Mucho hay para conocer en el concejo más grande de Asturias. Con más de 800 kilómetros cuadrados y un carácter forjado en la mina, el territorio de Cangas del Narcea muestra un amplio mosaico en el que fiesta, gastronomía y ecoturismo se dan la mano.
El nombre de Cangas del Narcea está asociado inseparablemente al sonido de los voladores y a la cultura del vino de montaña. La villa que ostenta la capitalidad del concejo, también Cangas del Narcea, es conocida por muchas razones, pero algunas acaparan la atención en determinadas épocas del año. En el mes de julio, son las fiestas del Carmen y La Magdalena las que cobran protagonismo y erradican la habitual tranquilidad que se respira en esta localidad. Con razón, esta es la fiesta más explosiva de Asturias por el número de barrenos que se tiran, en la pasada edición 80.000 y muchos de ellos a mano. La afición a esta práctica ha llevado incluso a crear cursos donde enseñar a los miembros de las peñas cómo se efectúan las tiradas. Durante la jornada culmen, La Descarga, que tiene lugar el día 16 en honor a la Virgen del Carmen, participan más de cuatrocientas parejas de tiradores y apurridores apostados en distintos puntos de la villa. Los nervios entonces salen a relucir, pero finalmente el cielo de la villa se llena de fuego y sonido en un momento especialmente emocionante para cangueses y visitantes.
La Fiesta de la Vendimia, aunque no tan multitudinaria como la anterior, también arrastra muchos seguidores. Ésta celebración que tiene lugar en el mes de octubre (la edición XVII será del 12 al 14) pone de relieve la cultura centenaria del vino en Cangas. Y lo hace reviviendo la tradicional pisada de la uva, ofreciendo las bodegas sus mejores vinos a los visitantes y con un mercado de artesanía por las calles de la localidad. La jornada invita ademas a disfrutar de alguna de las visitas guiadas que se hacen al Museo del Vino, ubicado en el barrio de mayor tradición bodeguera, el barrio de Santiso.
La periodista Olga Flórez será la pregonera de El Carmen, las fiestas más importantes de Cangas.
Chicote, sabiduría popular y buen vino
De viñedos y uvas es buen conocedor Antón Álvarez, conocido en toda Cangas por ‘Chicote’, el nombre que recibe también su local. El hostelero lleva tantos años en la profesión que ya es toda una institución en la villa y hace apenas unos meses recibió un homenaje por su trayectoria. No solo son famosos sus ‘cachelos picantes’ si no también sus refranes y dichos populares que tanto le caracterizan. Aunque él apostilla que es «famoso como el raposo» y que tiempo ha tenido para darse a conocer después de sesenta años tras la barra de un bar.
Chicote es además un buen anfitrión y productor de vino de Cangas, con su marca Penderuyos ya ha conseguido varios reconocimientos nacionales e internacionales. «Llevo con las vides toda la vida, porque esto me viene de generaciones anteriores, quién sabe cuantos años ya». Los terrenos de sus viñedos están como muchos otros provistos de pendientes que dificultan la mecanización del proceso, de ahí el apelativo de ‘viticultura heroica’. Antón produce en torno a doce o quince mil botellas de vino al año, distribuidas en un vino ‘normal’ y uno de ‘selección’. «Los últimos cuatro o cinco años están siendo buenos y ahora por primera vez, vamos a echar en barrica para sacar un crianza de cepas especiales, con tan solo 600 botellas».
Como para el resto de bodegueros, la vendimia es una fecha especial en la que se reúnen amigos y familiares dispuestos a echar una mano. Antón ha llegado a reunir a más de ciento cincuenta personas, «han venido de toda Asturias, incluso de León, pero no porque hubiera mucho para vendimiar. Cuando es así nos ponemos y en tres o cuatro horas terminamos la faena, y tras la vendimia siempre hay algo de fiesta y baile. La gente se lo pasa muy bien».
