Cuando llegó la noticia de que Alberto había conseguido el oro, toda Riosa saltó de alegría. El ‘guaje’ que nació y creció en el pueblo había conseguido el mayor galardón posible para un atleta paralímpico. Sin duda, el fruto a una carrera meteórica sustentada en muchas horas de preparación y esfuerzo. / Fotos cedidas por Alberto Suárez
Hace varios años años le diagnosticaron una enfermedad degenerativa en la vista que cambió su vida. Lejos de limitarse, Alberto enfocó su energía en el atletismo paralímpico, y pronto supo que tenía madera para este deporte.
-¿Que ha supuesto para ti conseguir el oro?
-Es la mayor recompensa para un deportista. Cuando conseguí la marca mínima para poder participar en los juegos, con el poco bagaje de atletismo que tenía -apenas 4 años- ya me pareció un premio increíble. Lo que pasa es que las marcas me decían que podía estar luchando por las medallas y no desperdicié esa oportunidad. Al final es el premio a una larga temporada de entrenamientos.
-¿Para llegar a una prueba de este calibre, además de capacidad física, qué otras cosas hay que tener en la maleta?
-La gente me dice, y yo creo que es así, que me caracterizo por una mente muy fuerte y que me sobrepongo a los bajones que pueda tener. Lo fundamental también es una buena asistencia en la familia, que te puedan ayudar a compaginar la vida diaria con el entrenamiento y además que tengas la suerte de no lesionarte con tanto entrenamiento. Y mentalmente hay que ir asimilando todo lo que te pueda suceder en una maratón.
-¿Cómo calificarías tu experiencia en Londres? ¿Que recuerdos son ya imborrables?
-El ambiente que se respiraba allí, la gran afición que encontramos es algo que nunca olvidaré. Cuando corrí los 5.000 metros lo hice en un estadio olímpico en el que había 80.000 personas y era como si flotaras, como si estuvieras sin gravedad. Batí mi marca personal y no me enteré, cuando llegué a meta estaba súperfeliz.
Y luego toda la ciudad de Londres estaba volcada en el deporte paralímpico igual que si fuera el olímpico, era increíble. Te paraban por la calle, se hacían fotos contigo, no te conocían pero sólo por ser un deportista ya eras un ídolo para ellos.
-¿Eso es algo que España debería copiar?
-Pues sí, nosotros decimos que hay igualdad entre olímpicos y paralímpicos pero cuando ves lo que pasó en el Reino Unido te das cuenta de que estamos a la cola de otros países. Los deportistas olímpicos no hicieron ninguna celebración de sus medallas hasta que no acabaron los paralímpicos para luego, todos juntos y entremezclados, hacer un desfile por Londres en el que celebraron sus éxitos. Fue espectacular.
«Riosa desde el principio se volcó conmigo y estoy inmensamente agradecido»
-¿Estas ya mentalizándote para Río de Janeiro?
-Todo el mundo me lo dice, pero para llegar a Río de Janeiro quedan cuatro años, en los que hay mucha preparación, muchos mundiales y muchos europeos. Así que hay que ir paso a paso para llegar en las mejores condiciones. Y si luego hay la suerte de estar en Río, perfecto, a intentar luchar por lo máximo.
-¿El atletismo ha sido un apoyo fundamental en los momentos difíciles de tu vida?
-Sí, fue una liberación porque cuando estaba corriendo no recordaba los diagnósticos que me daban ni que mi enfermedad es degenerativa. Cuando estoy corriendo no es algo en lo que piense y al final acabo diciendo: «si el cuerpo me deja hacer esto, pues a disfrutar».
-Llegas al aeropuerto desde Londres y te encuentras con una comitiva riosana. ¿Qué pasa entonces por tu cabeza?
-Es algo increíble, que te reconozca la gente que te vio crecer, tu familia, tus vecinos. Todos los esfuerzos que haces merecen la pena y no sabes cómo dar las gracias a tanta gente. Riosa desde el principio se volcó conmigo y estoy inmensamente agradecido. Siempre que salgo por ahí y me preguntan de dónde soy, yo digo: de Riosa. Y bueno, no lo ubican mucho, pero entonces nombro el Angliru y ya se dan cuenta, porque lo conoce todo el mundo.
–Vas a ser el pregonero de las Fiestas del Rosario. ¿Qué te gustaría transmitir a tus paisanos?
-No soy muy dado a hablar en público, me cuesta, además va a ser la primera vez en la historia de las fiestas de Riosa que hay pregonero, pero intentaré transmitir lo que fue mi infancia, todo lo que viví en este pueblo. Yo nací en un edificio que estaba detrás de la iglesia y mi primer colegio estaba detrás del ayuntamiento, en las antiguas escuelas. También aprovecharé para dar las gracias a todos por el apoyo que me están dando.
-Van a ponerle tu nombre a la Plaza Las Flores, ¿por qué esa plaza?
-Es donde vivieron siempre mi padre y mis abuelos, desde que yo nací. En esa plaza pasé muchas horas, siempre jugaba allí, y tengo unos recuerdos increíbles. Yo siempre digo que vivir en una ciudad está bien, pero la infancia en un pueblo es mucho más bonita. Tienes mucha más libertad para hacer cosas, es algo que no cambiaría nunca.