Tenía cinco años cuando se calzó unos patines por primera vez, aunque reconoce que no fue hasta que cumplió diez y comenzó a hacer saltos dobles cuando se enganchó de verdad. Paola García Cuetos tiene veinte años y su pasión por el patinaje la comparte desde que era pequeña con su madre, que fue la encargada de buscarle un lugar donde practicar cuando en el programa de extraescolares de su cole suspendieron la actividad por no cubrir el cupo de personas solicitado.
Reconoce que su mayor enemigo es el miedo, pero no a lesionarse o a hacerse daño, sino a fallar, a fracasar. Pero la verdad es que viendo su trayectoria queda claro que tanto su capacidad como su nivel de exigencia se reflejan en los títulos conseguidos en las competiciones regionales, nacionales e internacionales. De la mano de su entrenador Richard Carbajales Hevia, esta patinadora natural de Cayés continúa revalidando el título de campeona de Asturias de forma consecutiva.
-¿Cuál fue el éxito que recuerdas de forma especial porque te confirmó que ibas por el buen camino?
-Cuando me convocaron con la Selección Española por primera vez en Francia y quedé primera fue «lo más». Después, ese mismo año, en el Campeonato de España quedé quinta y, aunque lo pude hacer mejor, nunca había quedado tan bien y nunca me imaginé que podía llegar ahí. En cuanto a las competiciones en Asturias, todos los años que me presenté, menos el primero que quedé cuarta, gané.
-¿Cómo te preparas cada día?
-La técnica es lo que más entrenamos. Ahora, como todavía no es temporada estamos con la coreografía y los pasos, preparando los bailes nuevos, los programas. Más adelante empezaremos con los saltos y las piruetas. Entreno todos los días dos horas o un poco más, menos los fines de semana y jueves porque estoy dando clases a niñas. Cuando se acerca la competición entrenamos con más intensidad y no hacemos tantos descansos, practicamos sobre todo el conjunto del programa. Todo esto se consigue con constancia, trabajo y sobre todo muchas ganas.
-Comentaste en alguna ocasión que lo más difícil es la preparación mental, incluso por encima de la física.
-Sí. Creo que esto es lo que más me falla. En el entrenamiento sobre todo hay que trabajar mucho la cabeza, no solo lo físico, yo afronté la preparación con un psicólogo deportivo que me ayudó bastante. En mi caso lo que tengo que eliminar es el miedo al fracaso, a fallar, porque tenemos dos minutos y medio para demostrar en la pista lo que trabajamos durante todo el año. Al principio, antes de salir a la pista temblaba, pero la verdad es que ahora ya me he acostumbrado porque llevo años haciendo lo mismo. Hay compañeras que tienen miedo a hacerse daño pero a mí eso me da igual, si me hago daño ya se me pasará.
-Hubo un momento difícil en que te planteaste dejar el patinaje. ¿Cómo se sortea un momento así?
-Fue en 2015. Competí y fue un año fatal; me habían convocado para la Selección Española y no pude ir por lesiones… se me juntaron unas cuantas cosas. Así que tiré de paciencia, de no agobiarme, de abrir la mente, y sobre todo hablar con el entrenador, que fue lo que más me ayudó. Hay momentos en los que lo paso muy mal, pero él siempre me apoya.
-¿Cuál ha sido tu mayor éxito?
-Cuando quedé primera en 2011 en París y cuando me convocaron para Alemania. Aunque quedé séptima no me importó mucho porque competía con campeonas del mundo. Era la competición internacional más importante aparte del Mundial y el Europeo así que solo pensar que me hubieran llamado, me alegró muchísimo.
-¿Cómo te gustaría que fuese tu futuro profesional?
-En el futuro me gustaría crear un club, porque ahora estoy entrenando a las niñas de iniciación que tienen entre cuatro y diez años, pero son del club al que pertenezco. Me gusta ver la alegría de esas niñas porque todos los días van con mucha ilusión a entrenar y ver que las puedo hacer felices es una sensación que nunca había tenido antes. También me gustaría formarme como entrenadora profesional.