Miles de millones de diminutas gotas de agua se dan cita en los bosques de Villayón, para reunirse y formar arroyos que bajan saltando alegremente por las rocas. En los grandes desniveles forman cascadas doradas que han dado lugar a leyendas de tesoros y doncellas encantadas.
Sin duda el agua es la mayor riqueza de este concejo, por donde discurren varios ríos entre los que destacan el Polea, Puntiga, Acebal, Oneta y Cabornel. A su alrededor la vegetación crece exuberante y los pueblos han encontrado buen acomodo. Merece la pena visitar Oneta, La Zorera, Busmente, Parlero, Las Virtudes y Villayón; en todos ellos destacan sus iglesias y capillas.
Decíamos que el agua es aquí un tesoro lo confirman los molinos harineros que se reparten a lo largo de los cauces, como el de Genaro Punmariega en Oneta, que está restaurado y permanece en funcionamiento. El Embalse de Arbón es importante por su riqueza pesquera y por la posibilidad que ofrece de practicar piragüismo, por lo que muchos deportistas acuden a entrenar a sus aguas. Y el agua es también fuente de turismo, pues a menudo los visitantes llegan atraídos por la visión única que ofrecen las cascadas de Oneta y la de Méxica. Las primeras están declaradas Monumento Natural y en la cascada de Méxica, la leyenda dice que bajo la cueva donde cae el agua hay un palacio de oro, propiedad de un rey moro que tenía dos hijas de dorada cabellera. Motivada por los celos, una de ellas cortó la melena a su hermana y la arrojó al río, formando la cascada que ahora conocemos.
En busca de tesoros naturales
El turismo natural cobra cada vez más fuerza y por esa razón el concejo amplía cada temporada las rutas de senderismo que nos conducen hasta los más recónditos secretos. Una de las más recientes es la Ruta del Champolallo, que se realiza a pie partiendo de La Zorera. Después de pasar el pueblo, un desvío señalizado a la derecha nos lleva a rodear el embalse de Arbón para ir ascendiendo progresivamente hasta coronar el Pico de Villayón. Las vistas del río Frío y el embalse de Arbón desde las alturas son espectaculares.
Otra novedad es la Ruta del Dolmen y Carondio. Para ello iremos ahora hasta Barandón y atravesaremos un bosque de hayas y robles que nos lleva hasta el lugar conocido como Entrerríos. Las montañas que nos rodean son un espectáculo único, entre las que se distingue la Sierra de Carondio. A nuestro lado, se levanta el dolmen que íbamos a buscar. En muy buen estado de conservación, los grandes bloques de piedra -megalitos- forman una estructura neolítica empleada para enterrar a los muertos. (…)