de alta joyería, reservado para gente con cierto poder adquisitivo sino algo que cualquiera se pudiera comprar. Yo me he cogido varios diseños para mí misma porque me gustan (risas).
-Paula: Queríamos sacar también el producto adelante y con el tiempo independizarnos. La verdad es que está gustando mucho y vemos que es un proyecto muy novedoso.

-Tanto una como otra habéis estado viajando por el mundo y trabajando en distintas cosas. ¿Cómo termináis diseñando joyas?
-P: De joyería ninguna de las dos teníamos ni idea, y tampoco contábamos con dedicarnos a ello. A mí me nace la pasión por este mundo cuando estoy en la Polinesia y tengo la oportunidad de trabajar en una granja donde descubro la perla de Tahití. Seleccionaba las mejores y también diseñaba joyas. Para mí fue algo muy novedoso porque yo solo conocía a la perla blanca típica, y me fascinó ver todos los colores que puede dar ese tipo de ostra. Allí descubrí lo que es el trabajar con las manos, y se convirtió en mi pasión. La perla de Tahití es de una gran belleza, no hay nada parecido por aquí. Aquella experiencia directa con el producto es lo que me sirvió de preparación para poner en marcha este proyecto.

Perlas de Tahití
Perlas de Tahití

-Paula, ¿qué te hizo cambiar de forma de vida?
-Supongo que mi actitud viajera, simplemente me dejo llevar por el universo y confío mucho. Me fui a Australia pensando que iba a estar tres meses y me quedé dos años, luego me salió un trabajo de azafata en un barco con el que recorrí el mundo y después de dos años aterricé en la Polinesia, -tenía allí a una amiga-, conocí a alguien, tuve la oportunidad de trabajar en la granja y me quedé siete años. Me enamoré de aquel lugar. Siento algo y me dejo fluir.

-Decís que este proyecto nace de un sueño, ¿cuál?
-P: Pues el hecho de trabajar para nosotras mismas, hacerlo en algo que nos gusta, poder transmitir esa sensación también a la gente y, por supuesto, que además sea un producto que guste.
-S: Desde que éramos unas chavalas, a nosotras siempre nos ha gustado hacer manualidades: pulseritas, colgantes, pendientes… Fíjate lo que supone, después de trabajar como azafata de vuelo y más tarde en la Copa América, hacer lo que te gustaba de cría pero en plan profesional, en serio. A esto añades la satisfacción que sientes cuando ves alguno de tus diseños por la calle en alguien que no conoces. Es una alegría, una sensación que me encanta.

“Nuestros diseños son muy ponibles no solo para eventos especiales. Están hechos íntegramente a mano, son exclusivos, no se van a encontrar en ninguna joyería tradicional”
(Sara Santos)

-¿Qué característica específicas tiene la perla con la que vosotros trabajáis? ¿En qué os distinguís de vuestros competidores?
-P: Lo distinto de esta perla es el color y la calidad. Y luego su precio, que es indiscutible. Yo en la granja me dedicaba a clasificar las perlas por tamaño, calidad, forma y brillo, un trabajo que no era nada valorado pero que a mí me encantaba. Vendemos un producto exclusivo de mucha calidad. La de Tahití es conocida como la perla negra, pero la realidad es que las hay de múltiples colores y ese es uno de sus encantos. Las que he visto aquí no tienen brillo, algo esencial en toda perla. Eso distingue mucho nuestro producto y luego también lo que decía Sara, que tenemos joyas al alcance de todos los bolsillos.
-S: Nuestros diseños son muy ponibles no solo para eventos especiales. Están hechos íntegramente a mano, son exclusivos, no se van a encontrar en ninguna joyería tradicional. Los hay para todas las edades, para chicos y chicas. Tenemos perlas de distintos colores y van acompañadas de oro, plata o cuero.

