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jueves 12, diciembre 2024

Ana Cristina Aguado, campeona de Europa de Carreras por Montaña. “Todo es querer”

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Solo necesitas intercambiar dos o tres palabras con esta mujer nacida en Oviedo hace 61 años para que te transmita una energía arrolladora, alegre. Tiene unas ganas de avanzar que ya quisiera más de un adolescente, y una sencillez y simpatía que hace que charlar con ella sea una delicia. Sus palabras a menudo te arrancan la sonrisa y otras veces hace que te sorprendas de pura admiración, pero por encima de todo lo que destaca son sus ganas de vivir. Quizás todo esto explica por qué hace lo que hace y consigue lo que consigue.

Ana Cristina Aguado es campeona de Europa Master de Carreras por Montaña en la categoría para mujeres mayores de 60 años. La competición tuvo lugar en Madeira del 6 al 8 de noviembre de 2020 y se coronó en dos pruebas distintas. La primera, una carrera vertical con un recorrido sobre roca de 8,5 km y 900 metros desnivel. La segunda, un exigente trail de 31 km y 1900 metros de desnivel que afrontó bajo unas condiciones meteorológicas desfavorables y con el cansancio acumulado en las piernas, pues tuvo lugar solo dos días después de la primera.

Ana Cristina Aguado, campeona de Europa de Carreras de Montaña
Foto cedida por A.C. Aguado

Lo de correr le viene de lejos. Entrenó atletismo desde los diez hasta los dieciocho años, edad en la que dejó de competir y entrenar para, como ella dice, “atender otras cosas que tenían prioridad”: estudiar una carrera, sacar una oposición, trabajar y tener familia, crearse una vida. En la actualidad trabaja como médico en el consultorio de Nembra (Aller), lugar al que llegó hace unos treinta años. Allí conoció al que hoy es su marido y con el que comparte su afición por el deporte. Hace unos diez años, la gente de la zona la animó a participar en una carrera popular y este evento fue la chispa que prendió el fuego dormido que habitaba en su interior. A día de hoy, compite para el Club de Atletismo Ocle de Candás, la Selección Nacional Absoluta y también la Selección Autonómica de Asturias. En su palmarés constan numerosas victorias en diferentes pruebas en carreras de montaña, todas ellas marcadas por su dureza.

-¿Dejaste de correr para volver a los 50 años?
-No dejé de correr. Seguí haciendo algo, pero no compitiendo, ni entrenando para competir, esa es la diferencia. Siempre me gustó hacer deporte, cuando vine a trabajar a Turón conocí al que hoy es mi marido, él hacía artes marciales y otros deportes, y siempre hacíamos algo: bicicleta, nadar, teníamos caballos y montábamos por los montes de aquí… Dejé de competir porque tenía que ocuparme de otras prioridades, primero las oposiciones y después los críos que eran pequeños y tenía que atenderlos. Ya habría tiempo después como de hecho fue.

“Al correr rodeada de naturaleza y pisando tierra me siento parte de ello y pienso: ‘qué más quiero yo ahora si mejor de lo que estoy aquí no voy a estar nunca’”

-Por lo que veo esa inquietud la compartes con la familia…
-Fíjate como sería que cuando los críos eran pequeños e iban a la escuela con diez años, una vez me dijo uno: “mama, es que eres distinta de las otras madres”. Debía ser porque me veía siempre con ropa de deporte, corriendo. Si se apuntaban a alguna actividad yo estaba allí, animándolos. Eso de sentarse a esperarles en una cafetería no iba conmigo, mientras ellos hacían Tai-Jitsu o fútbol, yo buscaba algo por ahí y corría o hacía gimnasia. De críos esto les llamaba mucho la atención. A mi desde pequeña mi padre me animó a hacer lo que me gustaba y siempre para adelante. Ahora, mi marido corre conmigo en muchas pruebas, cuando no participa está de ayudante en los sitios de paso y si me manco, viene conmigo hasta la ambulancia o hasta donde corresponda.

-¿Qué sientes al correr?
-Una maravilla, parece que estoy en otro mundo, soy yo contra todo, disfrutando del sol que me está dando, del aire, y de ese frío que parece que te espabila. Te sientes viva. Me digo a mí misma: “ayer no era capaz de llegar hasta aquí y hoy soy capaz de hacer todo esto, ahora bajo deprisa, recupero…”. Experimento la sensación de estar haciendo lo que quiero en ese momento, y que lo puedo hacer porque no dependo de nada ni de nadie. Al correr rodeada de naturaleza y pisando tierra me siento parte de ello y pienso: “qué más quiero yo ahora si mejor de lo que estoy aquí no voy a estar nunca”. Es una sensación de tranquilidad, de paz, de que no te importa nada, de que cualquier problema tiene solución… Todo eso es lo que siento cuando corro.