La bodega de este hostelero es una de las cinco que han apostado por la Denominación de Origen Protegida a través de la elaboración del Vino de la Tierra de Cangas, certificando el origen de las uvas y consiguiendo cada vez más reconocimientos. El trabajo continuado de productores y consumidores han recuperado unos caldos que estuvieron a punto de perderse y han renacido conquistando las mesas nacionales e internacionales.
Ecoturismo, una forma de vida
Conocer la naturaleza del concejo cangués es sin duda uno de los mayores alicientes para el visitante que llega al sur-occidente asturiano. El nombre de Muniellos, el mayor robledal de España y uno de los mejor conservados de Europa, es el mejor reclamo para todos aquellos que buscan naturaleza en estado puro. Y a pesar de que este paraje, declarado Reserva de la Biosfera en el año 2000, mantiene un cupo de solo veinte visitantes al día, su entorno sigue siendo igualmente atractivo. Ana Llano, presidenta de la Asociación Fuentes del Narcea, que aglutina a empresas de turismo rural y actividades de la Comarca explica que las rutas de la zona de Muniellos están entre las más recomendadas a sus clientes. «Principalmente porque son fáciles y siempre están bien acondicionadas. Tenemos muchas otras, más de setenta, pero no hay recursos suficientes para que estén limpias para el visitante. La gente quiere caminar, sea mucho o poco y luego sentarse a disfrutar de las vistas, es increíble como alucinan con lo escarpado y verde del paisaje».
El avistamiento de osos en el Parque de Fuentes del Narcea es un atractivo turístico en auge
Buena parte del turismo que se acerca hasta el concejo procede de lugares como Madrid, Galicia o País Vasco, aunque varía considerablemente según las estaciones. «En invierno, explica la presidenta del colectivo, vienen de las comunidades más cercanas y se incrementan las visitas por parte de los asturianos, una factura que teníamos pendiente. En verano son muchas las familias que vienen de Madrid hacia el sur de la península, incluyendo gente de Baleares y Canarias que quiere escapar del calor».
La posibilidad de avistar osos en el Parque Natural de Fuentes del Narcea, del que forma parte el concejo cangués junto con los municipios de Degaña e Ibias, ha situado al suroccidente asturiano como uno de los destinos de moda para los amantes de la naturaleza. La creciente oferta de rutas en las que es posible ver plantígrados en su hábitat natural ha elevado el número de viajeros que, provistos de prismáticos, se adentran en los montes y riscos cangueses. «Este tipo de itinerarios son para un turista más especializado que viene expresamente para esto. Nosotros les ponemos en contacto con empresas de la zona que conocen los lugares donde tienes más probabilidad de hacer avistamientos, y siempre teniendo en cuenta la seguridad personal y la del animal».
Desde la Asociación el objetivo es desarrollar una actividad turística sin alterar el equilibrio del medio ambiente y evitando daños a la naturaleza, «llevamos cinco años apostando por el ecoturismo. Teniendo en cuenta que la Comarca cuenta con el mayor número de especies en peligro de extinción -el oso, el urogallo- lo que intentamos es que no exista un turismo de masas, si no mucho más respetuoso». A la espera de que el Principado ultime una regulación sobre este tema, el colectivo tiene su propio Plan de Buenas Prácticas, un pequeño decálogo de cómo hacer un turismo de avistamiento de fauna con cuidado para las personas y con respeto para los animales.
