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domingo 24, noviembre 2024

Allande. Simbiosis natural

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En Allande el hombre ensalza la naturaleza y ésta se enriquece con la mano de sus habitantes. Gracias a esta íntima simbiosis, uno de los concejos más extensos del Principado preserva maravillosos monumentos naturales.

Para describir Allande tenemos que remitirnos a la cantidad de montañas que lo conforman. No son grandes alturas, ni tienen escarpadas aristas, sino que dibujan suaves ondulaciones que nos hacen sentirnos entre un pacífico mar de olas verdes. Cada uno de estos pliegues tiene clima, vegetación y personalidad propia, lo cual convierte el paseo por Allande en una completa sorpresa. Aquí se vive en consonancia con la naturaleza. El allandés valora y cuida lo que tiene, sacando el mayor provecho del regalo que le rodea. En los excelentes pastos cría fuertes y hermosos xatos, motivo fundamental del éxito que tiene el Mercado Ganadero que se celebra cada día 18 en Pola de Allande. Las abejas que polinizan el brezo son fuente de miel que se explota en los «cortinos»; en donde el clima se vuelve benigno hay viñedos que producen un apreciado vino y cantidad de frutales; y la madera noble es trabajada con primor por torneros y madreñeros. Las construcciones tienen que ver con las necesidades de la vida en el campo: molinos que aprovechan el agua de los cauces, fraguas en las que se elaboraban clavos y aperos de labranza, más de ochocientos hórreos y paneras que se construyeron entre los siglos XVIII y XIX, cabañas de pastores o fuentes. Si aquí están orgullosos de sus construcciones populares, más lo están de sus bosques, que consideran un monumento natural. Entre ellos destacan los texos de Santa Coloma, el alcornocal de Boxu -el mayor de Asturias-, y los texos de Lago. El mejor modo de conocerlos es seguir la Ruta Santa Coloma-Lago o Ruta de los Teixos; y completarla con la Ruta Alto de Bustantigo-San Emiliano, porque entre las dos pasan por todos ellos.
El reconocimiento que aquí se tiene de la naturaleza está grabado en los genes de los allandeses, puesto que proviene de muy antiguo. Aquí habitó originariamente un pueblo que honraba a sus muertos, como se sabe por la antigua estela dolménica de Allande que hoy se encuentra en el Museo Provincial, y también por los túmulos que coronan todas las sierras circundantes. Las cimas eran lugares sagrados, mientras que en los valles se desarrollaba la vida cotidiana como se sabe por las hachas encontradas en Los Mazos o las puntas de lanza de Fonfaraón. Quedan muestras en castros como el de San Chuís, y también recuerdo del paso de los romanos por la zona a través de explotaciones auríferas como la Cueva de Xuan Rata, vías y otros vestigios que aparecen en La Pola, Lago, el Valledor y Bustantigo. También vivieron aquí los vaqueiros de alzada, que se dedicaban a la ganadería trashumante y la arriería. (…)

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Miel de Allande

La abundancia de brezo, toxos y frutales da lugar a una miel de excelente sabor que ya se comercializa. Pero los allandeses, conscientes del tesoro líquido que tienen en sus manos, se han propuesto dar mayor proyección a su miel y lograr que sea reconocida con la «denominación de origen». Para no olvidarse de ello ningún día del año, el Ayuntamiento ha repartido entre los habitantes un calendario con fotos relacionadas con la miel de Allande. Así es imposible olvidar el objetivo, ni el dorado regalo de las abejas. §

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