Lombricultura es sinómino de reciclaje y Lombriastur ha sabido convertirlo en un negocio que además de aportar beneficios, colabora en la conservación del medio ambiente. Santiago Martínez, responsable de esta empresa instalada en La Mata (Grado), acaba de recibir además el Premio Empresario Autónomo del Año. Un galardón que ha premiado treinta años de trabajo e investigación y la colaboración de sus infatigables ‘trabajadoras’, lombrices rojas de California que trabajan a pleno rendimiento para producir un humus de la mejor calidad.
-La empresa la creó su padre hace más de treinta años. ¿Cómo se le ocurrió está original idea?
-Mi padre era capitán de la marina mercante, hacia viajes muy largos y dio la vuelta al mundo en varias ocasiones. En una de esas travesías, allá por los años setenta, vio esto en EEUU y se interesó por todo el proceso. Se enteró de que lo que necesitaban las lombrices para esta actividad era estiércol de calidad y unas condicione de humedad elevadas en el ambiente. Entonces dijo: “pero, si todo eso lo tenemos en Grado”. Así que fue dando forma a toda la idea en su cabeza, hasta que en el 87 crea la empresa con dos hermanos, a los que posteriormente compra las acciones y pasa a denominarse Lombriastur.
“Las lombrices para producir el humus necesitan estiércol de calidad y unas condiciones de humedad elevadas en el ambiente. Todo eso lo tenemos en Grado”
-A través de la lombricultura se recicla estiércol, se crea un nuevo producto, humus y se contribuye a conservar el medio ambiente. Todo un ejemplo de economía circular…
-El estiércol sigue siento un problema en el entorno rural. Las pequeñas ganaderías no tienen gestión de residuos y solucionan esta cuestión como pueden. Recogemos el excedente de las ganaderías de nuestros alrededores, lo que sobra después de que han abonado los huertos y repartido entre los vecinos y se convierte en nuestra materia prima. De este proceso salimos todos beneficiados, los ganaderos, el medio ambiente y Lombriastur.
-Lombriastur presume de producir un humus de la mejor calidad del mercado. ¿Cuál es el secreto?
-Me encanta que me hagas esta pregunta. Un buen humus depende de tres factores. Primero, una materia prima de calidad que es el alimento de las lombrices. Ellas comen residuos orgánicos y según sea la calidad de estos así será el producto final. Si se alimentan, por ejemplo, del lodo de las depuradoras habrá residuos pesados que no lleguen a transformar y pasen directamente al abono. En cambio, el estiércol que nosotros recogemos de ganaderías extensivas cuyos animales se alimentan de los mejores pastos, hace que el producto final sea de altísima calidad. Por ahí venden como humus cosas que no lo son, que no sirven para agricultura ecológica, reseco, huele… cuando es un producto inoloro. El segundo factor a tener en cuenta es la climatología. Necesitan temperaturas suaves y un 80% de humedad que aquí tenemos garantizada gracias al agua de lluvia. Y, por último, estaría el proceso de maduración. Para que se complete el proceso de humificación es necesario dejar reposar unos doce meses antes de recoger la producción. El tiempo necesario para que la flora microbiana actúe. Eso es lo que de verdad le da el grado de excelencia a ese humus.
“En marzo tuvimos cero ventas. Libramos abril y mayo, a partir de ahí hemos conseguido récord de ventas. El Covid-19, en cierta forma, nos benefició”
-¿Qué extensión de terreno dedican a esta actividad?
-En aproximadamente una hectárea de tierra, estamos convirtiendo más de mil toneladas anuales de estiércol en unas trescientas de humus, que distribuimos a través de cooperativas y tiendas especializadas de material agropecuario. También vendemos online.
-¿Les ha afectado de alguna manera la crisis del Covid-19?
-En marzo, cuando se inició la cuarentena, nos llevamos un susto tremendo porque precisamente en la segunda quincena, que es cuando se preparan las tierras para su cultivo, tuvimos cero ventas. Al ser considerada una industria esencial pudimos mantener nuestra actividad y poco a poco, gracias al levantamiento de las restricciones, la gente volvió a los huertos, se abrieron las tiendas y se activaron las ventas. Libramos abril, mayo fue bueno, y a partir de ahí, he de confesar que tenemos récord de ventas. El Covid-19 en cierta forma nos benefició. La gente que no trabajaba la tierra parece que ha recuperado el huerto del pueblo y lo cultiva. Hay una vuelta a lo rural que sin duda nos ha favorecido.
-La crisis de 2008 puso a prueba la solidez y flexibilidad de las empresas para poder salir adelante. ¿Cree que estos momentos de estamos en un escenario similar? ¿Servirán las mismas fórmulas que se emplearon entonces?
-Sinceramente creo que el escenario es mucho peor. Aquello fue una crisis económica y esta es sanitaria. Los niveles de incertidumbre son más altos, la desconfianza a nivel político es enorme. No es comparable.
-¿Por dónde cree que surgirán las nuevas oportunidades de negocio?
-Nuestro sector sin duda es uno de ellos. La industria agroalimentaria, el sector primario es uno de los beneficiados por esta crisis porque la gente va a seguir comiendo. Hay una mayor demanda de productos para la agricultura ecológica y de calidad. Esto se une a la línea creciente de concienciación que se ha despertado hace años sobre los productos ecológicos, el cambio de la economía lineal. No obstante, el panorama general lo veo mucho peor que el de 2008.
-¿Qué ha supuesto para usted recibir el Premio Empresario Autónomo del Año?
-Pues una gran satisfacción porque además ocurre en un año muy complicado para todo el mundo. Es un premio que hago extensivo a todo mi equipo, sin ellos nada de esto sería posible, así como a toda la gente que nos ha ayudado en el camino. Esto supone un gran impulso para seguir trabajando.