 

-La perla se abre mercado también entre el cliente masculino…
-P: Allí es algo que llevan tanto hombres como mujeres. Puede que tradicionalmente se asociase a la mujer, a la elegancia, pero una perla redonda del calibre 12 o 13 puede ser algo que le quede muy bien a un hombre. Todo depende del diseño y los diferentes materiales que le acompañan. Nosotras en ese sentido hacemos diseños personalizados, a gusto del cliente. Ayer me preguntaban qué color es el que más valor tiene… Ninguno, depende de tu gusto, de lo que más te convenza, con lo que te encuentres más cómodo. Al final es abrir un poco la mente y ver que tanto un hombre como una mujer lo puede llevar y que son ideales para acompañar a cualquier look.
-S: La versatilidad, el poder combinar los distintos diseños que tenemos en la web nos está abriendo muchos mercados. En este sentido estamos teniendo bastante éxito.

-¿Cuáles son vuestras fuentes de inspiración?
-S: Lo que nos gustaría encontrar a nosotras en una tienda.
-P: Puedo ver un diseño de un collar o pendientes y pienso… a esto le añadiría esto o aquello. Pero también puedo estar dando un paseo por ahí y me viene una inspiración. La creatividad se puede despertar de mil formas.

“Lo distinto de esta perla es el color y la calidad. Y luego su precio, que es indiscutible”
(Paula Santos)

-¿Tenéis alguna pieza fetiche? ¿Alguna que sea más demandada?
-S: los collares Arava, los Miri Miri y los pendientes Poema, que son muy ponibles. La perla luce en sí misma.

-¿Se puede vivir en estos momentos del diseño?
-P: Aún es pronto para decirlo. Aunque a este proyecto le estoy entregando toda mi energía, lo complemento con otra actividad. Hemos recibido también una subvención del Principado de Asturias de fomento al Emprendimiento innovador que nos ha supuesto un importante empujón y nos ha permitido comprar más material y poder ir a Oviedo al Mercazoco los próximos 14 y 15 de mayo.

-¿Qué proyectos tenéis a medio y largo plazo?
-P: Seguir trabajando, acercando el producto al cliente y si esto va adelante, con el tiempo poder abrir un local porque ahora estamos trabajando en casa. Un taller-tienda donde el cliente pudiera ver los brillos y los colores tan espectaculares que tienen estas perlas. Son mucho más bonitas al natural.

“Nos gustaría abrir un taller-tienda donde el cliente pudiera ver los brillos y los colores tan espectaculares que tienen estas perlas. Son mucho más bonitas al natural”
(Paula Santos)

-¿Echáis de menos seguir viajando por el mundo?
-Muchísimo (contestan al unísono).
-P: Después dar la vuelta al mundo un par de veces, de cambiar continuamente de lugar, hemos aterrizado aquí, en Tapia, en un entorno tranquilo donde vivimos con nuestros hijos. Cuando descubrí que me gustaba trabajar con las manos y surgió la idea de crear Maraea entre Sara y yo, me maravilló volver a la tierra. Ha sido un cambio importante pero también necesario.
-S: En mi caso fue la pandemia lo que me hizo regresar a España con mis dos hijos, y mi admiración por el trabajo artesanal y por las perlas, me animó a crear esto con Paula. Un trabajo que me encanta y que aún estoy descubriendo.

Muestra de una de las joyas de Maraea elaboradas con perlas de Tahití

-¿Qué dicen vuestras joyas de vosotras?
-P: Hablan de sencillez, libertad, aventura, belleza, perseverancia…
-S: Yo, por ejemplo, que soy más nueva en esto del diseño, -aún tardo un montón con cada pieza-, soy también la que se encarga de los cambios en la web y la gente lo que valora mucho es la naturalidad, la frescura tanto de nuestros diseños como la manera que tenemos de presentarlos: somos las modelos que los lucen.

-¿Por qué el nombre de Maraea?
-Queríamos que fuera un nombre tahitiano, corto, sencillo de pronunciar. Y este que significa ‘tierra roja’ suena a mar, marea… las perlas vienen del mar. Nuestro logo representa a las montañas de Bora Bora vistas desde la isla de Taha’a (Tahití), lugar de donde proceden las perlas con las que trabajamos.

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