Ana Cristina Aguado, campeona de Europa de Carreras de Montaña
Foto: Luis Lastra

“Entrenar a diario a veces me cuesta porque vengo cansada o está lloviendo a cántaros, pero me sobrepongo porque tengo un objetivo y porque necesito estar en movimiento, activa, si no me apoltrono y me voy quedando”

-¿Qué significa la competición para ti?
-Poder mejorar, siempre puedes avanzar y hacer algo más. Yo sola puedo llegar hasta un punto, pero si hay alguien a mi lado al mismo nivel que yo, tengo que procurar llegar antes, en plan bien, por mejorar, no por tener que ser mejor. Entrenar a diario a veces me cuesta porque vengo cansada o está lloviendo a cántaros, pero me sobrepongo porque tengo un objetivo y porque necesito estar en movimiento, activa, porque si no me apoltrono y me voy quedando.

-El ambiente en las pruebas de carrera de montaña es muy familiar y de mucho apoyo. Imagino que en tiempos de Covid es un regalo poder participar de algo así…
-Una maravilla. Concretamente en Madeira, procedíamos de muchos países y la gente venía enseguida a decirme lo bien que había hecho algo y sentía que me lo decían de verdad. Además, estuvo todo muy bien organizado, no teníamos contacto, todo el mundo estaba con mascarilla y la gente era muy respetuosa. Yo me encontré estupendamente con la organización, con los compañeros, y en general con la gente que fue consecuente con lo que estamos viviendo.

Ana Cristina Aguado, campeona de Europa de Carreras de Montaña
Foto: Pedro Pablo Heres

-¿Recibís ayudas para participar en eventos como el europeo de Madeira?
-No. La Federación de Atletismo solo lo cubre si vas a nivel de selección a nivel absoluto, pero no por edades ni por categorías. A partir de treinta y cinco años te consideran master y, si quieres competir a nivel nacional o internacional, te lo tienes que pagar tú todo. Nos dan la ropa si vamos a campeonatos internacionales cada cuatro años, pero incluso los portes, cuando nos la envían a casa, los pagamos nosotros. Con la Federación de Montaña de Asturias, la FEMPA, compito en carreras verticales a nivel de selección en pruebas nacionales y ahí sí nos pagan los viajes, la estancia y también nos dan ropa.

“Después del trabajo pego cuatro carreras y cuatro gritos por el monte, vuelvo a casa, me doy una ducha caliente y ya cambió todo. Esto se lo recomiendo a todos mis pacientes cuando están preocupados”

-Las pruebas en las que has triunfado para la mayoría de los mortales son una salvajada. ¿Cómo se prepara uno para esfuerzos tan exigentes?
-Con la cabeza. Bueno, primero el entrenamiento: tienes que entrenar con un objetivo y en base a ello ves si toca hacer un vertical o una carrera larga o corta. Yo al principio entrenaba por mi cuenta hasta que un día en una carrera me tocó un premio que consistía en participar en unos entrenamientos pautados por Marcos Peón y me encontré a gusto con ellos. Hablé con él y desde entonces trabajamos juntos. Priorizamos la temporada en base a lo que quiero hacer y él me pauta los entrenamientos. Vivo en Carcarosa, en las estribaciones del Pico Polio, y no tengo ni quinientos metros llanos, puedo subir a lo que era antes una mina a cielo abierto de Hunosa, pero tengo que salvar mucho desnivel hasta llegar, con lo cual es todo cuesta.
Luego está la cabeza. A mí me gusta subir, pero sé que cuando estoy cansada asoman dolores que desaparecen más adelante, y eso hace que aguante. Tengo claro lo que quiero y que para alcanzarlo necesito trabajo y tesón, todos los días un poco, sin hacer grandes esfuerzos, pero sí con constancia y con seguimiento.

Ana Cristina Aguado, campeona de Europa de Carreras de Montaña
Foto: Cristina Martíns

-Tu carnet de identidad indica que tienes 61 años. ¿Te identificas con esa edad?
-Nací el 19 de agosto de 1959 y no, no me identifico, ¡qué va! Mi edad cronológica no coincide con la mental. Si yo quiero hacer algo, tengo ganas y me encuentro bien, tengo que hacerlo. La edad no influye para nada y yo me veo así, pero resulta que a veces la gente me mira como diciendo: “pero bueno, si tienes esos años ¿cómo te dedicas a hacer esto?, ¿no estabas mejor en casa haciendo otras cosas?” Y yo ahí es donde no me veo. En la consulta encuentro poca gente de mi edad que piense como yo, sí los hay, pero son pocos. Sin embargo, en los campeonatos internacionales da gusto ver a la gente de mi edad porque parecen mucho más jóvenes, fuertes, se encuentran de otra manera y tienen una mentalidad diferente. Esto está cambiando mucho, ahora tenemos una categoría en montaña para mayores de sesenta años y si la abrieron es porque hay gente con esa edad compitiendo, con ganas de vivir y de hacer cosas. Te das cuenta de que no importa la edad, solo importa el querer hacer las cosas, y como quieren van a hacerlas.

