Cuchillos y navajas facilitaron la vida en los hogares taramundeses, pero también lo hicieron molinos, batanes y otros inventos en los que el agua les ayudaba con su fuerza en las labores cotidianas. A todo ello rinde homenaje Taramundi.
Los conocimientos heredados de los ancestros son un regalo. Así lo sienten en el concejo de Taramundi porque sin ellos no hubieran podido aprovechar lo que la naturaleza les ha regalado. A lo largo de todo el concejo taramundés la mano del hombre ha construido artilugios integrados en el paisaje, que buscaban su supervivencia, preferentemente domando el agua. El gran uso que le dieron, unido a los cuidados que recibieron, hace que lleguen hasta nosotros casi intactos, pero con la pátina única que les da el paso del tiempo. Un paseo por el Conjunto Etnográfico Os Teixois descubre cómo el agua movía el mazo, el molino, el batán, la rueda de afilar y ponía en marcha la pequeña central eléctrica que trajo hasta aquí luz doméstica. En la misma línea, el Museo de los Molinos de Mazonovo permite ver un gran ejemplar en funcionamiento en el exterior, mientras que dentro se descubre cómo el ingenio humano construyó en todo el mundo diversos molinos. El visitante puede ver las peculiaridades de los molinos de Mesopotamia, Brasil, África, Asia o Roma y además manipularlos para ver cómo funcionaban. El agua es el punto común entre ambos museos, pero hay otro espacio que muestra concretamente la relación entre diversas culturas y el agua: la Casa del Agua de Bres, llena de sorprendentes ingenios hidráulicos.
El Museo Etnográfico de Esquíos reúne piezas originales empleadas en la vida diaria de la comarca, como candiles o madreñas.
Si entramos en el interior de los antiguos hogares, estos inventos se completaban con piezas a tamaño humano, pensadas para una vida más cómoda. En el Museo Etnográfico de Esquíos se han reunido piezas originales empleadas en la vida diaria de la comarca, como radios, sartenes, candiles, madreñas… así como el museo de las navajas elaboradas por Manuel Lombardía. Su visita nos acerca hasta la creatividad y cuidado con el que trabajaban con sus manos antiguos taramundeses que empleaban la madera o el hierro. El Museo de la Cuchillería de Taramundi, en Pardiñas, muestra la evolución del oficio de cuchillero, que alcanzó altas cotas de perfección en el concejo. Ejemplo de ello es lo reclamadas que están las navajas de Taramundi en cualquier mercado asturiano. Otro de los museos dedicados a la artesanía es el Museo del Telar, donde Pilar Quintana muestra todo el proceso de transformación de la lana o el lino, e incluso teje en directo. El último museo abierto es la Colección de Minerales Periz, que pone el contrapunto de belleza con su exposición de minerales y piedras semipreciosas procedentes de todo el mundo, incluido nuestro país.
Todos los museos son un homenaje a un modo de vida donde el hombre sobrevivió gracias a su ingenio, pero la artesanía no es un arte ya muerto en esta zona. Son muchos los que viven de hacer navajas, tejidos, joyas, velas o jabones, y se está construyendo un edificio en el que todos puedan desarrollar su labor.
Lo que nació como modo de supervivencia, hoy es fuente de recursos económicos y turísticos, en unión al medio ambiente y a un modo de vida donde no existe el reloj.