Esta empresaria abrió su negocio en 2008, al inicio de la crisis económica. Lo pasó muy mal durante varios años, pero consiguió no solo sobrevivir y conservar todos los puestos de trabajo, sino también convertirse en un lugar de referencia en cuanto a buena cocina tradicional en Laviana.
Como tantos otros negocios después de esta cuarentena, Sesé Fernández volverá a abrir las puertas de su restaurante, pero después de un proceso de reinvención: “no se trata de hacer cosas nuevas, en mi caso pienso que lo que funcionaba bien ha de continuar. Pero esta nueva situación sí nos va a exigir mucha creatividad y flexibilidad”. El nombre del restaurante, -L’Albancia significa “el amanecer” en asturiano-, dice mucho del espíritu con el que Sesé inicia esta nueva etapa.
-¿Cómo ha afectado la cuarentena del Covid-19 a su empresa?
-El 13 de marzo nosotros cerramos al igual que el resto de negocios de hostelería como consecuencia del avance del coronavirus. Pero ha sido un tiempo muy aprovechado. Hice un curso de economía colaborativa con Valnalón, otro sobre los protocolos a tener en cuenta con lo del Covid-19 para hostelería. Estudié experiencias de distintos emprendedores que estaban haciendo cosas muy creativas y aproveché para experimentar distintos platos, nuevos menús.
-Una vez superado el Estado de alarma, ¿estiman que para reactivar la empresa tengan que crear nuevas iniciativas? ¿En qué consistiría esta ‘reinvención’ de la empresa?
-Hemos comenzado por readaptar el espacio que teníamos a las nuevas circunstancias y sacar partido a lo que son nuestras fortalezas. Estamos en un enclave natural maravilloso, con unas vistas espectaculares a solo tres kilómetros de Laviana. Estamos especializados en comida tradicional y la verdad es que tenemos mucha gente a la hora de la comida, pero poca a la hora de cenar. Como la nueva normativa nos propone un aforo del 40% y tengo a cuatro personas trabajando, se nos ocurrió sacar más partido a la terraza que la teníamos desaprovechada e incluso ampliarla con terreno que tenemos al lado para sacarle más rentabilidad. La idea es ofrecer solo en horario de cena, una carta de picoteo elaborada y distinta a lo que se pueda ofrecer en cualquier sidrería, cosas originales a precios normales. Eso nos ayudaría a completar el aforo también en las cenas. Con el valor añadido de que aquí tenemos todo casero, gallinas, huevos, chorizos, mermeladas, aunque no lo comercializamos.
Dentro del restaurante estamos adaptando los espacios: tenemos que quitar mesas para garantizar la distancia de seguridad, quitar adornos, proteger las botellas en una vitrina para evitar que estén en contacto con el aire, las mesas tenemos que montarlas en el mismo momento que llegan los comensales; un código QR va a permitir escanear la carta con el móvil, aunque también la tendremos en vinilo que habrá que limpiar después de cada uso. Estos protocolos nos exigen cambiar de chip totalmente.
«En el campo de la hostelería deberíamos de apostar fuertemente por la calidad. Laviana siempre ha sido una zona donde se ha comido muy bien. Deberíamos convertirnos en un referente”
-La crisis financiera de 2008 puso a prueba la solidez y flexibilidad de las empresas para poder seguir adelante. ¿Cree que estamos ante un escenario similar? ¿Servirán las mismas fórmulas que se emplearon entonces?
-Yo viví en primera persona esa crisis hacia 2012 y fue terrible. Tenía a la gente parada y no sabía de donde sacar el dinero porque no quería echar a nadie. Lo pasamos muy mal y no tuvimos ninguna ayuda. Sobrevivimos porque me reciclé mucho. Cuando abrí no quería hacer menús porque es algo que me parece tremendamente aburrido, me gustaba trabajar la carta, es más creativo. Pero no me quedó otra. Tuve que hacer no solo menús sino hacerlos mejores que los demás como reclamo para que la gente se desplazara hasta donde estábamos. A ello le añadí una carta de postres a elegir, todos caseros.
Muchos compañeros tuvieron que cerrar sus negocios porque se quedaron sin ingresos y con una hipoteca que tenían que seguir pagando. Aquí hubo mucho prejubilado de la mina que a pesar de que tenía dinero vio que sus hijos no tenían futuro, que había hipotecas pendientes y mucha incertidumbre y eso replegó el consumo, generó miedo e incluso el temor a un corralito. Ahora sin embargo no se percibe eso. Lo que hemos perdido en estos meses, perdido está, pero uno mira hacia delante y ve que la gente se está volcando. Veo las terrazas y las tiendas llenas en Laviana, la gente está concienciada de que esto lo tenemos que sacar entre todos.
-A pesar de las consecuencias económicas nefastas de esta pandemia, ¿cree que pueden surgir oportunidades nuevas? ¿Por dónde cree que irían?
-En el campo de la hostelería creo que deberíamos de apostar fuertemente por la calidad. Laviana siempre ha sido una zona donde se ha comido muy bien. Es aprovechar eso y convertirnos en un referente, fomentar la unidad que ya existe entre comerciantes y hosteleros y potenciarnos unos a otros. Creo que también deberíamos de especializarnos cada uno en lo suyo para ofrecer una calidad superior a lo que se ofrece por ahí. Tenemos un entorno precioso, estamos rodeados de naturaleza, gente maja. Tenemos que saber vender esto, moverlo en las redes sociales. Todos somos compañeros. A mí me alegra que vendan los demás porque esto es una cadena que al final revierte en todos. En junio, junto con otro restaurante de la zona, vamos a organizar unas jornadas del cabritu, luego haremos otras del bonito. Sinceramente veo ahora mejores perspectivas que en la crisis de 2008.