La conjunción del paisaje de unas tierras cargadas de historia y leyenda, con relieve de cumbres que rasgan la niebla buscando el cielo, verdes valles, ríos agrestes que serpentean entre bosques de robles y avellanos, hacen de Morcín un paraíso de tesoros naturales.
El patrimonio morciniego posee varios elementos muy notables que vale la pena visitar. Nos referimos por ejemplo, al Monsacro considerado lugar sagrado desde tiempos prehistóricos, algo que va más allá de la propia cumbre y se extiende a todo el macizo, y alrededores. Lugar de belleza muy apreciada no solo por la gente del lugar sino por peregrinos, romeros, deportistas, investigadores, turistas.
Es fácil encontrar en pleno invierno a gente subiendo por alguna de estas rutas y es que desde aquí es posible disfrutar de una de las mejores vistas de todo el centro de Asturias. Tres son las rutas de ascenso recomendadas: por Los Llanos, La Collá o La Covarriella (área recreativa de Viapará)
Siguiendo las huellas de la historia nos dirigimos al Torreón de Peñerudes del siglo XII, considerado Monumento Histórico, edificio de planta cuadrangular que podría haber servido de torre defensiva que protegía esta vía de acceso al centro de Asturias. Se encuentra en el pueblo de El Campo en la parroquia de Peñerudes. Desde aquí hay unas hermosas vistas del concejo de Morcín, Ribera de Arriba y Oviedo. Un lugar sin duda que nos traslada a épocas medievales, tiempo en que fue construida.
Las raíces de este pueblo no se encuentran en un museo sino que están impresas en el paisaje y en la forma de vida de sus gentes
Paralelo al río Morcín encontramos una ruta que mezcla tesoro natural y etnográfico que nos lleva a conocer antiguos molinos utilizados desde la antigüedad por los vecinos. Una ruta lineal que parte del Molín de la Ponte donde se puede dejar el coche y continua por una pista a lo largo de unos tres kilómetros con unos trescientos metros de desnivel. En el recorrido podemos visitar siete molinos a la vera del río, la mayoría de ellos de agua y dos de sangre o de Rabil, hornos de carbón vegetal de los pocos que hay en Asturias además de cascadas, bosques de robles y avellanos, praderías y hórreos. La ruta nos regala en algunos tramos hermosas vistas de la Sierra del Aramo y el Monsacro. Hay molinos bien conservados, en algunos podemos ver incluso parte de su maquinaria y otros se descubren entre la maleza. Pero la ruta no defrauda.
Al final pasaremos por La Carbayosa, Busloñe o Pumar, pueblos donde nos aguardan gratas sorpresas antes de iniciar el regreso.
Estos tesoros naturales nos acercan a la historia, las tradiciones y las costumbres de este concejo. Sus raíces no se encuentran en un museo sino que están impresas en el paisaje, en la forma de vida de sus gentes, sus oficios, sus fiestas, sus leyendas y mitos. Pinche aquí para ver más reportajes de este concejo