Cinco agrupaciones, además del Conjunto Festival, se darán cita en Piantón, Castropol y Ribadeo del 26 de julio al 1 de agosto, dentro de la muestra que este año cumple un lustro y ofrece algunas sorpresas añadidas.
Resulta difícil asumir que cualquier iniciativa cultural en este país de nuestros pecados sea un tortuoso camino repleto de piedras y escollos. El Festival Internacional de Música de Piantón no lo es menos, pero a pesar de las dificultades y de las estrecheces presupuestarias sigue creciendo, aunque sea unos centímetros. En 2015 este ambicioso –a pesar de los pesares– e ilusionado proyecto musical de Elena Montaña e Íñigo Guibert cumple cinco años como cinco soles, y ya empieza a ser un mozalbete lleno de expectativas, pero también de incertidumbres, como cualquier guaje de su edad de cara al inescrutable porvenir. Y sin embargo el festival cada año despierta más interés, genera mayores elogios y aumenta el número de asistentes que, hasta el momento, han disfrutado de él de forma gratuita, salvo donativos voluntarios o ayudando con la adquisición de algún recuerdo. Pero, paradójicamente, las dificultades continúan siendo las mismas y a las instituciones les sigue costando trabajo rascarse el bolsillo pese a que un acontecimiento de estas características contribuya a dar mayor lustre a la imagen del lugar y, por añadidura, de la región. En cualquier caso sin su beneplácito y contribución, por tímida que sea, el festival no hubiera sido posible.
Un lustro es un periodo suficiente para hacer balance, darle a la moviola del recuerdo y celebrar, sin demasiada pompa y artificio pero con suficiente algarabía y regocijo, haber llegado hasta aquí gracias, como siempre, al tesón, al trabajo bien hecho y al apoyo de un puñado de incondicionales, la mayoría vecinos de Piantón y Vegadeo, que dejan desinteresadamente sus casas para que la muestra siga adelante y los músicos tengan dónde alojarse. Es el caso de Don Miguel, el veterano cura párroco de la villa, que desde la primera edición cede además la iglesia para la celebración de los conciertos si el tiempo amenaza lluvia, que no suele ser raro por estos pagos. Cada año mira a los organizadores con escepticismo –que más sabe el santo por viejo que por santo–, pero ahí está, firme como una roca, abriendo las puertas del templo a la música, la cultura y a todo el que quiera apuntarse. O de las escuelas de Piantón, lugar de ensayos, encuentros y oficina permanente de gestión y comunicación, que también presta gustosa sus instalaciones. O de una serie de comercios y establecimientos locales que, con diferentes aportaciones, contribuyen a sostener el proyecto. O de José Luis Álvarez, director de la Escuela de Música de Vegadeo, que anda como loco durante la semana del Festival, incluso mucho antes, para aportar infraestructura, sabiduría y músculo a la refriega. O la familia Bonanomi, parte del equipo organizador, que cada año viaja con sus hijos desde la suiza Lausanne para sumarse a esta fiesta de la joven música clásica. Es una semana de vértigo, de trasiegos, de atemperar voces e instrumentos, de mover bancos (¡ah, parece que ha salido el sol!), de preparar los catering y de agotar el poco tiempo libre que queda dándose un bañito o paseando por estas bonitas tierras veigueñas.
Una buena ocasión para todos
Para los músicos, que apenas superan los veinte años, el Festival Internacional de Piantón es una excelente oportunidad de mostrar su trabajo al público y de reunirse con otros jóvenes intérpretes venidos de diferentes lugares de España y del mundo para intercambiar afanes y maneras. Hay muchos niveles y edades, pero todos con el denominador común de una excelente calidad y formación. Para las familias que los acogen en sus casas, supone una bocanada de aire fresco y la satisfacción de contribuir a que este acontecimiento anual perdure y siga creciendo con buena salud y cada vez mejor semblante. Y para estas localidades del occidente asturiano tener el privilegio de gozar de una fiesta de la música diferente, viva y tremendamente contagiosa a la que cualquiera, y con cualquier edad, puede sumarse en ese apartado que se denomina Conjunto Festival y al que se va dando forma, a través de diferentes talleres, durante toda la semana para, finalmente, mostrar los resultados en un concierto previo al de clausura. O, por supuesto, asistiendo cada día a los conciertos que, desde el pasado año, han rebasado los límites de Piantón y Vegadeo y ya se extienden a Castropol y Ribadeo. También en la pasada edición se puso en marcha una iniciativa que contribuirá, en alguna medida, a paliar los gastos de la muestra: la creación de Amigos del Festival que, mediante una cuota casi simbólica, permite a los más entusiastas formar parte de una agrupación de seguidores y pequeños mecenas del evento que, sin duda alguna, ayudarán a facilitar su subsistencia. Ya son más de una veintena.