-Parece que a ciertas edades ya no se cuenta para la sociedad. ¿Qué opinas de esto?
-Sí, como lo que dice la OMS, que a partir de 65 años ya eres factor de riesgo para todo y te consideran en la tercera edad y no, para nada. Esto está cambiando mucho y con sesenta y cinco o setenta años ves a gente corriendo y haciendo deporte que da gusto. Todo es querer.

“La OMS dice que a partir de 65 años ya eres factor de riesgo para todo y te consideran en la tercera edad y no, ¡para nada! Con esa edad ves a gente haciendo deporte que da gusto”

-Estamos ante algo nunca vivido como es la pandemia por Covid-19. ¿Cómo llevas entrenar y trabajar en estos tiempos tan duros?
-Menos mal que entreno. Me sirve para relajar y al día siguiente volver a empezar otra vez. Del trabajo salgo preocupada y con la cabeza loca porque veo que la gente lo está pasando mal, están encerrados y no pueden hacer lo que normalmente harían. También ha cambiado la forma de pasar la consulta, ahora la mayor parte es mediante atención telefónica con lo cual se pierde el trato personal que tenías con los pacientes y por teléfono es muy difícil. A la tensión que genera todo esto se suma que la gente está pidiendo cada vez más, se ha pasado de ver al cuerpo sanitario como algo muy valioso a ahora exigirnos y hasta cierto punto es normal, porque esto está sobrepasándonos a todos. Después del trabajo pego cuatro carreras y cuatro gritos por el monte, vuelvo a casa, me doy una ducha caliente y ya cambió todo. Esta es la misma recomendación que también les digo a los pacientes cuando están preocupados: que suban al monte y peguen cuatro gritos por ahí y cuatro saltos por allá.

-¿Qué nos está dejando toda esta situación?
-Hay que ser más responsables porque tenemos derechos, pero también muchas obligaciones y debemos cuidarnos a nosotros mismos, pero por los demás. Estás viendo a la gente en fiestas, sin mascarilla, y a lo mejor a ellos no les pasa nada, pero pueden ser portadores y contagiar a otra persona. Gran parte de esta pandemia es por no tener cuidado, todo el mundo tiene que cumplir unas normas básicas, lo que nos enseñaron siempre de pequeños: tienes que ir por la acera de la derecha, tienes que procurar no toser, taparte la boca, no bebas de la botella del otro… pero no lo estamos haciendo. Esto se debe sumar a otras normas que hay por ahí, esto es lo que nos corresponde a cada uno y deberíamos volver a mentalizarnos de que lo tenemos que hacer.

“Hay que ser más responsables porque tenemos derechos, pero también muchas obligaciones y debemos cuidarnos a nosotros mismos, pero por los demás”

-¿Ser médica te ha ayudado en tu carrera deportiva?
-Sí, porque al conocer de fisiología, bioquímica y demás encuentro explicación a muchos dolores que tengo y sé cómo tratarlos. Además, sé que se debe a que hice tal o cual cosa y este conocimiento me permite cambiar e intentar mejorar, de otra forma tendría que ir a un especialista. También me ayuda a no parar el hecho de tener que dar ejemplo a los pacientes.

Ana Cristina Aguado, campeona de Europa de Carreras de Montaña
Foto: Alejandro de Ancos

-¿Recomiendas a tus pacientes hacer deporte?
-Sí. Los tengo a todos caminando por allí, por Nembra, les digo que paren en tal sitio, que pongan la patuca en este árbol… En Carcarosa, desde el año pasado, nos juntamos un grupo de mujeres y algún paisano todos los lunes, miércoles y jueves y hacemos gimnasia. Son ellos los que me preguntaron si podíamos entrenar y hacemos un poco de todo: caminar, correr, subimos al pico Polio. Los tres días pautados estamos una hora, en la cual calentamos, caminamos, hacemos estiramientos, abdominales, ejercicios con gomas y rutinas con el balón de fitball. Presta que me digan: “al principio cuando viniste para Turón, hace ya treinta años, te veíamos corriendo por el monte con unos pantalones cortos y pensábamos que esa mujer estaba loca y ahora resulta que estamos aquí y nos estás diciendo cómo tenemos que hacer para hacer lo mismo que tú”.

-¿Has tenido que socorrer a algún compañero estando en competición?
-Sí, en montaña sí. He socorrido en casos de luxación de hombro, caídas, alguna pérdida de conocimiento con desmayo debido a una pájara, he atendido golpes diciéndoles como tienen que ponerse o sujetarse el tobillo y aconsejándoles si pueden o no seguir corriendo hasta tal sitio o si tienen que ir más lento. En algunos casos he puesto vendajes funcionales porque normalmente llevo esparadrapo y alguna cosa de estas. Eso sí, siempre paro, estoy con ellos y bien los llevo a un puesto de auxilio o bien otra gente se para y me dice que siga porque ya se encargan ellos.

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