-¿Cómo valora en estos momentos la actividad cinegética en Asturias: afición, salud de los cotos y especies?
-El número de cazadores lamentablemente ha descendido y el relevo generacional es escaso, como consecuencia del desarraigo del medio rural. Los niños no nacen en los pueblos sino en las ciudades y prefieren las tecnologías para divertirse en vez de madrugar y andar mojándose por el monte. La juventud marcha fuera a estudiar, los que trabajan no pueden compatibilizar esta actividad con su jornada laboral y muchos salarios no dan para actividades de ocio. A ello hay que añadir el envejecimiento de la población, que se ceba especialmente en el medio rural. Los que tenemos afición y lo vivimos desde críos seguimos disfrutando de esta actividad. Prueba de ello es que tenemos mayores de ochenta años que siguen saliendo al monte.
En cuanto a salud de los cotos, hay de todo. Unos van subsistiendo a duras penas porque los costes que generan -daños, guardería, canon cinegético- se han de repartir cada vez entre menos cazadores y eso hace la cosa más complicada.
También hay cierto declive en cuanto a especies cinegéticas. Muchos cotos se apoyaban en la venta de recechos de venado, de corzo o de rebeco y cacerías de jabalí, pero el venado está disminuyendo, muchos cotos han vedado al corzo que ha descendido en un 75% y el jabalí está abandonando los montes para acercarse a las ciudades donde consigue alimentos con más facilidad. Esto hace que los recursos para el mantenimiento de los cotos queden limitados.

-No solo accidentes en las carreteras sino que se acercan a las basuras a por comida e incluso pueden atacar a la gente, no dejan de ser animales salvajes. Al acercarse a los núcleos urbanos entran en la denominada zona de seguridad y no se pueden cazar, pero nosotros nos hemos ofrecido a colaborar con batidas selectivas para espantar a los jabalíes hacia los cotos colindantes, ayudados de perros. La maleza que rodea a las ciudades es el lugar idóneo para el asentamiento de esta especie.
-¿Qué modalidades de caza se practican en Asturias?
-Caza mayor y caza menor. La caza mayor puede ser a rececho que es un solo cazador buscando una pieza, y luego la caza en batida que se practica en cuadrillas. La caza menor está en mano (varios cazadores van batiendo el campo) o a salto (un cazador normalmente acompañado de un perro). Aquí en Asturias la arcea es la reina de la caza menor, ya que perdiz hay muy poca.
-Como colectivo defienden que la caza podría generar empleo, riqueza y ayudar a fijar población en el medio rural. ¿Por qué no está incluida esta alternativa en las agendas?
-Podría ser una alternativa pero hay gente que no lo quiere entender así. En cambio se les llena la boca hablando de que hay que ayudar al medio rural y lo que hacen con determinadas medidas es que la gente se marche. Yo digo muchas veces que no hay que hacer cosas sino dejar en paz a la gente, que viva como siempre ha vivido y no le hagan la vida imposible. Me refiero a que a lo mejor hay un perro suelto en una carretera de montaña y te sancionan, o tienes un rebaño de ovejas que tiene que cruzar la carretera para pasar de una finca a otra y te sancionan por llevar animales sueltos. Eso no es precisamente ayudar al medio rural.
“Los que tenemos afición y lo vivimos desde críos seguimos disfrutando de la caza. Prueba de ello es que tenemos mayores de ochenta años que siguen saliendo al monte”
-¿Se sienten un colectivo perseguido?
-Sí pero creo que es consecuencia del gran desconocimiento que existe de la zona rural por parte de la zona urbana. Si ahora todos somos naturalistas, vegetarianos, veganos, a lo mejor no se entiende que alguien cace según ellos por divertirse, cuando lo hacemos por tradición desde pequeños y respetando la naturaleza. Amamos el monte. Somos los primeros interesados en vedar una especie cuando disminuye porque además de ser un recurso para los cotos, queremos seguir cazando de aquí a diez o veinte años.
Los cazadores ceban a las especies, hacen cortafuegos en el monte, limpian las malezas. El lince por ejemplo vive gracias a la gestión que hacen muchos cazadores en cotos.
Hay gente a la que le gusta el chuletón y para tener esa carne en el plato hay que sacrificar un animal y eso está asumido. La caza es una actividad legal, regulada por una rigurosa normativa. Cada sociedad de cazadores ha de enviar un censo y en base a él te autorizan a cazar un número determinado de ejemplares. Muchas sociedades trabajan con cupos bastante inferiores a los permitidos, precisamente para ayudar a conservar las especies.
-¿Cuál es la mayor problemática a la que se enfrentan en estos momentos?
-Sin duda, el lobo que está atacando a nuestros perros durante las cacerías y se los devora, literalmente. Hay manadas que son auténticos especialistas. Hablamos de perros que son de un valor importante, tanto a nivel emocional como económico. A veces se salen del cerco que tenemos y como tienen incorporado un GPS cuando les encontramos está el collar por un lado y lo que queda del perro por otro. En lo que va de temporada ha habido tres o cuatro casos. Para un cazador su perro es muy importante, es su compañero, han entrenado juntos y han vivido muchas alegrías. Un buen perro puede costar miles de euros. Por ello pensamos que al igual que existen indemnizaciones a los ganaderos por el ataque de un lobo, nosotros deberíamos tenerlas por la pérdida de nuestros perros.