«Los últimos cuatro o cinco años han sido muy buenos para los vinos de Cangas»
‘Chicote’, hostelero |
«Llevamos cinco años apostando por el ecoturismo» Ana Llano, presidenta de la Asociación de Turismo Rural Fuentes del Narcea |
«Antes este pueblo era la de dios, venía gente a trabajar a la mina de todos lados» Alfredo Varela, ex-minero |
Carácter minero
No se puede entender el presente de Cangas del Narcea sin su pasado y presente minero. Al igual que en muchas zonas de Asturias, la minería marcó la personalidad de una tierra y también de una generación. Alfredo Varela, minero de corazón, lo ha vivido en primera persona. Jubilado de Antracitas de Gillón su vida ha estado ligada al carbón y al movimiento sindical. Gracias a su padre comprendió que los derechos había que lucharlos y que rara es la vez que las cosas vienen regaladas. A veces la vida tiene sus ironías. La primera vez que trabajó en la mina fue en la primavera del 62, a los 16 años, coincidiendo con el año de la gran huelga minera en Asturias, aunque «en Cangas nadie paró, yo creo que aquí se era de otra galaxia» reconoce Alfredo con cierto orgullo en la voz. «Mi padre era vigilante en el exterior y cuando cumplí los 17 bajé a la mina, él tuvo que firmar porque yo no podría entrar hasta los 18. Yo estaba de pinche cargando camiones en una torva y me tocó trabajar con candil de carburo. Ahora mismo debemos quedar en el concejo una docena que hayamos trabajado así». El primer mes cobró 750 pesetas. Después vinieron dos años de trabajo en Alemania, el servicio militar y en el 66 la vuelta a la mina en el pozo Cerredo. De allí volvió para Cangas con mujer, hijos y un expediente de dos meses de castigo sin empleo y sueldo por demandar una subida en los destajos en Hullas de Coto Cortés. Corrían los últimos meses del año 71. En Cangas comenzó a trabajar para Antracitas de Gillón donde estuvo 21 años de ayudante minero y picador. «Esta es una de las labores más duras y penosas -reconoce Alfredo-.
Así estoy ahora todo fastidiado». Era una época floreciente en Cangas del Narcea. Se empezaban a organizar los sindicatos y la minería era un sector que daba trabajo a muchos jóvenes que empezaban a labrarse un futuro. «Fui uno de los que empezó a organizar CCOO en Cangas y la verdad es que tuvimos épocas muy buenas en las que ganábamos dinero, sobre todo los picadores, barrenistas, gente de arranque y también los ayudantes -recuerda Alfredo-. Si a la gente que vivimos aquella época en Cangas y también vivimos esta nos cuentan hacen 30 años lo que iba a pasar aquí no nos lo creemos. Este pueblo era la de dios, venía gente a trabajar de todos lados, había tráfico de camiones, autocares… Chavales como yo y otros muchos teníamos el escape de la mina pero ahora esa puerta se cerró y la gente tiene que marchar de aquí. Lo único que ahora está amortiguando el golpe es el hospital porque minería solo queda Carbonar». Situada en Vega de Rengos, Carbonar que se fundó en 1920, sufrió este año un incendio en el interior de la mina. La compañía prescindió de las empresas auxiliares y presentó un ERE para el 80% de la plantilla. «Dicen que en esta zona están las mayores reservas de carbón de España, esto es para ponerse a explotar ya porque hay carbón, gente cualificada y unas instalaciones que costó millones prepararlas -afirma-«. A Alfredo, al igual que otros muchos compañeros de las cuencas la lucha obrera le viene en la genética. Su padre fue de los de la revolución de octubre del 34 y cuando él comenzó a levantar el sindicato en Cangas, el franquismo y lo mamado en casa había hecho mella en su carácter. «Aquí se luchó como se hizo en todas las cuencas, hubo huelgas de dos meses, encierros en la mina y movidas muy fuertes. Las movilizaciones siempre fueron potentes». Con razón, los mineros de Cangas siempre han infundido respeto allí donde van con sus reivindicaciones, haciendo gala de su fortaleza y valentía.
Esta implicación tan directa surgió de una necesidad real ya que el concejo cuenta con un 3% de población celiaca, lo que hace que de manera natural muchos locales lleven años trabajando en platos libres de este conjunto de proteínas de pequeño tamaño, contenidas únicamente en la harina de los cereales de secano.