Cuando la fuerza te acompaña
¿Y qué supone para los organizadores? Trabajo y más trabajo. Pero por encima de todo la satisfacción de contribuir a la difusión, en lugares poco habituados a ello, de la música clásica; de poner en común ideas e iniciativas; de lograr que los jóvenes intérpretes crucen experiencias y afectos. Tanto Elena, hija del escultor vegadense César Montaña y una estupenda mezzosoprano, como Íñigo, musicólogo y director de coros, son docentes y están bregados en la enseñanza musical y en el arte de manejarse con chavales que han optado por cambiar cuadernos cuadriculados por pentagramas. Es su vocación y su vida, así que, cada año, aprovechan los periodos vacacionales para trasladarse a su casa de Piantón y empezar a atar cabos y a apuntalar las diferentes ediciones de la muestra: visitas a instituciones, llamadas telefónicas y correos para confeccionar el programa y seleccionar los participantes, búsqueda de patrocinadores, colaboradores, alojamientos… Y números, muchos números que la mayoría de las veces se trabucan y juegan malas pasadas hasta el punto de pensar que tal vez esa convocatoria sea la última. A eso se le llama vocación, pero sobre todo moral a raudales, porque para cambiar la playa o el monte por la calculadora hay que tener muchos reaños, mucha afición y muchas ganas. Y calculadora, claro.
¡Marchando la quinta edición! ¡Y con guinda!
El resultado de ese renovado esfuerzo ya tiene fechas y un atractivo contenido, y el día 26 de julio, hasta el 1 de agosto, este rincón del occidente asturiano volverá a llenarse de corchos de buena sidra y de corcheas de mejor música y la plaza de Piantón de propios y extraños. Y el milagro, una vez más, volverá a producirse con la misma ilusión del primer día, que eso sí que es milagro. Josefina, la ‘secre’ y conseguidora ‘number one’, andará acelerada para que estén a punto la mesa del merchandising, los bocatas de la cena en Casa Jano y para que cuadren las cifras en el Excel; José Luis no dará abasto en su ir y venir transportando músicos, sillas e instrumentos, y Elena e Íñigo, currantes irredentos, estarán igualmente con la lengua fuera alternando ensayos, ejercicios y partituras con el pulcro cuidado de cada detalle. Pero este año, además, la muestra cumple su quinta convocatoria, y para celebrarlo nada como añadir color al calor de la fiesta. ¿Qué tal un concurso para premiar al balcón más y mejor florido de Piantón? El público, con su voto, será quien decida cuál será el ganador cuyo artífice se dará a conocer en la ceremonia de clausura. ¡Qué nervios! Pero hay más: como la Escuela Municipal de Música de Vegadeo también celebra aniversario, aunque ellos el doble, también se ha programado un concierto extraordinario durante el desarrollo del Festival que para esta ocasión ha reunido a cinco agrupaciones con músicos procedentes de España, otras ciudades de Europa y Asia, además, claro está, del Conjunto Festival. Y para que no falte de nada, hasta el estreno mundial y exclusivo del compositor madrileño Mario Carro «Danza Prima», que será interpretado por dicho Conjunto.
Señoras y señores, el espectáculo debe continuar. De todos depende que una iniciativa como esta siga llenando de buenas notas y alegría las calles de estos bellos rincones asturianos, casi gallegos, y que la cultura, el mejor alimento del alma, aúne cada vez más gentes y sensibilidades. Que no pare la música. Aunque llueva a cántaros.
Piantón: Iglesia de S. Esteban. Días 26, 27, 28, 29, 30, 31 de julio y 1 de agosto.
Castropol: Casa de Cultura. Días 27, 28, 29 y 30 de julio.
Ribadeo: Virgula tienda de Música. Día 29 de julio.
Grupos participantes: Cuarteto Ispal, Cántico Doméstico, The Barokers, Ensemble Bonanomi y Combo de la EMM de Vegadeo.
Más información e inscripciones para participar en Conjunto Festival:
www.piantonfestival.com