Centro y motor de la industria cárnica en Asturias, Noreña ha hecho bandera del turismo gastronómico como rasgo diferenciador. La Fiesta del Picadillo y el Sabadiego es uno de los eventos destacados del año, para un pequeño concejo que no pasa desapercibido.
Es el concejo más pequeño de Asturias, con una topografía especial que llama la atención más sobre el mapa que sobre el terreno. En el papel, Noreña son cinco islas de terreno, cuatro de ellas dentro del concejo de Siero, y una quinta limitando con Langreo; en la realidad las fronteras son diferenciadoras, pero no excluyentes. Sí es cierto que Noreña hace gala de un cierto carácter propio, orgullosa de su cualidad de villa pequeña y residencial, pero con todos los servicios de una ciudad. Precisamente ilustrando este punto se acaba de publicar la tercera edición de la Guía del Comercio Local de Noreña, editada por el Ayuntamiento con la colaboración de la Unión de Comerciantes de Noreña y la Consejería de Industria y Empleo. Se trata de una completa lista de establecimientos donde se potencia la importancia del comercio local y de proximidad, que se suma a un nuevo folleto turístico, con toda la información actualizada.
En realidad, y pese a estar en medio de las grandes urbes de Asturias, el concejo no va camino de convertirse en una ciudad dormitorio. En Noreña se vive, y se vive bien. Y se vende esa calidad de vida de modo que, salvando los últimos años de la crisis, éste es uno de los pocos concejos asturianos que ha experimentado un crecimiento demográfico en este siglo. En línea con ese desarrollo, está pendiente de aprobación el Plan General de Ordenación Urbana, ya redactado, que busca afrontar los nuevos retos del concejo. También se ha hecho un esfuerzo para reforzar y modernizar las infraestructuras: eficiencia energética en el alumbrado público, eliminación de barreras arquitectónicas (recientemente en cuatro pasos de peatones), renovación del sistema de saneamiento y abastecimiento de aguas, incluyendo un mecanismo de cloración automatizada, transformación del mobiliario urbano (cambio de bolardos metálicos por otros de caucho flexible), urbanización de cuatro calles del entorno del edificio del Ayuntamiento, o la rehabilitación del quiosco de la música, una de las imágenes más características de la villa.
En Noreña se vive bien, y se vende esa calidad de vida de modo que, salvando los últimos años de la crisis, éste es uno de los pocos concejos asturianos que ha experimentado un crecimiento demográfico en este siglo.
Para visitar
Ese poder de atracción se nota también en el turismo, especialmente en el de fin de semana, que aprovecha las buenas comunicaciones y la situación en el centro de Asturias para acercarse a dar un paseo y a comer. Noreña se auto promociona como la Capital Gastronómica del Principado de Asturias, y argumentos para ello no le faltan. La importancia del sector agroalimentario en el concejo y su influencia en el resto de la región es innegable. Chacinería y productos cárnicos son fundamentales en una gastronomía basada en el cerdo: picadillo, chorizo, moscancia, morcilla, callos y por supuesto el sabadiego, embutido local a medio camino entre el chorizo y la morcilla.
Del cerdo se aprovechan hasta los andares, dice la sabiduría popular, y los noreñenses han decidido tomárselo al pie de la letra y sacar todo el partido a lo que tienen. Así, han sabido crear un importante valor turístico a partir de la cocina tradicional, y a su sombra ha crecido una importante industria hotelera y hostelera.
Pero no todo es comida: el concejo, aunque pequeño, tiene también elementos patrimoniales de interés que animan la visita, en forma de construcciones indianas, arquitectura industrial, arquitectura civil y religiosa. Destaca en esta última la Capilla de la Soledad con la imagen del Ecce Homo, a quien se dedica en septiembre la fiesta mayor de la localidad, que atrae a multitud de peregrinos y que se complementa, cómo no con la jornada gastronómica del Día del Gochu. Y es que en Noreña el cerdo no lo es todo, pero casi todo tiene que ver con él.
Canalización de agua
Llegó a Noreña en 1928; al año siguiente se construyó un depósito en el alto de El Rebollín. Hoy, completamente rehabilitado, el depósito ejerce de Sala de Exposiciones Municipal, sirviendo de foco de atracción para la vida cultural del concejo. Dentro de una programación estable, del 1 al 15 de abril se puede ver una exposición de pintura de Nacho Valdés, artista ovetense afincado en Noreña.
Fiesta del Picadillo y el Sabadiego
Según explica el periodista gastronómico José Manuel Vilabella, el sabadiego era un chorizo con mala fama, tan malo que la Iglesia permitía que se consumiese en tiempos de vigilia. En realidad, su nombre viene de que se elaboraba los sábados, utilizando los descartes de toda la semana después de preparar los embutidos «buenos». Pero de eso hace mucho tiempo. Miguel Ángel Fuente Calleja, cronista oficial de Noreña, explica como este producto está «haciendo méritos para convertirse en el producto más típico de Noreña en poco tiempo». Y Fuente debe de saberlo bien, ya que también es el Presidente Fundador de la Orden del Sabadiego, cofradía gastronómica que se ha ocupado de ir elevando la categoría de este producto del consumo por pura necesidad al puro placer. El sabadiego es «un chorizo con alma de morcilla» que hoy se elabora con los mejores ingredientes y que se está ganando por derecho propio un lugar en las mesas más selectas. Y si encima se pone al lado un picadillo que haga honor a su nombre, menudo y sabroso, la fiesta está servida. Una fiesta, además, de Interés Gastronómico Regional.
El 25 de abril es el día de San Marcos, «patrono que los chacineros noreñenses eligieron como patrón, sin que nadie sepa el porqué». Y en torno a ese día se celebra esta Fiesta del Picadillo y el Sabadiego.
El 25 de abril es el día de San Marcos, «patrono que los chacineros noreñenses eligieron como patrón, sin que nadie sepa el porqué», apunta Fuente. Y en torno a ese día se celebra esta Fiesta del Picadillo y el Sabadiego (este año será del 26 al 28), sólo apta para carnívoros muy convencidos. Cuenta el Cronista que en esos días «llegan desde cualquier punto de la geografía española lo que alguien denominó las huestes del buen yantar, que son gentes que desde Cataluña, Euskadi, Galicia, Cantabria, Castilla y León, La Rioja, Navarra, La Mancha o del propio Principado, acuden una vez más a esta cita». A este tirón de asistencia se suma el homenaje anual a otra Cofradía que acude como invitada en un acto de intercambio cultural y gastronómico.
Tal ha sido el trabajo de la Orden para mejorar la consideración del sabadiego que se ha conseguido que en el nuevo diccionario de la Real Academia Española se cambie su definición, haciendo mención a su buena calidad. Aunque, todo sea dicho, no hace falta ser académico para disfrutar de un plato rotundo y de buen diente, de una fiesta de la buena mesa que, al final, también es la buena vida.